24 noviembre 2007

La Iglesia en la República de Kirguistán: 600 católicos, pero muy activos

ROMA, viernes, 23 noviembre 2007.- El obispo Nikolaus Messmer, administrador apostólico de la República de Kirguistán confiesa que tiene sus esperanzas puestas en las próximas elecciones del 16 de diciembre.

El obispo espera que salga elegido «un buen Gobierno que cumpla con sus responsabilidades», pues muchos asuntos han quedado en «en punto muerto« en esta antigua república soviética de Asia Central.

Según ha comunicado el prelado a la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), la gente está cansada de la situación inestable que no le ofrece perspectivas de futuro. Fuera del bazar o los campos de cultivo no hay trabajo, y muchos miran a Rusia, donde el presidente Vladimir Putin le está prometiendo a la población reformas y pensiones más altas.

En Kirguistán, los católicos representan una pequeñísima minoría de unos 600 creyentes. La población total, de unos 5,1 millones de almas, cuenta con un 75% de musulmanes y un 20% de ruso-ortodoxos.

La mayoría de los católicos son de ascendencia alemana: al morir Stalin, sus antepasados emigraron de Siberia a la región climáticamente más favorable de Kirguisa. En los últimos años, unos 20.000 kirguisos de origen alemán han emigrado a Alemania, entre ellos, entre 8.000 y 10.000 católicos.

Uno de los principales retos que afronta el obispo Messmer es la creación de estructuras eclesiales en el país. En todo Kirguistán hay sólo siete sacerdotes: cinco jesuitas y dos sacerdotes diocesanos.

En estos momentos, hay sólo tres parroquias, pero ello no quita que los sacerdotes tengan que recorrer a veces hasta 600 kilómetros para asistir a esta comunidad de católicos tan dispersa.

Por ello, una de las primeras medidas destinadas a establecer una presencia pastoral normalizada fue la adquisición de un vehículo, adquisición que fue financiada por AIN.

Ahora se proyecta construir un centro parroquial en la capital de Biskek, donde también reside el prelado. El obispo Messmer quiere comprar un edificio para que sus sacerdotes y religiosas puedan ofrecer encuentros catequéticos periódicos para niños, jóvenes y adultos.

El obispo también lamenta el hecho de que no haya una iglesia católica en Biskek, pese a ser la capital del país y la sede episcopal. En la actualidad, una casa normal hace las veces de templo.

«En los tiempos soviéticos no estaba permitido que hubiera iglesias en el centro de la ciudad. Como resultado, nos encontramos en las afueras, por lo que a mucha gente le resulta difícil venir a Misa, sobre todo, por la noche. De ahí que sólo unas pocas personas asistan a la Misa en los días laborables», explicó a AIN.

Esta situación le entristece. En cuanto a la idea de erigir una catedral como las que tienen otras capitales, el prelado sabe que no es más que un sueño. No obstante, le llena de alegría el hecho de que a la Santa Misa acudan tantos jóvenes y niños. Según explicó, entre los 120 creyentes que acuden con regularidad a Misa hay muchos jóvenes, y 10 de ellos ejercen de monaguillos.

La Iglesia católica kirguisa es muy activa en el ámbito social. Las seis religiosas presentes en Kirguistán visitan periódicamente a enfermos y ancianos, se ocupan de los niños abandonados dándoles de comer y visitan a los creyentes en los poblados dispersos por toda la región. También cabe resaltar su labor en las prisiones: en algunas prisiones de mujeres, varias presas han solicitado el bautismo. Lo que más les interesa a las internas es saber lo que ocurre fuera de los muros, pero en el transcurso de la conversación a menudo salen a relucir profundas cuestiones sobre la fe.

El obispo Messmer se muestra optimista respecto al futuro de la Iglesia kirguisa. Según dijo a AIN, no tienen problemas con los musulmanes. También señaló que desea intensificar la labor pastoral de la Iglesia, y que está muy agradecido por cualquier ayuda proveniente del exterior.

AIN ha decidido apoyar el proyecto del centro parroquial católico con una contribución de 20.000 euros.




Kirguistán 1/4

Kirguistán 2/4

Kirguistán 3/4

Kirguistán 4/4

22 noviembre 2007

El Centro Académico Romano Fundación convoca el VII Concurso Nacional de Redacción,

¿Qué es para ti un sacerdote?

BASES

Escribe una carta dirigida a Jesús, y cuéntale qué es para ti un sacerdote, cómo influye en tu vida, en tu familia, en tu ciudad o en tu parroquia.

Relata aquello que algún sacerdote haya hecho por ti, o que hayas visto en él hacer por los demás.

