28 mayo 2010

Turkmenistán: el Gobierno reconoce oficialmente la Iglesia católica

La comunidad aún no posee un templo propio




ROMA, viernes 16 de julio de 2010 (ZENIT.org).- El Gobierno del Turkmenistán ha reconocido oficialmente la Iglesia católica.


Bandera de Turkmenistán.


“Es una gran alegría y una gran esperanza”, confesó a Fides padre Andrzej Madej, Superior de la Missio Sui iuris de Turkmenistán.

La comunidad católica turcomana cuenta apenas 100 fieles sobre un total de casi 5 millones de habitantes – el 90% musulmanes –, y afirma que el reconocimiento es “un paso decisivo para la historia de la Iglesia en el país”.

El padre Madej recibió en marzo pasado una comunicación del Ministerio de la Justicia turcomano y por el “Consejo para las Religiones”, organismo gubernamental existente en la República.

La Iglesia está ahora autorizada a tener una “presencia pública” oficial, con todos los beneficios que ello comporta.



Monseñor Antonio Lucibello.


Desde el 17 de julio, el Nuncio Apostólico en Turquía y Turkmenistán, monseñor Antonio Lucibello, visitará el país para reunirse con los representantes del Ministerio de Exteriores y del Ministerio de Justicia, para expresar la satisfacción de la Santa Sede por la decisión y ratificando los pasos llevados adelante.

En Turkmenistán, además de los cerca de 100 bautizados, hay 30 catecúmenos y un grupo de “simpatizantes de la fe cristiana”, asistidos por dos sacerdotes y un diácono, misioneros Oblatos de María Inmaculada como el padre Madej.

El país no tiene iglesias católicas, destruidas por los revolucionarios soviéticos a partir de 1920. Hasta el momento actual, las comunidades religiosas admitidas eran la islámica sunní y la Iglesia ortodoxa rusa.

La Iglesia católica había presentado hace unos 13 años la petición de registro oficial, pero el Ministerio de Justicia había objetado hasta ahora que el cabeza de la comunidad religiosa debía ser un ciudadano turcomano.

“Hoy pensamos también pedir al Gobierno la construcción de la primera iglesia católica en nuetsra misión – subrayó el padre Madej –. Hasta ahora hemos construido la iglesia de 'piedras vivas', ahora quisiéramos también edificar un templo”.



Escudo de Turkmenistán.



La comunidad cristiana pide recuperar la única iglesia armenia sobrevivida al periodo soviético, situada en Turkmenbasy, en la zona occidental del país, en estado de casi completa ruina, y otra pequeña iglesia en Serdar, hoy transformada en bar.

Los católicos turcomanos son en su mayor parte de etnia polaca y alemana. Hasta ahora celebraban la Misa en el territorio diplomático de la Nunciatura de la capital Asjabad, y se reunían en viviendas privadas.

14 mayo 2010

He venido como peregrino, a esta ‘casa’ que María ha elegido para hablarnos en estos tiempos modernos”


En la solemnidad de la Virgen de Fátima, Benedicto XVI ha celebrado esta mañana la Santa Misa en la explanada del Santuario de Nuestra Señora de Fátima, en un año en el que coinciden el décimo aniversario de la beatificación de los pastorcitos Francisco y Jacinta, el centenario del nacimiento de ésta última y el quinto de la muerte de sor Lucía. Medio millón de fieles han acompañado al Santo Padre en esta festividad especial de Fátima, en la que el Papa ha rendido un especial homenaje a nuestra Madre bendita que nos ofrece el Amor de Dios que arde en el suyo, frente a una «familia humana dispuesta a sacrificar sus lazos más sagrados en el altar de los mezquinos egoísmos de nación, raza, ideología, grupo, individuo».



(RV/InfoCatólica) Con la capacidad extraordinaria de leer los acontecimientos de la historia de la salvación en el contexto concreto del palpitar de la vida presente y cotidiana, Benedicto XVI ha empezado su homilía recordando que venía con devoción a Fátima postrarse a los pies de la Virgen. “He venido como peregrino, a esta ‘casa’ que María ha elegido para hablarnos en estos tiempos modernos”.

