29 octubre 2007

Es ordenado monseñor Paolo Pezzi, nuevo arzobispo metropolita en Rusia



MOSCÚ, lunes, 29 octubre 2007.- «Te doy todo a Ti». Con estas palabras, monseñor Paolo Pezzi consagró su ministerio como nuevo arzobispo de la arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú, tras ser ordenado obispo el pasado 27 de octubre en la Catedral de la capital rusa y entrar así plenamente en funciones.



La ordenación estuvo presidida por el arzobispo saliente, quien estuviera 16 años al frente de la arquidiócesis, monseñor Tadeus Kondrusiewicz, y concelebrada por el nuncio Antonio Mennini, representante de la Santa Sede en Rusia, así como por los otros tres arzobispos del país: monseñor Joseph Wert, monseñor Kirill Klimovich, monseñor Clemens Pickel y por el arzobispo de Astana, Kazajstán, Tomasz Peta.

Durante la celebración efectuada en ruso, latín e italiano, monseñor Kondrusiewicz resaltó la difícil y responsable tarea que tiene un obispo: «Enseñar a amar a Dios». «Cristo llama al obispo para ser su apóstol y continuar a través de él su misión. Es Dios quien por medio del obispo guía a su pueblo».

Haciendo una analogía con el evangelio de la celebración litúrgica, que hablaba precisamente de la triple confesión de Pedro (Juan 21, 15-17) donde Jesús le pregunta: «¿Me amas?» y Pedro responde: «Sí Señor, tú sabes que te amo», monseñor Kondrusiewicz resaltó el papel del obispo de servir a cada persona hasta el final.

«Un obispo es como un ángel de la guarda», afirmó Kondrusiewicz, haciendo referencia al papel que ahora desempeñaría su sucesor Pezzi. Por un lado, explicó, la Iglesia en Rusia existe desde hace más de un siglo, pero por otro, es también muy joven. Es por ello que ahora Pezzi sería esa especie de «ángel de la guarda» a quien se le encomendaba el «corazón» de la Iglesia católica en Rusia.

«Con amor, dile a Jesús: Sí Señor, te amo» y «Él te hará más fuerte a través del Espíritu Santo», exhortó Kondrusiewicz, quien al mismo tiempo pidió a todos los feligreses encomendar en sus oraciones a su nuevo arzobispo.

Con la catedral llena de sacerdotes, religiosas y religiosos, diplomáticos y fieles, entre los que se encontraba un gran número de italianos, el arzobispo Mennini manifestó en su discurso que como ha hecho Kondrusiewicz en estos 16 años, Pezzi tiene que ser también un arzobispo «del corazón».

El nuncio Mennini, recalcó que monseñor Pezzi conocía muy bien a Rusia y que de ninguna manera era un extraño en estas tierras, al mismo tiempo que señaló que el Papa Benedicto XVI no lo hubiera designado si no supiera que ama al pueblo ruso. «Juntos construiremos el reino de Dios», afirmó Mennini.

Por su parte y tras ser ordenado obispo, monseñor Paolo Pezzi explicó que su vida desde un principio estuvo llamada a escuchar a Dios y a servirle, y dio gracias en particular a los representantes presentes de las distintas confesiones cristianas, de entre los cuales, dijo, «veo signos de amor de la Iglesia ortodoxa».

Y fue precisamente en su turno de felicitación, que el arcipreste Vsevolod Chaplin, vicepresidente del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú, en nombre del Patriarca ruso ortodoxo, Alejo II, y del metropolita ortodoxo Kirill de Smolensk y Kaliningrad, deseó a monseñor Pezzi que juntos desarrollaran el diálogo y la cooperación para resolver problemas en común.

Cabe señalar que entre las autoridades presentes se encontraba también el sacerdote Igor Vyzhanov, secretario para las Relaciones Intercristianas del Departamento de Relaciones Religiosas del Patriarcado de Moscú, el Patriarca Ortodoxo de Antioquía, obispo Niphon, así como distintos diplomáticos en Rusia.

A las felicitaciones expresadas ese día llegaron también por parte del Departamento de Asuntos Religiosos del Parlamento Ruso, la Duma, así como del Rabino principal de Moscú.

Como detalle curioso cabe señalar que el padre Igor Kovalevski, secretario general de la Conferencia de Obispos Católicos en Rusia, señaló a monseñor Pezzi que desde ahora ya no sería llamado «Paolo», como es su nombre en italiano, sino con la variante rusa: «Pavel», «Pavel Pezzi».

20 octubre 2007

V Certamen Nacional de Redacción “Historias de un Sí”

“LOS SANTOS Y SANTAS DIJERON QUE SÍ, Y PUDIERON… YO, ¿POR QUÉ NO?”

