11 marzo 2019

El «milagro» de la Virgen que salvó de la muerte a todo un pueblo de deportados católicos en la URSS: un regalo al Papa desde Kazajistán




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El arzobispo Mumbiela, presidente de la Conferencia Episcopal de Kazajistán, con el cuadro de la Virgen que regaló a Francisco
La pasada semana los obispos de Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán, todas ellas repúblicas exsoviéticas de Asia Central, se reunieron con el Papa Francisco en el marco de la visita ad limina apostolurm, un encuentro que se produce cada ciertos años con las iglesias locales para conocer su situación.
Al frente de la Iglesia en Kazajistán está el español José Luis Mumbiela Sierra, arzobispo de Almaty y presidente de la Conferencia Episcopal del que es en extensión el noveno país más grande del mundo pero que tan sólo cuenta con 18 millones de habitantes, menos de la mitad que España.
La bella historia tras el regalo mariano al Papa
Monseñor Mumbiela explicó al Papa la realidad de una iglesia prácticamente naciente, con apenas 200.000 fieles repartidos por todo el territorio, pero con un empuje potente y ganas de evangelizar.
En este proceso evangelizador tiene un papel elemental para el pueblo kazajo la figura de la Virgen. Precisamente, el arzobispo español regaló al Papa Francisco la imagen de una Virgen que tiene tras de sí un enorme simbolismo para esta minoría católica, pues consideran que durante la época soviética les mantuvo con vida.
En una entrevista con Vatican News, el arzobispo explica la vibrante historia que se esconde tras esta imagen mariana. “Este es un cuadro que recuerda un momento especial en la historia de algunos católicos en Kazajistán, en un pueblo del norte del país, de deportados polacos que fueron llevados ahí en el año 1935-1936”, contextualiza Mumbiela.
El gran hecho extraordinario se produjo en 1941 cuando una hambruna arreció en este pequeño pueblo de deportados y encima con “40/50 grados bajo cero, con dos metros de nieve… ahí ¡búscate la vida!”.
El milagro del lago
“Los polacos como buena gente rezaron a la Virgen –agrega el arzobispo de Almaty- pidiendo el milagro de su intercesión. He aquí que en torno al 25 de marzo de 1941 se derrite la nieve, y se genera un lago, y en ese lago ¡surgieron peces! Y con esos peces se salvaron ellos y otros pueblos de alrededor”.
Este lago todavía existe y estos católicos deportados vieron claramente la mano de la Virgen en todo esto. De hecho, monseñor Mumbiela asegura que en el centenario de la Virgen de Fátima se produjo “más o menos la misma situación”.
La construcción de una iglesia dedicada a la Virgen
“Evidentemente es un hecho sobre el que nosotros no decimos que es un milagro de la Virgen, pero en fin, en el corazón del pueblo del creyente se ve la maternidad de la Virgen que está allí intercediendo por sus hijos”, agrega.
Este pueblo quiso durante los años ochenta del pasado siglo construir en este lugar una iglesia dedicada a la Virgen de Fátima. Estaban solos y no tenían sacerdote, pero esto no fue un impedimento. Así, cuando en 1989 llegó el que ahora es obispo de Astaná se concluyó este templo gracias a la ayuda de un benefactor que pidió que se llamase “María Reina de la Paz”.
La consagración de Kazajistán a la Reina de la Paz
Entonces, en 1995 el entonces obispo para Kazajistán y Asia Central consagró el país y toda la región a María Reina de la Paz, que de hecho es actualmente la patrona de Kazajistán, en una “época de mucha pobreza y de una situación social muy peligrosa”.
Curiosamente, explica este obispo, “a partir de entonces Kazajistán levanta cabeza”.
Cuando San Juan Pablo II visitó Kazajistán en 2001 habló del santuario nacional en Oziorno –así se llama este pueblecito, que significa “del lago”. Y así fue como nació y se nombró el que es el Santuario Nacional María Reina de la Paz.
“No había allí una imagen así especial, que recuerde este acontecimiento histórico, y en la curia de mi diócesis mandé a hacer un cuadro que recordara este momento: no dando ella peces de sí misma, sino como veis en el cuadro, es el niño Jesús en los brazos de la Virgen que va dando peces a su Madre, y la Madre los echa a las redes, que son nuestras oraciones, redes echadas en el lago de la misericordia.  Jesús dijo a Faustina Kowalska: di a todo el mundo que mi misericordia es como un océano sin orillas. Un momento de ese océano es ese instante en la historia, es ese lago: es un recuerdo de que la misericordia de Dios continúa en cada momento.  Jesús a través de su Madre nos concede, todas las gracias, todos los peces: en el cuadro hay siete peces que son signo de la totalidad. Podría ser una catequesis muy bonita sobre el cuadro pero lo dejamos para otra vez”, concluye.
María, Puerta del Cielo, ruega por nosotros.