“He venido a Fátima para gozar de la presencia de María y de su protección materna. He venido a Fátima, porque hoy converge hacia este lugar la Iglesia peregrina, querida por su Hijo como instrumento de evangelización y sacramento de salvación. He venido a Fátima a rezar, con María y con tantos peregrinos, por nuestra humanidad afligida por tantas miserias y sufrimientos”.

“En definitiva, -ha dicho el Papa- he venido a Fátima, con los mismos sentimientos de Francisco, Jacinta y Lucía, para hacer ante la Virgen una profunda confesión de que “amo”, de que la Iglesia y los sacerdotes “aman” a Jesús y desean fijar sus ojos en Él, mientras concluye este Año Sacerdotal, y para poner bajo la protección materna de María a los sacerdotes, consagrados y consagradas, misioneros y todos los que hacen de la Casa de Dios un lugar acogedor y benéfico”.

“Sí, -ha afirmado Benedicto XVI- el Señor, nuestra gran esperanza, está con nosotros. En su amor misericordioso, ofrece un futuro a su pueblo: un futuro de comunión con él”. Y ha recordado el Pontífice que dentro de siete años los peregrinos volverán a Fátima para celebrar el centenario de la primera visita de la Señora “venida del Cielo”, como Maestra que introduce a los pequeños videntes en el conocimiento íntimo del Amor trinitario.

Luego, dirigiéndose a las personas presentes en el santuario mariano y a cuantos estaban unidos a ellos a través de los medios de comunicación, el Papa ha señalado que “Dios tiene el poder de llegar a todos”. “Él tiene el poder para inflamar los corazones más fríos y tristes”. “Nuestra esperanza tiene un fundamento real, se basa en un evento que se sitúa en la historia a la vez que la supera: es Jesús de Nazaret”. “¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!”

“La fe en Dios abre al hombre un horizonte de una esperanza firme que no defrauda; indica un sólido fundamento sobre el cual apoyar, sin miedos, la propia vida; pide el abandono, lleno de confianza, en las manos del Amor que sostiene el mundo”.

Benedicto XVI volviendo de nuevo a la vida de los tres pastorcitos de Fátima, ha mostrado como su cercanía a Dios fructificó en una vida ejemplar, más fraterna, más dichosa y comunitaria: “han hecho de su vida una ofrenda a Dios y un compartir con los otros el amor de Dios”.

“La Virgen los ha ayudado a abrir el corazón a la universalidad del amor. En particular, la beata Jacinta se mostraba incansable en su generosidad con los pobres y en el sacrificio por la conversión de los pecadores. Sólo con este amor fraterno y generoso lograremos edificar la civilización del Amor y de la Paz”.

“Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada, -ha observado el Pontífice. “Aquí resurge aquel plan de Dios que interpela a la humanidad desde sus inicios: “¿Dónde está Abel, tu hermano? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra”. El hombre ha sido capaz de desencadenar una corriente de muerte y de terror, que no logra interrumpirla... En la Sagrada Escritura se muestra a menudo que Dios se pone a buscar a los justos para salvar la ciudad de los hombres y lo mismo hace aquí, en Fátima".

"Con la familia humana dispuesta a sacrificar sus lazos más sagrados en el altar de los mezquinos egoísmos de nación, raza, ideología, grupo, individuo, nuestra Madre bendita ha venido desde el Cielo ofreciendo la posibilidad de sembrar en el corazón de todos los que se acogen a ella el Amor de Dios que arde en el suyo. Al principio fueron sólo tres, pero el ejemplo de sus vidas se ha difundido y multiplicado en numerosos grupos por toda la faz de la tierra, dedicados a la causa de la solidaridad fraterna, en especial al paso de la Virgen Peregrina. Que estos siete años que nos separan del centenario de las Apariciones impulsen el anunciado triunfo del Corazón Inmaculado de María para gloria de la Santísima Trinidad”.

Después de la misa, el Santo Padre ha dirigido unas palabras de aliento y esperanza a los a los enfermos, indicando que ellos tienen “un gran valor para Dios” y que podrán superar la sensación de la inutilidad del sufrimiento que consume interiormente a las personas y las hace sentirse un peso para los otros, cuando vivan con Jesús, el sufrimiento, que sirve para la salvación de los hermanos.