Los santos han sido personas normales como nosotros, han alcanzado el Cielo y gozan al contemplar el rostro de Dios. Se puede hablar con ellos y decirles que pidan a Dios por nuestras necesidades. Un día Jesús les llamó, uno a uno, para ser sus amigos, y le dijeron que sí, y pudieron -con la ayuda de Dios- mantener esa amistad hasta la muerte. Si ellos pudieron, cabe preguntarse: y yo, ¿por qué no?

Cerca de nosotros, hay también muchos cristianos que procuran ser amigos de Jesús, y quieren que el mundo sea mejor. Saben que ser santo no consiste en hacer cosas cada día más difíciles, sino en hacerlas cada día con más amor. Es luchar por hacer bien los deberes diarios, estudiando con intensidad, siendo amables y alegres con nuestros padres, hermanos y amigos, dando limosna a los pobres, etc. Se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo, que está contento cuando nos acordamos de Él y hablamos con Él en nuestra vida diaria.




PARTICIPANTES
Categorías
1ª Hasta 10 años
2ª De 11 en adelante


TEMA
La redacción deberá tener dos partes:

La primera, hará referencia a LOS SANTOS Y SANTAS DIJERON QUE SÍ, Y PUDIERON, y versará sobre alguno de los aspectos más sobresalientes de la vida del santo o santa que tú prefieras (pueden ir acompañadas de dibujos).

La segunda parte, que responde a -YO, ¿POR QUÉ NO?- será en forma de carta dirigida a Jesús, en la que le cuentas los proyectos que tienes para tu vida.

Si Él te pidiese ser amigo íntimo, ¿estarías dispuesta o dispuesto a cambiar tus planes, y decir que sí al Señor? No porque no te gusten esos planes, sino porque Dios quiere contar contigo. ¿Qué querrá Dios de mí? Pregúntaselo a menudo. ¿Y si fuera sacerdote?, ¿O si fuera religiosa o religioso?, ¿O un buen o una buena profesional cristiana?, ¿O una buena madre o un buen padre de familia cristiana?
Dile a Jesús: ¡Que sea algo grande, y que sea amor!, ¡Señor, que vea!, ¡Jesús, que yo haga siempre lo que Tú quieras! En mis circunstancias actuales, ¿yo no podría seguir el mismo camino que siguieron los santos?, ¿En qué tendría que cambiar?, ¿Jesús estás contento de mi?, ¿Cómo sería mi vida si Dios me llamara a vivir cerca de Él?
Ten presente que los primeros cristianos eran como tú, gente normal. La mayoría no fueron sacerdotes ni religiosos, y muchos de ellos fueron santos.

El total de la redacción no podrá superar los tres folios. Se presentará en formato DIN-A 4, escrita a mano o con ordenador, en cualquiera de las lenguas habladas en el Estado.

Cada trabajo llevará en la última de sus páginas: Nombre, Apellidos, Edad, Dirección completa, Teléfono y e-mail, y Centro educativo del autor.



AYUDA
www.vidasejemplares.org
www.aciprensa.com “santos”
www.churchforum.org “santoral”
www.encuentra.com “santoral”
www.almudi.org (Sección infantil: “Historia de un sí”)
www.alexiagb.org

FECHAS
Los trabajos deben presentarse antes del 25 de enero de 2008, en la ASOCIACIÓN AMIGOS DE RUSIA SAN NICOLÁS, por correo postal a la siguiente dirección: Pedro Antonio Menéndez, 1, Esc 2ª-1º. 33004. O por e-mail: jmc2222@gmail.com

PREMIOS
Se otorgarán tres premios en cada categoría. Los premios consisten en un lote de libros y DVDs o Videos para cada ganador y un diploma acreditativo. Se premiará con un ejemplar del DVD PESCADORES DE HOMBRES a las 500 mejores redacciones. El Centro Educativo o Entidad que presente a los premiados de cada Categoría, recibirá un lote surtido de folletos de catequesis.

En este Certamen, un buen premio es participar.
Los premios se entregarán por correo postal.

17 octubre 2007

«¡María espera la respuesta de todos sus hijos!», recuerda el cardenal Bertone en Fátima

En el 90º aniversario de las apariciones marianas

FÁTIMA, miércoles, 17 octubre 2007.- María pide conversión, penitencia, corazones sencillos que acepten orar por la conversión de los demás, subrayó el domingo el cardenal Tarcisio Bertone, legado pontificio en Fátima por el 90º aniversario de las apariciones marianas.

Del 13 de mayo al 13 de octubre de 1917 la Virgen se apareció a los tres pastorcillos Jacinta, Francisco y Lucia en Cova de Iría.