CATEGORÍAS

1ª Participantes con edades hasta los 12 años.

2ª Participantes de 13 a 18 años.

3ª Participantes mayores de 18 años.

PREMIOS
1er Premio de cada categoría: Un lote de libros por valor de 300 Euros

2º Premio de cada categoría: Un lote de libros por valor de 200 Euros

Las parroquias o centros educativos de los premiados serán galardonados con otro lote de libros por valor de 300 Euros

Las redacciones, con una extensión máxima de dos folios, han de remitirse antes del 31 de enero del 2008 a: Centro Académico Romano Fundación. C/ Juan Bravo, 48 -7º. 28006 Madrid info@carfundacion.org . Tfno: 91 402 90 82.

Deberán contener los siguientes datos:

Obligatorio: Nombre completo, edad, dirección y parroquia o centro educativo.
Opcional: nombre de tus padres, abuelos, amigos o familiares que te han ayudado, y su dirección.

Los trabajos pueden ir acompañados de un dibujo.

Involucra a tus amigos, padres o familiares para que te ayuden a hacer una buena redacción o para que también participen.

¡El trabajo en equipo es mucho más divertido!

El Jurado dará a conocer los galardonados el 19 de marzo de 2008.


¡Participa y escribe!
Entrevista a Mons. Pezzi, Arzobispo de Moscú


Esta entrevista ayuda mucho a conocer la situación actual de la Iglesia en Rusia*.

Mons. Paolo, le felicito por su nombramiento como cabeza de la metropolia católica de Rusia. ¿Con que sentimientos ha acogido usted esta decisión del Santo Padre Benedicto XVI?


Le doy las gracias por la felicitación.

Es difícil responder a su pregunta con pocas palabras. He sido llamado por el Santo Padre a participar en el ministerio de los apóstoles, es decir, en el diálogo escondido de Jesús con “los suyos”. He recibido este nombramiento con temblor. Según San Agustín obispo es aquel que mira atentamente hacia Cristo. Por eso a mí me parece que el servicio del Obispo consiste sobre todo en ser fiel a la llamada de Cristo: sígueme.


Me ayuda también recordar la norma que dirige el quehacer médico: no hagas daño. El Obispo en su servicio también debe recordar este consejo. Además, en su pregunta se encierra ya la respuesta: usted me ha felicitado por el nombramiento episcopal, es decir, por recibir la plenitud del la gracia del sacerdocio.

Yo estoy seguro de que el Señor que me ha llamado a este no fácil servicio, no me dejará sin ayuda ni auxilio. Al disponerme a cumplir con este nuevo encargo, ardientemente deseo que todas mis palabras y actos se realicen en el nombre del Señor Jesucristo, dando gracias por su medio al Dios y Padre (cf. Col 3,17), y que toda mi vida sea testimonio de su pasión para la Gloria de Cristo en la historia.

Espero que en este servicio no me falte la oración y la ayuda de los fieles de la Archidiócesis: sacerdotes, religiosos, laicos. Juntos, con la ayuda de Dios, seremos capaces de enfrentarnos con cualquier dificultad.




¿Podría usted recordar a nuestros lectores los datos sobre la Archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú y, más ampliamente, sobre la Iglesia Católica en Rusia? ¿En este momento cuántas parroquias, sacerdotes, religiosos, centros de enseñanza, monasterios existen? ¿Cuántos fieles, si es que se conoce el número? ¿Hay suficientes pastores e iglesias para ese número de fieles?

La comunidad católica en Rusia está hoy reunida en una Metropolia, formada por la Archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú y tres diócesis (San José en Irkustk, La Transfiguración en Novosibirsk y san Clemente en Saratov). Los obispos de estas diócesis forman la Conferencia de Obispos Católicos de la Federación Rusa, cuyo Presidente se elige cada cuatro años. La Conferencia, a diferencia, por ejemplo, del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, tiene sobre todo funciones de coordinación y consulta. La Archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú, que ahora se me ha confiado, tiene 90 parroquias con 150 sacerdotes.

Además en Rusia existen algunos centros de formación. En primer lugar el Seminario Superior Santa María, Reina de los Apóstoles en San Petersburgo, que es filial de la Universidad Pontificia Lateranense, un preseminario en Novosibirsk, el Instituto Santo Tomás en Moscú, y el Instituto Teológico San Adalberto de Kaliningrado. Además hay que recordar el amplio desarrollo de las escuelas de catequesis existentes al menos en todas en las parroquias más grandes.