"El divino Maestro, más que detenerse en explicar las razones del sufrimiento, prefirió llamar a cada uno a seguirlo con estas palabras: “El que quiera venirse conmigo… que cargue con su cruz y me siga” (cf. Mc 8, 34).

Ven conmigo. Participa con tu sufrimiento en esta obra de la salvación del mundo, que se realiza mediante mi sufrimiento, por medio de mi Cruz. A medida que abraces tu cruz, uniéndote espiritualmente a la mía, se desvelará a tus ojos el significado salvífico del sufrimiento. Encontrarás en medio del sufrimiento la paz interior e incluso la alegría espiritual".

13 mayo 2010

Nueva alianza entre el Vaticano y Moscú sobre los derechos humanos


La Libreria Vaticana y la Asociación “Sofía” publican escritos del Patriarca Kiril



ROMA, jueves 13 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- A pocos meses de la edición de los discursos de Benedicto XVI sobre Europa, por parte del Patriarcado ortodoxo de Moscú, un segundo volumen publica una selección de discursos del Patriarca ortodoxo Kiril.

Una “primicia absoluta” para la Libreria Editrice Vaticana (LEV), que edita el volumen en colaboración con la Asociación Internacional “Sofía: Idea rusa, idea de Europa”.

El libro, titulado “Libertad y responsabilidad: en búsqueda de la armonía. Dignidad del hombre y derechos de la persona” se presentará el lunes 17 de mayo a las 11:45, en el Aula Pío XI de la Universidad Católica del Sacro Cuore, en Milán.

La obra recoge los más importantes discursos sobre los derechos humanos pronunciados por el metropolita Kiril, hoy Patriarca de Moscú y de todas las Rusias. “Con el Papa tenemos una visión común sobre la tutela de la dignidad del hombre en Europa”, escribe Kiril, por lo que “hoy la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa son las únicas naturalmente aliadas en la dura lucha contra la ideología “liberalista y secularista”.

Es una ideología que, escribe Kiril, como en un tiempo el comunismo en la URSS, quisiera condenar el cristianismo a la irrelevancia social y pública: “En Occidente se quiere relegar la fe al ámbito de la vida privada de modo casi peor de cuanto lo hiciera el régimen soviético en nuestro país”.

Para vencerla, escribe el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, la Iglesia deberá también entrar “en un diálogo serio y desprovisto de prejuicios con el humanismo laico y liberal”, pero con la condición de que este no caiga en la tentación de la “unilateralidad”.

“Es un análisis duro pero lleno de esperanza”, subraya el profesor Pierluca Azzaro, profesor de Integración Europea en la Universidad Católica de Milán y director del volumen: “El Papa Benedicto XVI y el Patriarca Kiril exhortan a los cristianos de Oriente y de Occidente a no conformarse a la mentalidad de este siglo, nos invitan a todos a profesar nuestro Credo en la Iglesia fundada por Cristo Salvador, a defender la libertad como un valor indiscutible pero no ilimitado: por su naturaleza más íntima, la libertad está, y estará siempre, ligada a la verdad”.

Monseñor Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, que firma la introducción del volumen, subraya: “Kiril pone en guardia de manera muy incisiva y apasionada contra una ‘nueva generación de derechos’ que albergan en su interior verdaderas y auténticas degeneraciones de la auténtica dignidad de la persona”.

Presentarán el volumen el cardenal Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Milán y presidente del Instituto G. Toniolo de Estudios Superiores, y el profesor Adriano Roccucci, de la Universidad de Estudios Roma Tre. Llevarán su saludo el profesor Lorenzo Ornaghi, Rector de la Universidad Católica del Sacro Cuore; Anatoly Torkunov, Rector de la Universidad Estatal de las Relaciones Internacionales de Moscú del ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación rusa; el profesor Edmondo Caruana, director editorial de la LEV; la profesora Giuseppina Cardillo Azzaro, presidenta de la asociación internacional “Sofía: Idea rusa, idea de Europa”. La presentación concluirá con una intervención del Metropolita Hilarion, presidente del Departamento de las relaciones eclesiásticas externas del Patriarcado de Moscú.