El secretario de Estado del Papa presidió en nombre de éste las celebraciones conclusivas del mencionado aniversario en el Santuario de la Santísima Trinidad –que había consagrado dos días antes-.

En conexión televisiva Benedicto XVI se unió espiritualmente -el domingo, en el rezo del Angelus- a los presentes en Fátima, en una oración, por intercesión de María, por «el don de una conversión de todos los cristianos, para que se anuncie y testimonie con coherencia y fidelidad el perenne mensaje evangélico, que indica a la humanidad el camino de la auténtica paz».

«A los noventa años de las apariciones, Fátima sigue siendo un consolador faro de esperanza, pero también una fuerte llamada a la conversión», reconoció en su homilía el cardenal Bertone.

La Virgen, que «ha sido preservada de la lepra del pecado, vivió en perenne acción de gracias a Dios y se transformó en icono de la salvación»; «se presenta a los pastorcillos resplandeciente de luz, pero en sus palabras y a veces también en su rostro, velado por momentos de tristeza, existe constante referencia a la realidad del pecado», recordó.



Les muestra «su Corazón Inmaculado coronado de espinas, y explica que es necesaria su oración y sacrificio para reparar los muchos males que ofenden a Dios, para hacer que cese la guerra y obtener para el mundo la paz»; el lenguaje de María es «sencillo, adaptado a los niños» -apuntó el purpurado italiano-, pero «en términos muy realistas les introduce en el drama de la vida».

«Les pide su colaboración», encuentra su disponibilidad y les revela: «Tendréis que sufrir mucho, pero la gracia será vuestro consuelo» -prosiguió-; «la Virgen elige a niños inocente como sus colaboradores privilegiados para combatir, con las armas de la oración y la penitencia, del sacrificio y del sufrimiento, la terrible lepra del pecado que corrompe a la humanidad».

«¿Por qué lo hace? ¿No es tal vez porque esto responde al método de Dios, quien "ha elegido aquello que en el mundo es débil para confundir a los fuertes"?», planteó el legado pontificio.



Entonces subrayó el ejemplo de tantos niños, «pequeños apóstoles de Cristo», «que han afrontado, y siguen haciéndolo, el sufrimiento y la enfermedad con serenidad, dando ellos consuelo a sus padres en momentos de tan grande prueba», como es el caso de Silvio Dissegna, «un chaval piamontés muerto de cáncer a los doce años, del que ya se ha introducido la causa de beatificación».

«La luz que María hizo resplandecer a los ojos de los pastorcillos, y manifestarse a tanta gente en el milagro del sol el 13 de octubre, indica que la gracia de Dios es más fuerte que el pecado y que la muerte», recalcó el purpurado.



«Pero María pide a todos conversión y penitencia; quiere corazones sencillos que acepten generosamente orar y sufrir por la reparación de los pecados, por la conversión de los pecadores y por la salvación de las almas -sintetizó-. ¡María espera la respuesta de todos sus hijos!»; «acojamos su invitación y permanezcamos fieles a nuestra vocación cristiana».

09 octubre 2007

Cumple 50 años «Rusia Cristiana», una de las gotas que derramó el vaso soviético

Entrevista con su fundador, el padre Romano Scalfi


ROMA, martes, 9 octubre 2007.- Desde cuando era joven seminarista se preparó a descubrir y valorar los tesoros espirituales de la Rusia cristiana. La dictadura comunista le impidió durante decenios pisar la tierra rusa, pero el padre Romano Scalfi no se resignó. Construyó una red de resistencia cristiana, y ahora celebra 50 años fecundos de liturgia y belleza iconográfica.

El fundador de «Rusia Cristiana» relata a Zenit que, entre 1951 y 1956, estudió en Roma, en el Instituto Pontificio Oriental, recibiendo una profunda formación sobre Rusia y Europa del Este.



Su pasión por Rusia nació cuando era seminarista, participando en Trento en una liturgia bizantina, celebrada por algunos sacerdotes jesuitas del Colegio Russicum de Roma. En ese momento se enamoró de la liturgia oriental.

«Incluso el príncipe Vladimiro de Kiev se bautizó con su pueblo en 988 por esta atracción», subraya el padre Scalfi.

Narran las crónicas que el príncipe, buscando una religión, en sustitución del paganismo, mandó a sus embajadores a varios países para que examinaran sus cultos. Los enviados fueron también a los latinos y musulmanes. Ninguna de estas religiones les impresionó tan favorablemente como la celebración en la gran catedral bizantina de Santa Sofía de Constantinopla, hoy Estambul.