Un español en Kazajstán: «La misericordia de Jesús es muy distinta a la del Dios musulmán»

José Luis Mumbiela, de 42 años, es obispo en Asia Central


José Luis Mumbiela, cercano al Opus Dei, pastorea la diócesis católica de Almaty, tan grande como toda España, rodeada de musulmanes moderados o increyentes, con 500 católicos practicantes y quizá 50.000 alejados de la fe.

Monseñor José Luis Mumbiela
Monseñor José Luis Mumbiela
Según el dossier de Obras Misionales Pontificias, España cuenta con 103 obispos misioneros, y de ellos el más "novato" es (salvo error) José Luis Mumbiela, nacido en Monzón hace 42 años, ordenado en Lérida hace 16, llegado como misionero a Kazajstán en 1998, designado obispo en marzo y ordenado el pasado mes de mayo. 

Su diócesis es la Santa Trinidad de Almaty, en la que antaño fue capital de Kazajstán. La diócesis cuenta con 6 millones de habitantes en un territorio tan grande como España, con 14 curas, 20 religiosas, 7 parroquias y apenas 500 feligreses en misa los domingos, rodeados de un mar de musulmanes poco devotos. En el mejor de los casos se podría hablar de 50.000 católicos, bautizados más o menos a escondidas por sus padres y madres, deportados polacos, lituanos, ucranianos, y alejados de la práctica religiosa. 

Los que van a misa celebran su fe casi siempre en ruso (excepto alguna misa en inglés y en coreano en la catedral). El año pasado el Domund (que se celebrará este fin de semana en España) ayudó a pagar catequistas, locales parroquiales y centros sociales de las parroquias, en las que trabajan muchos misioneros y religiosas hispanos. Mumbiela, cercano al Opus Dei y de hablar muy suave, nos explica la vida de esta diócesis de misión. 

- ¿Cómo fue su llegada a Kazajstán?
- Yo en el seminario de Lérida no tenía una especial vocación misionera. Fui porque me lo pidió la Iglesia. Llegué a Kazajstán en 1998, en Shymkent, una ciudad de 600.000 habitantes. El cura más cercano estaba a 170 km, y el siguiente a 500 más. En aquella misión, la Iglesia éramos yo y mis dos maletas. Pero había gente de origen católico, hijos de alemanes, polacos y lituanos deportados por Stalin. Medio en broma suelo decir que Stalin ha sido el mayor evangelizador de Asia Central. Visitamos el centro cultural polaco, el alemán, y conseguimos reunir 80 personas para celebrar la Pascua. Una abuelita alemana empezó a venir a misa y ya no faltó ningún domingo. Llevaba 50 años sin ver un cura. Se me acercó y me dijo: "¿por qué han tardado tanto? Han llegado ustedes los últimos; muchos de origen alemán ya se fueron a otras iglesias". 

- ¿Quiere decir que los protestante lo hacen mejor?
- Lo hacen más rápido, pero no sé si lo hacen mejor. Sin duda su actuación es eficaz. Un funcionario del Departamento de Religión de la región nos dijo, para animarnos: "fíjense cómo crecen nuestros protestantes, ustedes también pueden". Yo le dije: "hay dos cosas que nosotros no pensamos hacer nunca; no enseñaremos billetes de cien dólares por la ventana y no seremos una agencia de emigración". La Iglesia católica en Kazajstán ayuda en lo que puede, pero no es una potencia económica en absoluto. No tenemos ni de lejos los medios económicos de algunos grupos protestantes. Muchas personas acudían a luteranos y baptistas para que les ayudasen a emigrar a Alemania u otros países. 

- ¿Sintió miedo alguna vez?
- Al principio, allí en Shymkent, nos presionaban unos funcionarios corruptos. Un día vinieron a buscarnos 8 tipos para acusarnos de "actividad ilegal". Sólo querían que les sobornáramos, y nosotros nos negábamos a ello. Te encuentras a veces con cosas así.