En Rusia además existen un buen número de comunidades religiosas, normalmente muy pequeñas, de diferentes ordenes y congregaciones, tanto antiguas como nuevas. La mayoría de ellas son de mujeres. En general las religiosas ayudan a los sacerdotes en el trabajo parroquial, por eso la mayoría de esas comunidades están formadas por dos o tres monjas.



Por lo que respecta al número de católicos en Rusia, hay que clarificar los criterios para hacer el recuento, porque se oye hablar de cifras demasiado diferentes. Es importante ser exactos por lo que respecta a esta pregunta, para conocer la verdad y así garantizar la salud y el normal crecimiento de la comunidad católica.

La pertenencia étnica y cultural de los católicos que viven en la Federación Rusa, sin duda, es multiforme. Pero a mi me admira todavía más la capacidad de la Buena Nueva cristiana para dirigirse a la gente de diferentes naciones, con diferente historia y cultura, su actualidad y su fuerza para reunir a las gentes: Cristo es uno y el mismo ayer, hoy y eternamente. Sobre esto se fundamenta la predicación cristiana, y el diálogo entre los fieles de las distintas confesiones.

¿Cuáles han sido, en vuestra opinión, los principales logros de la comunidad católica rusa en los últimos 15-20 años? Y, por el contrario, ¿en que aspectos no se ha conseguido todo lo que se hubiera deseado? ¿Podría usted señalar las prioridades para la acción de la diócesis, los aspectos a los que usted quiere prestar más atención en los comienzos de su pontificado?

¡Yo no tengo, por supuesto, recetas ya preparadas! Pero para responder a esta pregunta hay que recordar la situación en la que comenzó la restauración de la vida de la Iglesia en Rusia hace casi 20 años.



Hablando de la Iglesia Católica, en toda Rusia se podían contar menos de 10 parroquias en activo. En los actuales límites de esta Archidiócesis sólo había dos, la de San Luís de los Franceses en Moscú y la de Nuestra Señora de Lourdes en San Petersburgo.

Desde ese momento, como ya he dicho, se ha vuelto a establecer la estructura canónica de la Iglesia, funcionan decenas de comunidades parroquiales, seminarios, una amplia red de centro educativos y de caridad, salen a la luz publicaciones periódicas de diversas características.

Razonablemente, ante un trabajo tan masivo, no se podía esperar el éxito en todas las direcciones. Casi todo se ha llevado a cabo en condiciones absolutamente nuevas, en una casi total ausencia de experiencia por lo que se refería a la situación rusa. Ha habido que corregir muchas cosas sobre la marcha, y muchas de nuestras primera valoraciones, luego se han mostrado como demasiado grandiosas o, al revés, demasiado pequeñas.

Desde estos datos puede entenderse como la Iglesia Católica en Rusia ha dado significativos pasos adelante. También desde estos datos pueden ser entendidas las torpezas de algunos concretos pasos de la Iglesia Católica en Rusia, como también algunos recelos desde fuera hacia los católicos. No hay que olvidar que los masivos y sin precedentes cambios operados en Rusia a inicios de los 80, evidentemente, no afectaron sólo a los católicos.

Por eso en mi nuevo servicio en Rusia yo veo una continuación y perfección del trabajo que se comenzó mucho antes de mi. No comienzo, sino continuación. El mismo sentido de la vida lleva consigo crecimiento y renovaciones.

En cuanto a las prioridades hacia las que orientar nuestros esfuerzos conjuntos en el presente, -además de llevar adelante los trabajos pastorales ya en marcha-, me parece que sobre todo, en la medida en que nos sea posible, hay que centrarse en cuidar con mayor esmero a los sacerdotes y religiosos que trabajan en la Archidiócesis. Puede ser que esto lleve consigo después de algún tiempo algunas transformaciones o, más bien, concretizaciones de las estructuras parroquiales.

Es absolutamente anormal que los sacerdotes trabajen sin ningún contacto en las dificultades del ministerio, en soledad, sin posibilidades de comunicación con los hermanos sacerdotes. Me parece que en cierta medida esa situación se puede cambiar.

Evidentemente, a la lista de prioridades hay que añadir también la profundización en la formación tanto en la preparación para el sacerdocio como en los primeros años de servicio parroquial de los jóvenes sacerdotes.

Me parece que también es necesario ponerse a trabajar para lograr una presencia conceptualmente bien proporcionada de la Iglesia Católica en la sociedad actual rusa, teniendo en cuenta que está debe realizarse sin olvidar que nos encontramos en un país de mayoría ortodoxa.

Con alegría puedo señalar que hay un claro progreso y mejora de las relaciones multiconfesionales, pero este trabajo conjunto hay que continuarlo. Hay que añadir que ese trabajo se corresponde de un modo muy especial con la voluntad y los propósitos de su Santidad Benedicto XVI.