A su vuelta de Constantinopla, dijeron al príncipe: «Fuimos a los griegos y vimos dónde celebraban en honor de su Dios: no sabíamos si nos encontrábamos en el cielo o en la tierra, y todavía no podemos olvidar aquella Belleza... sólo sabemos esto: allí Dios convive con el hombre».



El fundador de «Rusia Cristiana» recuerda que «la Belleza, según los Padres de la Iglesia no es sólo estética, sino que lo Bello es una cualidad de Dios, y así hay que entender la frase de Dostoyevski: «La Belleza salverá al mundo».

Mientras se preparaba para ser misionero en Rusia, en 1957, el padre Scalfi fue a Milán, donde abrió el centro de estudios «Rusia Cristiana».

«Yo soñaba con ir a Rusia y en Milán me sentía aparcado en espera de la misión -dice a Zenit-. Pero «en espera de que se abrieran las puertas, Rusia creyó oportuno declararme persona ‘non grata’».




«Así, durante diecinueve años, me fue imposible pisar el suelo de Rusia. Me preguntaba: “¿Por qué el Señor me ha puesto en el corazón el deseo de ir a Rusia y luego me hace estas bromas”?».

«Al Señor le gusta jugar con nuestros planes y, sobre todo, le gusta cambiar las cartas de la mesa, pero, si somos fieles al núcleo de la vocación, el Señor realiza nuestros planes de modo infinitamente más grande del que podíamos imaginar», añade.

A pesar de la durísima represión comunista, el padre Scalfi siguió creyendo que en Rusia había focos de fe, y lo confirmó cuando llegó a Occidente el Samizdat, evento que el fundador de «Rusia Cristiana» señala como «uno de los más grandes milagros del siglo XX».

Samizdat es una palabra rusa que significa «autoeditado». Quiere decir que, tras decenios y decenios en los que toda la cultura, las editoriales, los medios de comunicación estaban en manos del Estado, las personas que querían comunicar algo importante empezaron a confiar sus mensajes, textos, poesías, cartas y novelas a canales alternativos.

¿Cómo hacían? Leían, por ejemplo, en la prensa de propaganda atea alguna cita de la Biblia o del Evangelio, escrita para refutarla. Las personas recortaban, pegaban, copiaban con papel de calco porque las fotocopiadoras no existían y de todos modos estaban prohibidas.

Luego enviaban textos a Occidente, casi ilegibles porque ya se trataba de la sexta o séptima copia. O copiaban cartas, testimonios, relatos. De este modo, llegaron inéditos a Occidente. Algunos relatos de Alexander Solyenitsin, transcritos como anónimos, relatos mínimos.

«Nosotros los traducíamos y publicábamos en nuestra revista “Rusia Cristiana”, relata el padre Scalfi y la prensa de izquierda nos acusó de habernos inventado el Samizdat, de haber escrito nosotros estos relatos, para poderlos publicar gracias a esta excusa. Ojalá hubiéramos sabido escribir como Solyenitsin», bromea el sacerdote.

«Por el Samizdat se podía acabar en un campo de concentración. Las personas eran encerradas normalmente en estos campos si se les encontraba en posesión de estos textos, o sorprendidas mientras los estaban leyendo, difundiendo o copiando», narra.



«Estos textos eran tan importantes para la gente que, a pesar de que corrían el riesgo de ser encerrados en la prisión o en campos de concentración, los difundían, y difundiéndolos, poco a poco llegaron también a Occidente. Entre los destinatarios, estaba también yo», recuerda.

Y así hacia fines de los años 50, cuando en todo Occidente se pensaba que en la Unión Soviética el cristianismo fuera ya sólo una reliquia del pasado, el padre Romano Scalfi tuvo la intuición de que en Rusia la fe cristiana no sólo existía todavía, sino que era un principio cultural y espiritual fundamental que había que despertar.

«Por esto -añade el padre Scalfi-, algunos amigos y yo, fuimos a la Unión Soviética en 1960 con dos coches y logramos “perdernos” de los guías rusos para visitar las aldeas y hablar con la gente del pueblo».



«En los años siguientes, fui varias veces a la Unión Soviética hasta que me detuvo uno que me dijo que ‘no era persona grata’ y así me quitaron el visado hasta la caída el muro de Berlín -recuerda-. De todos modos, no me di por vencido y, sin romper las relaciones de amistad, empecé a entrevistarme con estudiantes de ruso o personas que iban allí por trabajo».

Desde 1960, el padre Scalfi empezó a publicar la revista «Rusia Cristiana» que, entre mil dificultades, empezó a dar voz a los creyentes perseguidos en la URSS y a la defensa de los derechos religiosos y humanos. En los años 80, la revista cambió de nombre, ahora se llama «La Nueva Europa» y, desde 1991, se publica también en lengua rusa en Moscú.