El acontecimiento está promovido por la Asociación internacional “Sofía: Idea rusa, idea de Europa”, por la Universidad Estatal de las Relaciones Internacionales de Moscú, por el Foro de Diálogo Italia-Rusia de las sociedades civiles y está esponsorizado por la Vnesheconombank.

La publicación del libro representa también el prólogo de la inauguración, el 20 de mayo en Roma, de la Academia italo-rusa Sapientia et Scientia, por iniciativa siempre de la asociación internacional “Sofía: Idea rusa, idea de Europa”, con la colaboración de la Universidad Estatal de las Relaciones Internacionales de Moscú.

El proyecto ha recibido la bendición de la Santa Sede y del Patriarcado de Moscú, y la aprobación oficial de los Estados italiano y ruso. La Academia – que quiere ser un lugar estable de encuentro entre exponentes de las Iglesias y de las sociedades civiles de Italia y Rusia – llevará a cabo sus actividades en Roma, en la Villa Sciarra-Wurts.
El Papa asegura que la profecía de Fátima no ha acabado y sigue siendo válida


Fátima (Portugal), 13 may (EFE).- Benedicto XVI dijo hoy en Fátima que "se equivocan" quienes piensan que el mensaje de la Virgen de Fátima "ha terminado", ya que aquí -aseguró- "permanece el proyecto de Dios para el hombre y aunque éste ha intentado desencadenar un ciclo de muertes y terror no lo ha conseguido".

Ante medio millón de personas, según fuentes de la policía, miles de ellas españolas, que abarrotaron la explanada del santuario de Fátima, Benedicto XVI ofició hoy la misa solemne en el día en que la Iglesia conmemora la primera de las seis apariciones de la Virgen en 1917 a los tres niños pastores videntes Lucía, Jacinta y Francisco.



Benedicto XVI regaló este Rosario a la Virgen de Fátima.


El Obispo de Roma dijo que ya en las Sagradas Escrituras aparece que Dios busca justos para salvar "la ciudad de los hombres" y que lo mismo hizo aquí, en Fátima, donde la Virgen preguntó a los niños que "si querían ofrecerse a Dios para soportar todos los sufrimientos que les mandase para reparar los pecados con los que se ofende a su Hijo".

María, añadió el Papa, bajó a este lugar del centro de Portugal, a la llamada Cova di Iria, para cambiar el corazón de aquellas personas "que están dispuestas a sacrificar sus vínculos más sagrados en el altar de los egoísmos de las naciones, razas e ideologías".


Los tres niños videntes: Jacinta, Francisco y Lucia.



Benedicto XVI afirmó que ha venido a Fátima porque aquí converge la Iglesia peregrina querida por Cristo como instrumento de evangelización y para pedir a la Virgen por la humanidad "afligida de miserias y sufrimientos".

"He venido para disfrutar de la presencia de María y para poner bajo su protección a los sacerdotes", afirmó el Obispo de Roma, que ya ayer, al consagrar a los curas a María, les pidió "fidelidad y lealtad" a la vez que imploró a la Virgen "que no cedamos a nuestros egoísmos, a las lisonjas del mundo y a la sugestión del diablo".

Benedicto XVI manifestó hoy que trae a Fátima un mensaje de esperanza, especialmente para aquellos que sufren o viven abandonados.

A este respecto aseguró que Cristo es la gran esperanza, el único que no desilusiona y que la fe en Dios abre un horizonte de esperanzas, indica una sólida base en la que apoyar, sin miedo, la propia vida.

Tras participar anoche en la sugestiva procesión de las velas con varios cientos de miles de fieles, Benedicto XVI regresó hoy a la explanada de Fátima en el "papamóvil", en medio de los aplausos y viva de los presentes, que ondeaban de banderas de numerosos países, entre ellas numerosas españolas. Antes de su llegada comenzó la procesión con la imagen de la Virgen, a la que el Papa se incorporó, siguiéndola desde el vehículo.

La estatua de la Virgen fue colocada en el altar mayor, levantado delante de la fachada principal del santuario, y en el mismo también fue colocada la Rosa de Oro que ayer donó el Papa a la Virgen.