En una palabra, la prioridad es la educación en la fe, en una fe madura, que se transforma en un vivo testimonio en todos los aspectos de la vida ciudadana (en la familia, en el trabajo, en la ciencia, en la política, y demás campos).

En nuestro siglo de la información, en la acción de las organizaciones eclesiásticas juegan un importantísimo papel los medios de comunicación. ¿Cómo valoraría el nivel de los medios católicos en Rusia? ¿Responden a las necesidades contemporáneas? Usted ha tenido una valiosa experiencia como director de la revista de los católicos de Siberia. ¿Se plantea usted prestar especial atención al trabajo con los medios?

El trabajo de perfeccionamiento y clarificación conceptual de los medios de comunicación debe ser continuado. Sin alejarse de un seguimiento riguroso del magisterio de la Iglesia, las publicaciones periódicas católicas tanto impresas como electrónicas están llamadas a una mayor perfección en la dirección de una positiva apertura y colaboración con todas las fuerzas sanas de la sociedad.

En primer lugar yo pienso, indudablemente, en un diálogo sano, lleno de buena voluntad y de contenido con la tradición cristiana oriental, que en Rusia está representada por la Iglesia Rusa Ortodoxa, y también en un profundo enraízamiento en la sociedad rusa, y en una amplia atención a los problemas de la sociedad rusa.


El movimiento “Comunión y Liberación”, al cual usted está unido, es conocido no sólo como vivo, activo e influyente, sino también como conservador. Al mismo tiempo algunos piensan que “conservador” según las medidas occidentales en Rusia puede parecer “modernista”. ¿Tiene usted la impresión tras sus años de ministerio en Rusia, que los católicos rusos son más conservadores, más “tradicionales” que sus correligionarios en Italia?

A pesar de todas las diferencias culturales que existen entre el mundo católico y ortodoxo, existe una asombrosa semejanza (que a veces llega a convertirse en identidad) en relación con los problemas de la vida contemporánea, que afectan a la Iglesia Católica y a la Iglesia Ortodoxa. Cada vez con más frecuencia y más convicción resuenan los llamamientos a una cooperación católica-ortodoxa en defensa de la los valores cristianos. Esto se refiere especialmente al continente Europeo.

Por lo que se refiere a los “tradicionales”, me parece que no se puede perder de vista la diferencia entre lo importante y lo secundario en la vida eclesial: entre, en una palabra, Tradición y tradiciones. La Tradición, permaneciendo en su identidad fundamental, firme e inmutable, encuentra su expresión en este mundo cambiante en unas tradiciones que cambian de época en época. Así ha sido siempre. La Iglesia es eternamente un organismo vivo. Otra cosa es que esta renovación, para ser genuina, está llamada a orientarse no tanto a partir de las modas e ideologías cambiantes cuanto como continuación de lo esencial. Con otras palabras, conviene hacer que los medios se adecuen lo más perfectamente posible a los fines.

En cuanto a la comunidad católica rusa, seguramente es –a pesar de sus pequeñas cifras- un reflejo de todo el espectro existente en el “gran” mundo católico. En esta cuestión, como en todas las demás de la vida eclesial, me parece que conviene seguir la antigua regla: “En lo esencial, unidad, en lo secundario, libertad, en todo, amor”.

En el siglo ХХ la Iglesia Católica ha reflexionado mucho sobre la colaboración con las culturas de aquellos países en los cuales realiza su misión. A este respecto ¿qué nos podría decir de la situación en Rusia? ¿Ha logrado la comunidad católica ser aquí del lugar o se la considera –también desde dentro- como una “confesión extranjera”, como una suerte de alternativa espiritual a la mayoría?

Es indudable que la comunidad católica en Rusia es cada vez más “rusa”, aunque una significativa parte de sus miembros vienen de familias relacionadas en su procedencia con diferentes nacionalidades. Esto está muy relacionado con los inevitables rápidos procesos de asimilación que se dan en la sociedad contemporánea.

Para no encerrarse en un fortificado “gueto étnico-confesional”, donde la vida de la iglesia está fuertemente alejada de la realidad social, la Iglesia debe prestar mucha atención a los temas culturales. Se necesita encontrar una razonable y fructuosa correlación entre las constantes de las formas culturales construidas en el occidente católico y lo específico de la sociedad rusa, conformada en buena medida por la influencia de la ortodoxia oriental. Aquí hay mucho por hacer, porque el aislacionismo y el confesionalismo cerrado es extraño a la Iglesia Católica y en nada útil para la formación cristiana de sus miembros.