- Habrá vivido momentos tristes como misionero
- Claro, pero mejor no hablar mucho de ellos. A veces ves niños en situaciones muy duras, especialmente niñas en prostitución, y sabes que no tienes estructuras ni capacidad para ayudarles. También hay misioneros que abandonan y eso te entristece. Perseverar es importante.

- ¿Y momentos alegres?
- En mayo de este mismo año hemos ordenado dos diáconos y dos sacerdotes, todos nacidos en Kazajstán, de la archidiócesis de Astaná. Es el futuro, las vocaciones locales, y eso da mucha alegría. Por otra parte, hace poco volví a mi primera parroquia en Shymkent para las fiestas patronales, de Santa Teresita, y celebré el bautismo de un adulto y 8 confirmaciones de gente que yo había empezado a formar. Es otro momento alegre.

- ¿Cómo es el Islam kazajo?
- Es moderado. Además, la herencia soviética ha generado muchos increyentes, de tradición musulmana muy vacía. Depende de cada familia. He visto una treintena de personas de origen tártaro, uzbeko, tayiko, uigur, kazajo, etc... que se han hecho católicos. No han tenido grandes dificultades, amenazas, necesidad de ocultarlo. Pero tienen que defender su opción ante la incomprensión de los parientes y conocidos. Últimamente llega gente que ha realizado estudios musulmanes en Egipto o Turquía, que son más radicales y trata de radicalizar a los kazajos. La ciudad de Almaty es muy cosmopolita.
 

- ¿Cómo se acerca el misionero al hombre post-soviético?
- Los que han crecido tras la caída del comunismo lo han hecho en un ambiente de valores y educación degradada. La escuela y la formación han empeorado. Los mayores nos dicen: "antes se podía ver la tele, ahora es basura, y hay drogas y alcohol". En Kazajstán se ven dos generaciones muy distintas, un cambio generacional muy brusco. Pero en general la gente allí tiene sentido de lo sagrado, de lo sobrenatural.Quizá es un sentido más bien sentimental y emocional. También bebe de la herencia del sufrimiento de sus padres, y del suyo propio, por su pobreza y por ser minoría. Muchos cristianos no aman aquella tierra porque no se sienten amados allí. Pero es cierto que incluso los mismos kazajos, si pueden, emigran.

- La Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (OSCE) ha criticado la nueva ley sobre religión de Kazajstán. Parece que es muy restrictiva e implanta un control casi total sobre todas las religiones, y pide tener 50 miembros en una ciudad, o 500 a nivel regional, para fundar comunidades, y control sobre los ministros del culto.
- Bueno, esa ley dice, ante todo, que se reconoce la prioridad de los acuerdos internacionales, y la Santa Sede tiene firmado un acuerdo con el Estado kazajo. Creo que ese punto es un guiño a la Iglesia Católica. Sí, con esa ley hay más control de las entidades religiosas, pero los católicos no nos sentimos atacados mientras se respeten los acuerdos internacionales. Por ejemplo, la nueva ley dice que los líderes religiosos, especialmente si llegan del extranjero, requieren la aprobación del Estado, de la Agencia de Religión. Pero el acuerdo con la Santa Sede dice que nosotros sólo tenemos que comunicar los nombramientos, no se requiere aceptación. Además, los católicos no creamos comunidades por el acuerdo de 50 o 500 fieles, como hacen los protestantes. Para nosotros, una comunidad aparece cuando así lo designa el obispo, y el acuerdo con la Santa Sede recoge que es el Papa quien designa obispos y los obispos abren parroquias. Creo que políticamente al Estado le interesa mantener la presencia católica. Los obispos de allí por lo general dejamos las negociaciones en manos de la Santa Sede. Quizá los ortodoxos rusos y los musulmanes suníes, mayoritarios, recurran también en el futuro a acuerdos internacionales con el Estado kazajo. La pregunta de fondo del Estado es "quién te representa". En realidad, lo que les preocupa son las células fundamentalistas musulmanas y quizá alguna secta protestante radical. ¿Cómo frenar a los fundamentalistas islámicos? ¡Si los metes en la cárcel se organizan allí en células y entrenan más gente!