Rosa de Oro que ayer donó el Papa a la Virgen.



Benedicto XVI señaló que este año se cumple el décimo aniversario de la beatificación de Jacinta y Francisco, dos de los tres niños videntes; el quinto de la muerte de Lucía, la otra niña vidente y que transmitió el llamado "Secreto de Fátima; y el centenario del nacimiento de Jacinta.

El Papa Ratzinger visitó sus tumbas y esta tarde se reúne con las asociaciones católicas comprometidas con la asistencia social y con los obispos portugueses, ante los que se espera pronuncie un discurso de marcado carácter social.

La profecía de Fátima está dividida en tres partes y fue revelada por la Virgen a Lucía, Jacinta y Francisco en 1917 durante las apariciones del 13 de mayo, 13 de julio y 13 de octubre.

Lucía se encargó de redactarlos y decidió revelar sólo las dos primeras partes.
La primera vaticinaba la muerte prematura de Jacinta y Francisco (que eran hermanos y primos de Lucía) y la segunda se refería a la visión aterradora del infierno, al final de la Primera Guerra Mundial y al estallido de la Segunda y predecía la conversión de Rusia y el fin del comunismo.

La tercera fue desvelada en el año 2000 y, según el Vaticano, se refería al atentado que sufrió Juan Pablo II en 1981 y a la lucha del comunismo ateo contra la Iglesia.

Benedicto XVI dijo el pasado día 11, cuando venía hacia aquí, que la "novedad" que se puede descubrir ahora, diez años después de su publicación, es que el mensaje es para todo el mundo, para todos los papas, tiene una validez eterna y se refiere a los sufrimientos de la Iglesia en todos los tiempos.

"El mensaje llama a la conversión permanente, a la penitencia y a las virtudes teologales fe, esperanza y caridad", indicó el Papa.




13 de mayo, 2010. Medio millón de personas participan en Fátima en la misa de Benedicto XVI

Benedicto XVI en Fátima: “Aún no se ha realizado completamente la profecía de la Virgen”



La hermana Lucía escribió en 1944 lo que la Virgen le reveló en 1917; la Iglesia lo hizo público en el año 2000





Juan Pablo II y la hermana Lucia en Fátima.




«Tercera parte del secreto revelado el 13 de julio de 1917 en la Cueva de Iria-Fátima:

Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima, el Señor Obispo de Leiria, y de la Santísima Madre vuestra y mía. Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más en lo alto, a un ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando, emitía llamas que parecía que iban a incendiar el mundo, pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él. El Ángel, señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!” Y vimos en una inmensa luz, que es Dios, “algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él”, a un obispo vestido de blanco. Hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre. También a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque, con la corteza. El Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas, y medio tembloroso, con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino. Llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos ángeles, cada uno con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios. Tuy, 3-1-1944.»
En la tempestad, el Papa rinde homenaje a la fidelidad de tantos sacerdotes


Acto de consagración de los sacerdotes al Corazón Inmaculado de María en Fátima


FÁTIMA, miércoles 12 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- En plena "tempestad", Benedicto XVI rindió homenaje al llegar a Fátima este miércoles a todos los presbíteros que entregan su vida a Dios y a los hermanos y elevó un acto de consagración de los sacerdotes al Corazón Inmaculado de María.





"A todos vosotros, que habéis entregado vuestras vidas a Cristo, deseo expresaros esta tarde el aprecio y el reconocimiento de la Iglesia. Gracias por vuestro testimonio a menudo silencioso y para nada fácil; gracias por vuestra fidelidad al Evangelio y a la Iglesia", afirmó.

El acto de consagración culminó las vísperas con sacerdotes, religiosas, religiosos, seminaristas y diáconos que llenaban la moderna iglesia de la Santísima Trinidad.

Fue un momento al que el pontífice quiso dar un ambiente de intimidad: "Permitidme que os abra mi corazón para deciros que la principal preocupación de cada cristiano, especialmente de la persona consagrada y del ministro del altar, debe ser la fidelidad, la lealtad a la propia vocación, como discípulo que quiere seguir al Señor".