El cristiano-católico, no menos que su hermano ortodoxo, debe sentir amor y responsabilidad por su Patria y su pueblo. La unidad en este amor a Rusia, se convierte en una percepción de la realidad que es necesaria y está llamada a contribuir a entender más profundamente su pertenencia a la Iglesia.

Todas las dolorosas discrepancias históricas no deberían oscurecer en nosotros la unidad en lo esencial, en Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida no sólo para cada cristiano de cualquier confesión sino también para cada país y para toda la humanidad (hecho que no depende que esto se sepa o no).

Hoy en día muchos no comparten esta visión, pero todo cristiano, tanto ortodoxo como católico, en el camino hacia la unidad, está llamado a testimoniar al mundo su firmeza.

Como señalan la mayoría de los expertos, en los últimos dos años y medio la relación entre la Santa Sede y el Patriarcado de Moscú ha mejorado sensiblemente. ¿Cómo ve usted el desarrollo de la relación con la Iglesia Ortodoxa en vuestra diócesis? ¿Qué pasos podrían darse para quitar las tensiones todavía existentes?

Sí, usted está en lo cierto. Felizmente, en los últimos años han mejorado las relaciones entre nuestras Iglesias. Esto ha sido posible gracias a una mayor apertura, que se ha hecho visible al analizar conjuntamente literalmente cada problema emergente y así haber tenido la capacidad de eliminarlo a su tiempo. Un mejor conocimiento, alcanzado a través de una genuina relación llena de buena voluntad, inevitablemente contribuye al crecimiento de la confianza. En este sentido yo valoro la actual relación como llena de futuro y ya preparada para trabajar en su posterior desarrollo.

La mayoría de los problemas puestos hoy ante nuestras Iglesias, afectan por igual a los ortodoxos y a los católicos y, por consiguiente, muchos de ellos los podemos resolver poniendo algo de cada parte. Se hace camino al andar. Con alegría hoy se puede constatar que vamos por esa senda.

Sólo quiero añadir que el camino hacia la unidad no tiene nada que ver con una falsa “ideología de la tolerancia”, sino experiencia de fraternidad y de amor misericordioso, fundado en la segura creencia de la presencia de Cristo en medio de nosotros. Esto nos libra del riesgo de caer en utopías o en ideologías y también, en sentido contrario, hace nacer vivas relaciones humanas, porque no se puede no dar a los demás la riqueza que tú tienes y la esperanza que has adquirido contemplando a Cristo.


Para terminar quisiera pedirle que cuente algo de sí mismo: ¿Cuándo comenzó usted a reconocerse a sí mismo como creyente? ¿En qué edad tomó la decisión de ser sacerdote? ¿Por qué y cuando se interesó por Rusia? (Sabemos que la historia de la Iglesia Católica en nuestro país fue el tema de su tesis doctoral).

Yo he nacido en una familia de católicos practicantes, y mi infancia la he vivido en un continua relación con la Iglesia. Por lo que respecta a mis intereses sobre Rusia, los recibí sobre todo del fundador del movimiento eclesial al que pertenezco desde joven, Don Luigi Giusanni. El amó mucho la música rusa, desde las canciones populares hasta los delicados “romans”, la música sinfónica y las canciones litúrgicas. Además, Don Giusanni siempre se interesó por la cultura espiritual rusa.

Sobre todo por las obras de los pensadores religiosos rusos de principio del siglo XX. Nuestro inolvidable maestro transmitió ese amor a muchos de sus hijos espirituales. Yo soy uno de ellos. Me acuerdo, por ejemplo, como al principio de mi camino de fe en el movimiento, mis amigos me regalaron un icono del Salvador de Andrey Rublev, que siempre he llevado conmigo.



La “Fraternidad de San Carlos Borromeo”, a la que pertenezco, se fundó en 1985 en el seno del movimiento Comunión y Liberación, en respuesta a la llamada del Santo Padre Juan Pablo II: “Íd por todo el mundo, llevad por todas partes la verdad, la belleza y la paz que se encuentran en Cristo Salvador”. Procurando responder a esta llamada, los miembros de nuestra Fraternidad viven en pequeñas comunidades, como los doce discípulos vivieron junto a Cristo, y entienden la predicación cristiana, sobre todo, como “pasión por la gloria de Cristo”. Porque así dice el Apóstol: el amor de Cristo nos urge, porque, si uno murió por todos, El murió por todos para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (cfr 2 Cor 5, 15).

Y por último: para mi es un signo especial el hecho de que yo haya nacido en una pequeña ciudad no lejana a la antigua Ravenna, que se llama Russi, lo cual puede traducirse al ruso como “rusos”.
__________________
*Entrevista realizada a Mos. Pezzi la víspera de su consagración episcopal, por Dmitriy Vlasov, para la agencia Blagovest-info. Traducción del original ruso por “Asociación de Amigos de Rusia San Nicolás”.