- ¿Cómo evangelizar en esa sociedad?
- Con paciencia, fe, alegría, esperanza y caridad. Nuestros misioneros allí no tienen ni 40 años de experiencia en el país. Llevo unos pocos meses de obispo y veo que cuesta mucho incluso reunir a los curas, juntarnos a reflexionar y hacer planes. Tenemos algo de acción social, un orfanato, poca cosa. Creo que una clave es formar a los laicos. Creo que se puede fomentar la devoción a la Divina Misericordia, pero no sólo como "una cosa de polacos y Santa Faustina Kowalska", sino formando en su sentido. ¡La misericordia de Jesús es muy distinta a la misericordia del Dios musulmán! ¡Es una misericordia humana, de un corazón humano, que sufre! Es muy distinto al Islam. Y, de nuevo, hay que decir que la otra clave para evangelizar es potenciar las vocaciones nativas.

03 marzo 2019

Mons. Mumbiela: Santidad, la Iglesia en Kazajistán, es la herencia del sufrimiento de muchos fieles

La santidad de la Iglesia en Kazajistán, ex país soviético, es herencia del sufrimiento de muchos fieles, y es Iglesia de gran esperanza y de gente con ganas enormes de transmitir la fe: lo dice el Presidente de la Conferencia Episcopal de Kazajistán, en el marco de la visita ad limina apostolorum de los obispos del Asia Central.

Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano - 2.03.2019
En Kazajistán, noveno país más grande del mundo, una población de apenas 18 millones de personas convive en una armonía de culturas: hay más de cien etnias o nacionalidades distintas. Este país ex soviético, constituye geográficamente “un punto de comunicación entre Asia y Europa”.  Allí, el pequeño rebaño está guiado por un centenar de sacerdotes y obispos, con, a la cabeza, el Arzobispo de Almaty, el español José Luis Mumbiela Sierra. En el marco de la visita ad Limina Apostolorum de los obispos del Asia Central, a desarrollarse entre el 25 de febrero y el 5 de marzo, con él conversamos para conocer la situación político-social del país, la idiosincrasia del pueblo kazajo, y los primeros desafíos que encuentra la Iglesia para la evangelización en el país.  

Sociedad post soviética, religiones conviven en armonía

“Nuestra sociedad es una sociedad post soviética. Es un país democrático, al estilo de Kazajistán”. Como cada país, “tiene su estilo de democracia, el nuestro también tiene el suyo, que no es ni mejor ni peor, es el nuestro”, señala. “Es una sociedad también joven, y por lo tanto buscan un estilo político nuevo”. El prelado manifiesta que en la Iglesia católica agradecen a Dios por la libertad que tienen: “el gobierno nos permite una libertad religiosa existente, y da la suficiente libertad para nuestro movimiento, para evangelizar”. “Hay un gobierno que fomenta la unidad y la concordia entre las diversas religiones y confesiones religiosas, porque sabe que la unión entre las diferentes religiones es condición para la paz social. Políticamente el país también tiene sus problemas económicos, - como todos los países - y como cada país tendrá sus subidas y bajadas y en eso estamos, con las esperanzas y las alegrías de los países”.

Iglesia en Kazajistán ama mucho al Papa

Los obispos de Kazajistán, Kirzighistán, Uzbekistán y Turkmenistán se encontrarán este viernes 1 de marzo con el Papa Francisco. ¿Cuáles son las esperanzas que van a poner a la atención del Santo Padre en esta visita ad Limina?
“Pues, la esperanza de que la semilla del Evangelio siempre crece en dirección hacia la santidad. Y esa santidad para nosotros también va en dirección hacia Roma. O sea, que la unidad con el Santo Padre es fundamental para todos nosotros”. Los católicos de Kazajistán – explica - saben que la unidad con Roma es algo muy ‘en su sangre’, dado que “en la época soviética han sufrido tanto por defender esa fe”. “El Kazajistán es un pueblo que ama al Santo Padre, que reza por él, que ama a su Iglesia y que en su pequeñez procura poco a poco vivir el Evangelio. Es una Iglesia joven con futuro y con ganas de crecer”. El obispo de la Santísima Trinidad de Almaty, explica que la vida de los católicos allí es “la vida de los hombres y mujeres que viven con sus vecinos”. “Una vida de fe que está por dentro, y que tenemos la confianza y la certeza de que es la que va transformando esa vida ex soviética en una vida distinta, por ese sabor de salvación que da la fe”.
Señala el prelado, por otra parte, que Iglesia en Kazajistán “procura crecer numéricamente”, ya que son sólo “un 1% de la población”. Se trata de una Iglesia relativamente joven como ‘estructura’”, debido a que las estructuras eclesiásticas - cuatro diócesis con una mayoría de católicos en el norte y noroeste del país -  “se generaron después de la independencia en el 1991”.  En este sentido, Mons. Mumbiela recuerda “Karagandá”, ciudad del noroeste, que identifica como “cuna de muchas vocaciones ya en la época soviética”, en donde tuvo lugar en 2016 la beatificación de Ladislao Bukowinski, un sacerdote polaco deportado a aquellas tierras, quien padeciera también el sufrimiento del encarcelamiento en los “gulas” de Stalin. La Iglesia en Kazajistán “es Iglesia de origen ‘del sufrir’”, dice el Obispo, con una santidad heredada del sufrimiento “de muchos fieles”. Un sufrimiento “llevado con paciencia, de gente que ha debido sufrir largos años”.  