Pero el protagonista del encuentro no fue el Papa, sino Cristo presente en el sacramento de la Eucaristía, que fue adorado por los presentes.

"Somos libres para ser santos; libres para ser pobres, castos y obedientes; libres para todos, porque estamos desprendidos de todo; libres de nosotros mismos para que en cada uno crezca Cristo·, afirmó.





De este modo los sacerdotes pueden ser "presencia" de Cristo, "prestan su voz y sus gestos; libres para llevar a la sociedad moderna a Jesús muerto y resucitado, que permanece con nosotros hasta el final de los siglos y se da a todos en la Santísima Eucaristía".

El Papa confesó también su deseo que este Año Sacerdotal, que concluirá el 11 de junio, deje entre los consagrados la gracia de "una auténtica intimidad con Cristo en la oración, ya que la experiencia fuerte e intensa del amor del Señor llevará a los sacerdotes y a los consagrados a corresponder de un modo exclusivo y esponsal a su amor".

En el acto de consagración, el pontífice pidió a la Virgen su intercesión para "no ceder a nuestros egoísmos, ni a las lisonjas del mundo, ni a las tentaciones del Maligno".

"Presérvanos con tu pureza, custódianos con tu humildad y rodéanos con tu amor maternal, que se refleja en tantas almas consagradas a ti y que son para nosotros auténticas madres espirituales", imploró.

Y concluyó con los ojos puestos en María: "Que tu presencia haga reverdecer el desierto de nuestras soledades y brillar el sol en nuestras tinieblas, haga que torne la calma después de la tempestad, para que todo hombre vea la salvación del Señor, que tiene el nombre y el rostro de Jesús, reflejado en nuestros corazones, unidos para siempre al tuyo".


Oración pronunciada por el Santo Padre Benedicto XVI, en el Santuario de Fátima, 12 de mayo de 2010


Madre Inmaculada,
en este lugar de gracia,
convocados por el amor de tu Hijo Jesús,
Sumo y Eterno Sacerdote, nosotros,
hijos en el Hijo y sacerdotes suyos,
nos consagramos a tu Corazón materno,
para cumplir fielmente la voluntad del Padre.


Somos conscientes de que, sin Jesús,
no podemos hacer nada (Cf. Juan 15,5)
y de que, sólo por Él, con Él y en Él,
seremos instrumentos de salvación para el mundo.


Esposa del Espíritu Santo,
alcánzanos el don inestimable
de la transformación en Cristo.
Por la misma potencia del Espíritu que,
extendiendo su sombra sobre ti,
te hizo Madre del Salvador,
ayúdanos para que Cristo, tu Hijo,
nazca también en nosotros.
Y, de este modo, la Iglesia pueda
ser renovada por santos sacerdotes,
transfigurados por la gracia de Aquel
que hace nuevas todas las cosas.


Madre de Misericordia,
ha sido tu Hijo Jesús quien nos ha llamado
a ser como Él:
luz del mundo y sal de la tierra
(Cf. Mateo 5,13-14).
Ayúdanos,
con tu poderosa intercesión,
a no desmerecer esta vocación sublime,
a no ceder a nuestros egoísmos,
ni a las lisonjas del mundo,
ni a las tentaciones del Maligno.


Presérvanos con tu pureza,
custódianos con tu humildad
y rodéanos con tu amor maternal,
que se refleja en tantas almas
consagradas a ti
y que son para nosotros
auténticas madres espirituales.


Madre de la Iglesia,
nosotros, sacerdotes,
queremos ser pastores
que no se apacientan a sí mismos,
sino que se entregan a Dios por los hermanos,
encontrando la felicidad en esto.
Queremos cada día repetir humildemente
no sólo de palabra sino con la vida,
nuestro “aquí estoy".


Guiados por ti,
queremos ser apóstoles
de la Divina Misericordia,
llenos de gozo por poder celebrar diariamente
el Santo Sacrificio del Altar
y ofrecer a todos los que nos lo pidan
el sacramento de la Reconciliación.


Abogada y Mediadora de la gracia,
tú que estas unida
a la única mediación universal de Cristo,
pide a Dios, para nosotros,
un corazón completamente renovado,
que ame a Dios con todas sus fuerzas
y sirva a la humanidad como tú lo hiciste.