21 noviembre 2007

Inaugurada en España la primera iglesia ortodoxa del Patriarcado de Moscú

Presentes el metropolita Kirill y monseñor Palmero, obispo de Orihuela-Alicante

ALICANTE, martes, 20 noviembre 2007.- El 11 de noviembre pasado tuvo lugar la bendición e inauguración oficial de la primera iglesia ortodoxa del Patriarcado de Moscú en España.



La iglesia está situada entre bosques de pinos, en una urbanización a las afueras de Altea, Alicante. La construcción es del más puro estilo arquitectónico ruso, está construida en madera procedente de la cordillera de los Urales en Rusia y la decoración exterior «es de mosaico con hermosos iconos».

En el ábside, que mira hacia Levante, «destaca un hermoso mosaico policromado que representa la figura de Jesucristo en actitud de bendecir; se divisa muy bien desde la carretera de Altea a Calpe». El edificio está coronado por cinco cúpulas cubiertas de láminas de oro con sus respectivas cruces bizantinas que destacan por su brillo.



En el interior, artistas venidos de Moscú, pintaron frescos en la cúpula que representan una serie de ángeles que rodean una imagen de Cristo Majestad a modo de Pantocrator. «Llama la atención un gran iconostasio decorado en oro sobre madera con hermosísimos iconos procedentes de la escuela iconográfica de Moscú que representa, en el más puro estilo ortodoxo, a Jesucristo, a María y a gran número de Santos Padres de la Iglesia oriental».

El oficiante principal fue el metropolita Kirill de Smolensko y Kaliningrado, en la actualidad presidente del Departamento del Patriarcado de Moscú para Relaciones con las otras Iglesias.



Antes de comenzar el acto litúrgico, saludó al obispo de Orihuela-Alicante monseñor Rafael Palmero Ramos, presente en el acto, y le dirigió las siguientes palabras: «Ya que estamos en esta diócesis de la que usted es obispo, le pido su beneplácito para proceder a la bendición de esta iglesia».

«Con ello quiso explícitamente dar a entender que monseñor Palmero es el obispo que, como sucesor de los apóstoles, preside la comunidad cristiana de la Iglesia de Orihuela-Alicante».



Acompañaban al obispo el vicario general de la diócesis y el párroco de Altea. Cerca estaba el embajador de Rusia en Madrid, Alexander Kuznetsov y el alcalde de la localidad.

El coro polifónico, venido para esta ocasión de Moscú, interpretó «de forma magistral hermosos cantos propios de la bella y expresiva liturgia ortodoxa rus».

El público que llenaba por completo la iglesia y la hermosa explanada ajardinada del exterior, asistió al acto de pie, como es costumbre entre los ortodoxos, para compartir la liturgia con gran devoción y respeto. Ésta duró más de dos horas

En la homilía, el metropolita Kirill dijo, entre otras cosas, que ese hermoso edificio tenía que ser un símbolo de la fe y amor en Jesucristo de esta comunidad.

Precisó que han de encontrar la fuerza para ello en los magníficos tesoros de espiritualidad peculiares de la Iglesia Ortodoxa.

Señaló de un modo particular la necesidad de trabajar con «nuestros hermanos católicos, sin ánimo de proselitismo, para difundir con ellos los valores cristianos en este mundo que tanto los necesita».

08 noviembre 2007

«Mater Unitatis», primer monasterio católico en territorio ortodoxo rumano



Acuden sin distinción católicos y ortodoxos a su iglesia y hospedería

ROMA, viernes, 2 noviembre 2007.- Una pequeña campana, regalo de Juan Pablo II, marca el paso de las horas en el monasterio de mujeres «Mater Unitatis», en Piatra Neant, Rumanía.

La campana había sido entregada al anterior pontífice, en 2000, por el presidente de Hungría y es una reproducción de la misma campana que el 7 de octubre de 1571, tras la victoria de Lepanto, Pío V ordenó que repicara para dar gracias a la Virgen.



Pasados más de cuatro siglos, el tañido de aquella campana vuelve a subrayar un momento decisivo para la cristiandad. Y es también un 7 de octubre la fecha profética. Esta vez, el redoble ha invadido los espacios del recién estrenado monasterio, el único benedictino y el primero católico en este país ortodoxo, en el día de su dedicación.