El fin es dar a conocer en Occidente las riquezas de la tradición espiritual, cultural y litúrgica de la Ortodoxia rusa, favorecer el diálogo ecuménico sobre la base del contacto vivo entre diversas experiencias de Iglesia y contribuir a la reevangelización de Rusia.

El padre Scalfi reveló que, en 1993, para proseguir y ampliar las relaciones de amistad y colaboración nacidas en Rusia en 40 años de trabajo, «hemos creado en Moscú el Centro Cultural ‘Biblioteca del Espíritu’, que en colaboración con la Iglesia Católica local y algunas importantes instituciones de la Iglesia Ortodoxa Rusa, realiza un trabajo cultural, editorial y de distribución de libros».

La Biblioteca del Espíritu ha publicado recientemente en ruso la «Introducción al Cristianismo» de Joseph Ratzinger, con el prólogo del metropolita Kirill, presidente del Departamento para las Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú.

En mayo de 2003, con motivo del decenio de la «Biblioteca del Espíritu», un grupito de colaboradores participó en una audiencia de Juan Pablo II, y en aquella ocasión le donamos el ejemplar del libro un millón distribuido por el Centro.



Otra joya del trabajo de Rusia Cristiana es la Escuela Iconográfica de Seriate (www.russiacristiana.org/iconografia.htm), la primera surgida en Italia. En torno a la Escuela, se reúne una Fraternidad de iconógrafos, empeñados en el estudio y en la obra de «revivir» la tradición del icono en Occidente.

El padre Scalfi concluye recordando que «el iconógrafo es un artista que pone a disposición sus talentos para que la oración de toda la comunidad sea sostenida por la luz divina del icono, y por esto necesitan una seria formación espiritual y técnica».

La «Escuela de Seriate» organiza desde hace años varias muestras de iconos en toda Italia y ha realizado con gran éxito una exposición de ochenta iconos, dedicados a los misterios del Rosario y a la Madre de Dios, actualmente expuesta en Venecia (http://www.exibart.com/profilo/eventiV2.asp/idelemento/45453).

04 octubre 2007

En el 90 aniversario de las apariciones de la Virgen

Benedicto XVI y Fátima


No sólo el Papa Juan Pablo II estuvo especialmente vinculado a la Virgen de Fátima. También Benedicto XVI lo está. No sólo fue el encargado por su predecesor para desvelar el tercer secreto revelado a los tres pequeños pastores portugueses, sino que él mismo tomó, tras ser elegido como nuevo Papa, el nombre de Benedicto, en honor de san Benito y del Papa Benedicto XV, bajo cuyo pontificado tuvieron lugar las apariciones.


«Quiero referirme -explicaba en la primera de sus Audiencias de los miércoles- al nombre elegido como Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal. He querido llamarme Benedicto XVI en relación con el Papa Benedicto XV, que guió la Iglesia en un período difícil a causa del primer conflicto mundial. Fue un profeta de paz valiente y auténtico, e hizo lo posible para evitar la guerra y limitar sus consecuencias nefastas. Como él, deseo poner mi ministerio al servicio de la reconciliación y armonía entre los hombres y los pueblos, con el profundo convencimiento de que el gran bien de la paz es sobre todo un don de Dios, frágil y precioso, que hemos de invocar, defender y construir entre todos».





Benedicto XV fue el Papa que guió a la Iglesia durante la Primera Guerra Mundial. Hizo numerosas llamadas a la reconciliación entre las naciones y pidió en muchas ocasiones que se rezase por la paz, principalmente a los niños. Una de sus intervenciones ha adquirido con el tiempo un tono profético; el 5 de mayo de 1917, Su Santidad envió una carta al cardenal Gasparri en la que pide: «Haga conocer a todos los obispos del mundo que es nuestro ferviente deseo que la Humanidad se dirija al Sagrado Corazón de Jesús -Trono de Gracia- y que acudan a este Trono por medio de María. Por lo tanto, ordenamos que, comenzando con el primer día de junio este año, se ponga en la Letanía de la Santísima Virgen la invocación: ¡Reina de la Paz, ruega por nosotros! ¡Que los tiempos venideros recuerden la eficacia de la intercesión de María y la grandeza de sus bendiciones para quienes le suplican!»

La respuesta de la Virgen

Ocho días después, la Virgen se apareció en Fátima a los niños Jacinta, Francisco y Lucía, ofreciendo a la Humanidad el remedio mejor para asegurar la paz: «Rezad el Rosario todos los días, a fin de obtener la paz para el mundo».