Kazajistán consagrado a María Reina de la Paz

En esta ocasión Mons. Mumbiela Sierra lleva consigo - que será el regalo para el Romano Pontífice - un cuadro que envió a realizar para recordar un acontecimiento histórico: “Este es un cuadro que recuerda un momento especial en la historia de algunos católicos en Kazajistán, en un pueblo del norte del país, de deportados polacos que fueron llevados ahí en el año 1935-36”. Se trata de un evento acaecido en el año 1941, cuando una hambruna arrecía en el pequeño pueblo de deportados polacos: “con 40/50 grados bajo cero, con dos metros de nieve…ahí ¡búscate la vida!”, empieza a narrar el Obispo.
En esta situación, “los polacos como buena gente, rezándole a la Virgen”, pidieron “el milagro de su intercesión”. “He aquí que en torno al 25 de marzo del 1941 se derrite la nieve, y se genera un lago, y en ese lago ¡surgieron peces! Y con esos peces se salvaron ellos y otros pueblos de alrededor”. En el centenario de la Virgen Fátima se repite “más o menos la misma situación”, cuenta. “Evidentemente es un hecho sobre el que nosotros no decimos que es un milagro de la Virgen, pero, en fin, en el corazón del pueblo del creyente se ve la maternidad de la Virgen que está allí intercediendo por sus hijos”.

Historia del Santuario María Reina de la Paz

En los años ‘80 los feligreses, - solos, sin sacerdote - empezaron a construir una Iglesia a la Virgen de Fátima. Cuando en el ’89 llega quien es el actual obispo de Astania, se concluye la construcción de la Iglesia con la ayuda de un benefactor que pide la titulación de la misma a “María Reina de la Paz”. Y en el año 1995, el entonces obispo para Kazajistán y Asia Central, consagra Kazajistán y Asia Central a la Virgen María Reina de la Paz, en una época “de mucha pobreza y de una situación social muy peligrosa”. Mons. Mumbiela señala lo curioso de esto, y es que “a partir de entonces Kazajistán levanta cabeza”, de ahí que María Reina de la Paz es Patrona de Kazajistán. “Cuando Juan Pablo II en 2001 vino al país, habló del Santuario Nacional en Oziorno - así se llama así el pueblo - que significa ‘del lago’. Y así quedó el Santuario Nacional María Reina de la Paz en este pueblecito”.
“No había allí una imagen así especial, que recuerde este acontecimiento histórico, y en la curia de mi diócesis mandé a hacer un cuadro que recordara este momento: no dando ella peces de sí misma, sino como veis en el cuadro, es el niño Jesús en los brazos de la Virgen que va dando peces a su Madre, y la Madre los echa a las redes, que son nuestras oraciones, redes echadas en el lago de la misericordia.  Jesús dijo a Faustina Kowalska: di a todo el mundo que mi misericordia es como un océano sin orillas. Un momento de ese océano es ése instante en la historia, es ése lago: es un recuerdo de que la misericordia de Dios continúa en cada momento. Jesús a través de su Madre nos concede, todas las gracias, todos los peces: en el cuadro hay siete peces que son signo de la totalidad. Podría ser una catequesis muy bonita sobre el cuadro pero lo dejamos para otra vez”, concluye.

Los obispos de Kazajstán se reúnen con el Papa Emérito Benedicto XVI.
Obispos de Kazajistán regalan al Papa imagen de María Reina de la Paz.