El proyecto se inició el 13 de octubre de 1994, cuando el obispo de Iasi, monseñor Petru Gherghel, de visita al archicenobio San Andrés Apóstol de Arpino, Frosinone, Italia, manifestó a la abadesa, madre Maria Cristina Pirro, el deseo de que se pudiera construir, también en Rumanía, un monasterio tan bello como ése.

Una frase que no cayó en el vacío. «Aunque pobrísimas -relata la madre Cristina a Zenit-, han sido justo estas monjas italianas las que han permitido que el sueño se realizara. Gracias también al regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, monseñor Paolo De Nicolò y a tantos benefactores, sobre todo italianos, que han creído en el proyecto de las monjas de clausura».

Las mismas que, en oración, ante la estatura de Nuestra Señora de Loreto, osaron esperar lo que entonces parecía imposible: «Tú sabes que hemos recibido una invitación a fundar un monasterio --imploraron, dirigiéndose a María--, pero sabes también que no tenemos ni jóvenes, ni dinero para construirlo. Estamos sin embargo disponibles a cualquier sacrificio y si quieres este monasterio, procura tú las vocaciones y dinero».

Pasados trece años, rodeado de una generosa naturaleza, el monasterio benedictino surge allí, engarzado en un conjunto de monasterios ortodoxos, los de Agapia, Varatec y Bistrita. «Hemos visto allí la mano de la providencia», confiesan las religiosas.



No han faltado dificultades, como cuando el 25 de marzo de 1998 llevaron al Vaticano la primera piedra del futuro edificio, para que Juan Pablo II la bendijera. No se sabe cómo, la piedra rodó por tierra y se rompió en pedazos.

«Los pobres monseñores, una vez recogidos los muchos fragmentos, con urgencia los confiaron a los restauradores de la Fábrica de San Pedro y, estos, sumamente eficaces, contrarreloj, restituyeron a la piedra su primitiva belleza. De hecho nadie se dio cuenta de lo que había sucedido».

En aquella ocasión, refiriéndose al comprometido proyecto, Juan Pablo II habló de «una providencial iniciativa», augurando que el monasterio pudiera convertirse en un «centro propulsor de animación espiritual, según el espíritu de San Benito».

Las monjas corrieron riesgos, como cuando había que pagar el terreno adquirido en el que se construiría el monasterio. El 30 de junio de 1997, la madre Cristina pasó la frontera llevando consigo el dinero necesario para concluir la negociación.

En aquella época, si la hubieran detenido en la entrada a Rumanía, le habrían confiscado toda la suma y adiós monasterio. «Hoy, se haría una transferencia, pero entonces no tenía un banco al que recurrir», explica.

«¿Cómo hacer? El ecónomo de la diócesis de Iasi, al no ver otra solución, me dijo que me fiara de Dios y que lo llevara encima y así hice. Al atravesar el control fronterizo, me encomendé a Jesús, a la Madre de la Unidad, al ángel de la guarda y a todos los santos y ánimas del purgatorio».

Todo fue como la seda pero, de pronto, un nuevo problema: «A causa de la inestabilidad del Gobierno rumano, se temía que a las monjas católicas, y para colmo extranjeras, no les dieran permiso para construir un monasterio en tierra ortodoxa».

Me aconsejaron entonces que no hablara del proyecto. La versión hacia fuera fue que el párroco del lugar adquiría el terreno para una casa de reposo de sacerdotes». La verdad podía conocerse sólo después.

«Como los impuestos eran muy altos, nos sugirieron revelar la identidad del edificio. Los monasterios ortodoxos pagaban poco o casi nada. Informamos al obispo, que eligió un nuevo nombre: "Centro monástico 'Mater Unitatis'", al que el Gobierno, en 2002, confirió incluso personalidad jurídica».

Hoy, todos saben que el monasterio es benedictino y se llama «Mater Unitatis». Es más, el ayuntamiento, tras la primera profesión solemne en 2003 de una religiosa del lugar, sor Maria Lauretana Balas, hizo colocar, en dirección al monasterio, una flecha con el letrero en rumano «Maica Unitatii».

Encima, otra flecha señala el cercano monasterio ortodoxo de Bisericani. «En esta coincidencia -sonríe la madre Cristina-, vemos prefigurada la unión que un día se realizará entre la Iglesia católica y la ortodoxa».

Un paso histórico ya se ha dado, pues hoy la iglesia y la hospedería del «Mater Unitatis», como proféticamente dice el nombre, son visitadas por todos, sin distinción de credo. Las visitas «más agradecidas» son, sin embargo, las de los ortodoxos «que estiman mucho a San Benito y muestran interés por nuestra vida, en la que reencuentran también sus valores».
Bielorrusos recuerdan 70° aniversario del holocausto ordenado por Stalin

ROMA, 31 Oct. 07 .-Los bielorrusos recuerdan en estos días los 70 años del holocausto ordenado por Stalin en el Gulag (sistema de prisión formado por unos 100 campos de trabajo), que acabó en total, con la vida de unos 800 000 católicos, entre los que se hayan numerosos mártires.