El contexto histórico de la apariciones era difícil para la supervivencia de la fe. En Rusia -tan vinculada a los secretos de Fátima- fermentaba ya la revolución comunista, y en Portugal se había producido otra revolución unos años antes, que había traído consigo la persecución religiosa. Alfonso Costa, uno de sus líderes, afirmó en 1911 que la religión quedaría suprimida en una o dos generaciones. La respuesta a todo ello la dio la Virgen a unos niños de una aldea perdida de Portugal. Tan es así que el arzobispo de Moscú, monseñor Kondrusiewicz, afirmó en una entrevista reciente que, «hace quince años, durante el domingo sólo había dos misas: en San Luis de los Franceses y en la embajada estadounidense. Hoy, hay 27 misas en 12 idiomas. Muchos de los que participan en ellas son jóvenes, algunos rusos y otros extranjeros. Los jóvenes son muy dinámicos. Es fácil organizar actividades y se ofrecen sin problemas como voluntarios».

Sobre Fátima, el arzobispo de Moscú afirma: «Tras la muerte de sor Lucía, celebramos una misa especial. Me encontré tres veces con ella. La primera vez, en 1991. Ella no podía creer que en Moscú hubiera un arzobispo. Esto era para ella el signo de que la promesa de Fátima se estaba realizando. Estaba evidentemente emocionada. El 13 de cada mes, en Rusia, se hace una procesión con las antorchas y se reza. Para nosotros los católicos, el mensaje de Fátima, en tiempos soviéticos, era una esperanza. Todo era oscuro, pero la Virgen dijo: Mi corazón inmaculado triunfará y Rusia se convertirá. Quizá los jefes que firmaron el final de la Unión Soviética, el 8 de diciembre de 1991, no sabían bien el significado de ese día: la fiesta de la Inmaculada».

El 13 de mayo pasado, 90 aniversario de las apariciones, Benedicto XVI presidió la misa de inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Allí se refirió a la Virgen de Fátima afirmando que, «con su vehemente llamada a la conversión y a la penitencia, es, sin duda, la más profética de las apariciones modernas. Pidámosle a la Madre de la Iglesia, a ella que conoce los sufrimientos y las esperanzas de la Humanidad, que proteja nuestros hogares y nuestras comunidades. De modo especial confiémosle aquellos pueblos y naciones que tienen particular necesidad, y lo hacemos con la certeza de que no dejará de atender las súplicas que le dirigimos».

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

DESHIELO CATÓLICO-ORTODOXO EN RUSIA

Algo se mueve en Moscú



Por José Luis Restán

La noticia ha quedado confinada en el ámbito de los especialistas, pero si se analiza en el contexto de otros indicios recientes, bien merece una atención más esmerada. El pasado 21 de septiembre, la Santa Sede hacía público el nombramiento del sacerdote italiano Paolo Pezzi, como Arzobispo Metropolita de la Archidiócesis de la Madre de Dios, en Moscú. ¿Por qué colocar a un italiano al frente de la principal comunidad católica de la inmensa Rusia?




Recordemos primero que durante quince años, la sede católica moscovita ha sido guiada por Tadeusz Kondrusiewicz, nacido en Bielorrusia y de raíces polacas. A este hombre de recio carácter le ha tocado construir en el desierto; primero porque a su llegada la Iglesia católica había desparecido prácticamente de Rusia tras setenta años de comunismo, y segundo porque en todo momento ha respirado la hostilidad del Patriarcado Ortodoxo de Moscú. Razones históricas y teológicas, pero también biográficas, han amasado ese clima verdaderamente gélido. Para el Patriarcado, Kondrusiewicz ha sido siempre "un polaco" (como lo era, evidentemente, Juan Pablo II) trasladado a Rusia por decisión de Roma: eso despertaba los peores fantasmas de la historia religiosa y política de aquellas latitudes.

La reconstrucción de las estructuras católicas en Rusia, con la creación de cuatro diócesis en 2002, señaló el clímax del enfrentamiento, trufado de acusaciones al supuesto proselitismo católico. Para la Iglesia Ortodoxa los territorios de la Madre Rusia están confiados a su cuidado pastoral, y la presencia católica debía reducirse al mínimo. Por su parte, la Santa Sede recordaba la presencia secular de comunidades católicas latinas de diverso origen, tanto en la región de Moscú como en Siberia y en los márgenes del Volga, e invocaba el derecho de estas comunidades a gozar de la guía de sus obispos y a comunicar libremente su experiencia en un ambiente fuertemente marcado por la huella del ateísmo soviético. Por otra parte, es preciso recordar que en ese clima de dificultad y aspereza, nunca han faltado espacios de encuentro, colaboración y reconocimiento entre católicos y ortodoxos, como por ejemplo la Biblioteca del Espíritu, una iniciativa del Centro Rusia Cristiana en la que ha participado activamente el sacerdote Paolo Pezzi.