Repite al Señor
esa eficaz palabra tuya: “no les queda vino” (Juan 2,3),
para que el Padre y el Hijo derramen sobre nosotros,
como una nueva efusión,
el Espíritu Santo.


Lleno de admiración y de gratitud
por tu presencia continua entre nosotros,
en nombre de todos los sacerdotes,
también yo quiero exclamar:
“¿quién soy yo para que me visite
la Madre de mi Señor? (Lucas 1,43)


Madre nuestra desde siempre,
no te canses de “visitarnos",
consolarnos, sostenernos.
Ven en nuestra ayuda
y líbranos de todos los peligros
que nos acechan.


Con este acto de ofrecimiento y consagración,
queremos acogerte de un modo
más profundo y radical,
para siempre y totalmente,
en nuestra existencia humana y sacerdotal.


Que tu presencia haga reverdecer el desierto
de nuestras soledades y brillar el sol
en nuestras tinieblas,
haga que torne la calma después de la tempestad,
para que todo hombre vea la salvación
del Señor,
que tiene el nombre y el rostro de Jesús,
reflejado en nuestros corazones,
unidos para siempre al tuyo.
Así sea.


Los ortodoxos rusos advierten contra la glorificación de Stalin

“La victoria sobre el fascismo no justifica sus crímenes”

MOSCÚ, lunes 10 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- El Patriarcado ortodoxo de Moscú expresó el pasado 6 de mayo su desaprobación sobre una cierta “glorificación” de Stalin, días antes de la celebración del 65 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, ayer 9 de mayo.

La celebración del Día de la Victoria en Rusia se ha visto envuelta este año por la polémica generada por algunos sectores comunistas, entre ellos el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, que han insistido en poner carteles con el retrato de Jozef Stalin en las calles.

Según informa la agencia rusa Interfax, el Departamento de Relaciones Externas de la Iglesia, en nombre del Metropolita Hilarión Alfeyev, hizo llegar una carta al periódico Zavtra, en la que expresaba el malestar de la Iglesia ortodoxa.

“El Patriarcado de Moscú cree que ningún logro de la Unión Soviética, incluyendo la victoria sobre el fascismo, puede justificar los crímenes de Stalin”, afirma el comunicado.

“Bajo el régimen de Stalin se estableció un sistema inhumano, y nada puede justificarlo – ni la industrialización, ni la bomba atómica, ni la salvaguarda de las fronteras, ni siquiera la victoria en la Gran Guerra Patriótica, porque no fue mérito personal de Stalin, sino la conquista de nuestro pueblo multinacional”.

Según la carta, el régimen de Stalin “se basaba en el terror, la coerción, la supresión de la persona, el engaño y las denuncias falsas. Este régimen se estaba devorando a sí mismo, cuando los propios torturadores se convirtieron en víctimas”, en referencia a las famosas “purgas”.

“La glorificación de los infieles y de sus métodos de gobierno del país no pueden consolidar a los pueblos de la Rusia histórica. Al contrario, sólo separa a nuestras comunidades”.

Además, la carta cuestiona el papel de Stalin en la segunda guerra mundial: “Varios historiadores competentes creen que es Stalin el que tiene la culpa de todas las pérdidas incalculables sufridas por este país, al sacrificar millones de vidas de nuestros ciudadanos por la victoria debido a la irracional política interna antes de la guerra", dice la carta.

También afirma el mensaje que fue la política de Stalin la que puso una “bomba de relojería” entre los territorios rusos “al rehacerlos según su voluntad, creando fronteras artificiales entre las repúblicas soviéticas”.

"Como resultado de esta política de Stalin, ahora recogemos los frutos del extremismo, el nacionalismo y la xenofobia”, añade la carta.

La polémica ha tenido lugar pocos meses después del reconocimiento oficial por parte de Rusia de la autoría de la masacre de polacos en Katyn, por parte del Ejército Rojo.


Iósif Stalin, la maldad personificada 1/3

Iósif Stalin, la maldad personificada 2/3

Iósif Stalin, la maldad personificada 3/3