Entre agosto de 1937 y diciembre de 1938, unas diez mil personas fueron asesinadas en Bielorrusia. En la noche del 29 al 30 de octubre de ese mismo año murieron más de cien personas ultimadas por el NKVD o servicio secreto del Ministerio de Asuntos Internos.

Para recordar estas fechas, los greco-católicos realizaron una peregrinación el pasado 15 de julio a la localidad de Polatsk. En esa ocasión, el visitador apostólico de la Iglesia Greco-Católica en Bielorrusia, el Archimandrita Sergius Gajek, dijo por las víctimas del genocidio "que deseamos pedir para las almas el don del descanso eterno y para nosotros la gracias de ser testigos valientes de Cristo Resucitado en Bielorrusia".

Asimismo, el pasado 26 de agosto el Administrador Apostólico de Minsk, Mons. Anton Dziemianka, celebró una Eucaristía en sufragio de las víctimas. De otro lado, el pasado 28 de octubre algunas iglesias protestantes celebraron el Día del Arrepentimiento por los crímenes del comunismo, iniciativa que fue apoyada también por muchos católicos de rito latino y los de rito bizantino, así como por ortodoxos.

Además, algunos sacerdotes greco-católicos oficiaron una Misa el 29 de octubre en Kurapaty, Minsk, en donde están enterrados más de 50 000 de los asesinados en el Gulag.

De otro lado, también se realizó una peregrinación hacia ese lugar en donde participaron unas mil personas, con permiso de las autoridades. Se espera que las conmemoraciones continúen durante los siguiente días.





Putin recuerda por primera vez a las víctimas del estalinismo



BUTOVO, Rusia (AFP) — El presidente ruso, Vladimir Putin se unió por primera vez a los homenajes a las víctimas de las represiones políticas en la extinta Unión Soviética, sacrificadas -según él- a "ideales vacíos de sentido". Lo hizo en Butovo, uno de los sitios más ensangrentados por las purgas estalinistas.



"Estamos aquí para conmemorar a las víctimas de las represiones políticas de los años 30-50", señaló con ocasión del Día anual en memoria de las víctimas de las represiones políticas, instaurado tras la caída de la URSS en 1991. "Estas tragedias se han repetido en la historia varias veces. Eso ocurría porque unos ideales que parecían atractivos, aunque carecían de sentido, fueron puestos por encima de los valores fundamentales: la vida humana, los derechos y las libertades del hombre", añadió Putin.

"Todavía lamentamos esta tragedia. Hace falta hacer mucho para que no se olvide jamás", prosiguió advirtiendo, en vísperas de las elecciones legislativas y presidenciales, de las "batallas políticas destructivas". Putin asistió a un oficio religioso en memoria de las víctimas de las represiones celebrado por el patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Alexis II, en la iglesia de la Resurrección de Butovo (barrio al sur de Moscú).

Asimismo, el presidente ruso depositó un ramo de flores al pie de una cruz de madera de 12,5 metros de alto erigida en agosto en el lugar donde fueron ejecutadas decenas de miles de personas, entre ellos un gran número de sacerdotes y creyentes.

Vladimir Putin, un antiguo teniente coronel de la KGB, hasta ahora había prestado poca atención a las represiones estalinistas, cometidas con la complicidad de los servicios secretos soviéticos (Checa, después KGB). En marzo de 2002 visitó el antiguo gulag de Norilsk (norte), pero jamás había participado en el Día de la memoria a las víctimas de las represiones, indicó un portavoz del Kremlin.

Los defensores de los derechos humanos, frecuentemente solos en el combate de la memoria frente a una sociedad rusa cada vez más indiferente a esta parte de su historia, se concentraron en un lugar altamente simbólico, la plaza de Lubianka, sede del FSB, los actuales servicios de inteligencia. En ese acto, Grigori Iavlinski, jefe del partido de la oposición Iabloko, estimó que el gesto de Putin no era suficiente.

En cambio, los defensores de los derechos humanos saludaron, con reservas, la iniciativa del presidente ruso. "Está bien que Putin haya acudido a Butovo, que haya hecho un gesto en este sentido", indicó Arseni Roguinski, presidente de Memorial International. Para Lev Ponomarev, de la ONG 'Por los Derechos Humanos', "el hecho de que Putin acuda a Butovo es un pequeño avance en una sociedad que adora a Stalin".