El pontificado de Benedicto XVI parece haber abierto un nuevo periodo. No nos precipitemos a denominarlo primavera, pero al menos es el final del invierno, y eso en Rusia siempre es motivo de esperanza. Todo indica que la decisión de enviar a Moscú a Don Pezzi tiene la finalidad de afianzar esta nueva estación con una persona que suscitará menos controversia con el Patriarcado. Este sacerdote italiano de 47 años pertenece a la Fraternidad Misionera de San Carlos Borromeo, injertada en el árbol eclesial de Comunión y Liberación. Durante más de diez años ha desarrollado su ministerio en Rusia, primero en Novosibirsk, después en Moscú y por último en San Petersburgo, donde actualmente era rector del seminario. Durante este periodo el nuevo obispo ha desarrollado una intensa actividad misionera, siempre acompañada de un cálido diálogo con los hermanos ortodoxos.



Por supuesto, el Patriarca Alexis II no comenta estos hechos, pero es significativo que en vísperas de su viaje a París, invitado por el arzobispo André Vingt-Trois, haya abierto por primera vez la puerta a un próximo encuentro con Benedicto XVI. También se ha hecho notar la estima del Patriarcado hacia la obra teológica del Papa Ratzinger, cuyo libro Introducción al cristianismo ha sido editado recientemente en ruso, con un elogioso prólogo del Metropolita Kirill, responsable del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado. Son pequeños signos que tejen una estela de confianza.

Mientras tanto, el esforzado arzobispo Kondrusiewicz retorna a su tierra natal para relevar en la sede de Minsk al heroico cardenal Swiatek, testigo de la fe en el gulag soviético. La pequeña pero dinámica comunidad católica de Moscú recordará siempre a su primer obispo con enorme gratitud, mientras contempla con esperanza una nueva etapa que estará marcada por la misión y el diálogo. Entre ambos no puede haber contradicción.



Santa Teresita del Niño Jesús. Documental en el Centenario de su muerte (33:37)

02 octubre 2007

Benedicto XVI asegura su colaboración al nuevo patriarca ortodoxo de Rumania

Su Beatitud Daniel, prestigioso intelectual


CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 1 octubre 2007.- Benedicto XVI ha asegurado su colaboración y la de los fieles católicos a Su Beatitud Daniel, nuevo patriarca de la Iglesia ortodoxa rumana.




El Papa envió el 30 de septiembre a Bucarest una delegación para participar en la entronización del jefe de esta Iglesia autocéfala con 19 millones de fieles.

La delegación ha estado presidida por el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y compuesta por el obispo Brian Farrell L.C., secretario de ese organismo vaticano, y por el arzobispo Jean Claude Périsset, nuncio apostólico en Rumanía.

Como «prenda de la búsqueda de la plena comunión», el cardenal Kasper regaló en nombre del Papa al patriarca un precioso cáliz y le llevó una carta escrita por el pontífice en francés en la que asegura que «los católicos están al lado de sus hermanos ortodoxos, con la oración y su disponibilidad, para ofrecer toda colaboración útil».

«El único Evangelio espera ser anunciado por todos juntos, en el amor y en la estima recíproca», sigue diciendo Benedicto XVI al jefe de la Iglesia rumana, que entre todas las iglesias ortodoxas es la segunda en número de fieles, después de la ortodoxa rusa.

La carta recoge la buena relación que se creó entre Juan Pablo II, primer Papa en visitar un país ortodoxo, Rumania, en mayo de 1999, con el anterior patriarca de Rumanía, Su Beatitud Teoctist, fallecido el 30 de julio de 2007, a los 92 años, después de 19 años de mandato.

Aquel gesto y las palabras que entonces se pronunciaron, reconoce Benedicto XVI, «siguen siendo de actualidad para mí y para la Iglesia católica, subrayando que es particularmente necesario intensificar los lazos que nos unen para el bien de la Iglesia».

El obispo de Roma considera que esta intensificación de la amistad entre católicos y ortodoxos será decisiva «para responder a las necesidades actuales en Europa y en el mundo, tanto a nivel religioso como social».

«Un testimonio común de los cristianos es cada vez más necesario para responder a nuestra vocación común y a las urgencias de nuestro tiempo», concluye la misiva.

Su Beatitud Daniel Ciobotea, de 56 años, es el sexto patriarca rumano. Cuenta con tres doctorados universitarios, dos de ellos alcanzados en el extranjero, con 12 años de estudios ecuménicos y con 10 años de monaquismo. Hasta ahora era arzobispo metropolitano de Moldavia y Bucovina.

Mensaje del Papa al nuevo patriarca de la Iglesia ortodoxa rumana

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 18 octubre 2007.- Publicamos el mensaje que ha enviado Benedicto XVI a Su Beatitud Daniel, nuevo patriarca de la Iglesia ortodoxa rumana.

* * *

A Su Beatitud
DANIEL
Arzobispo de Bucarest
Patriarca de la Iglesia ortodoxa rumana

Con gran alegría y con sentimientos de comunión fraterna he sabido de su elección a la sede patriarcal de la Iglesia ortodoxa de Rumanía, sucediendo así a nuestro venerable hermano en Cristo Su Beatitud Teoctist.



Al comenzar su nueva misión, me uno muy particularmente a usted, Beatitud, así como al Santo Sínodo del Patriarcado rumano, a todo el clero y a los fieles, que lo reciben con alegría a usted, el nuevo pastor llamado a guiar a la Iglesia ortodoxa rumana. Pido al Espíritu Santo que lo sostenga en este arduo cargo. Que ayude a la Iglesia ortodoxa rumana en su desarrollo, para que afronte, con vitalidad renovada, los cambios y la reorganización material y espiritual necesarios en el período que vivimos, después de las dificultades experimentadas durante el pasado reciente, en el que existían numerosas limitaciones a la libertad y a veces persecuciones manifiestas.

Que el Señor lo acompañe para que su Iglesia responda a las expectativas del pueblo rumano y le dé cada vez más la esperanza que necesita para avanzar por el camino de la vida y para transmitir a las generaciones jóvenes los valores morales y espirituales fundamentales, a fin de afrontar las diferentes corrientes ideológicas que hoy atraen a muchos de nuestros contemporáneos.

En esta bendita ocasión, en la que me uno espiritualmente a usted, le deseo, Beatitud, un servicio pastoral fecundo, iluminado por la luz de Cristo y fortalecido por el poder del Espíritu Santo. ¿Cómo no recordar el encuentro solemne entre mi predecesor, de venerada memoria, y Su Beatitud Teoctist y los miembros del Santo Sínodo en Bucarest, en el palacio patriarcal, el 8 de mayo de 1999? Esa primera visita de un Papa a un país donde la Iglesia ortodoxa es mayoritaria abre un camino de esperanza, que es necesario proseguir con el fin de llegar a la unidad plena. Hago mías hoy las palabras que pronunció el Papa Juan Pablo II en esa circunstancia: "Sepa, Beatitud, que los católicos acompañan a sus hermanos ortodoxos mediante su oración y su disponibilidad a cualquier forma de colaboración. Todos estamos llamados a anunciar juntos el único Evangelio, con amor y estima recíproca" (Discurso durante el encuentro con el Patriarca y los miembros del Santo Sínodo, 8 de mayo de 1999, n. 2: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 14 de mayo de 1999, p. 10). El espíritu que animaba estas palabras y el compromiso que proclamaban siguen teniendo actualidad para mí mismo y para la Iglesia católica, al subrayar que es muy necesario intensificar los vínculos que nos unen, para el bien de la Iglesia.

De igual modo, nuestras relaciones deben reforzarse para responder a las necesidades actuales en Europa y en el mundo, tanto en el ámbito religioso como en el social. Un testimonio común de los cristianos es cada vez más necesario para responder a nuestra vocación común y a las urgencias de nuestro tiempo. Quiero también reafirmarle cuánto aprecio el compromiso que la Iglesia ortodoxa rumana siempre ha manifestado en el seno de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico, mediante una participación activa y positiva de sus delegados. Estoy seguro de que quiere proseguir e intensificar el diálogo entre ortodoxos y católicos durante nuevas fases del diálogo, con el que nos preparamos a abordar cuestiones cruciales para nuestras relaciones.

Con paciencia, caridad recíproca y esperanza, también deberemos resolver cuestiones sin duda menores, pero que, en el ámbito local, aún constituyen un obstáculo para la comunión fraterna entre católicos y ortodoxos, puesto que los cristianos muy a menudo conviven sin buscar siempre los vínculos diarios que podrían ser particularmente valiosos para las relaciones entre católicos y ortodoxos.

Desde esta perspectiva, todos deberían recordar que, en la víspera de su pasión y de su muerte redentora, Jesús dijo a sus discípulos: "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros" (Jn 13, 34). El mandamiento del Señor debe llevarnos sin cesar a todos hacia nuevas relaciones, prólogo de la unidad plena.

Con estos sentimientos de alegría sincera y con la certeza de un compromiso común al servicio de la unidad de la Iglesia, le expreso mis más cordiales felicitaciones y le reafirmo mi afecto en el Señor Jesucristo, orando por usted, por los pastores y por todos los fieles de la Iglesia ortodoxa de Rumanía.

Castelgandolfo, 27 de septiembre de 2007