05 abril 2007

Curada por intercesión de Juan Pablo II

Testimonio de sor Marie-Simon-Pierre

ROMA, sábado, 31 marzo 2007.- El próximo 2 de abril es el aniversario de la muerte de Juan Pablo II. Publicamos el testimonio de sor Marie Simon-Pierre, religiosa de la congregación de las Hermanitas de las Maternidades Católicas de 46 años, inexplicablemente curada de Parkinson.



En este caso se basan los documentos del proceso diocesano relativos a los milagros atribuidos a la intercesión de Juan Pablo II. La religiosa trabajaba en la Maternidad de la Estrella (Maternité de l’Etoile), en Puyricard cerca de Aix-en-Provence. La traducción del testimonio ha sido publicada por el semanario Alfa y Omega.


Estaba enferma de Parkinson. Me fue diagnosticado en junio de 2001. La enfermedad me había afectado toda la parte derecha del cuerpo, causándome una serie de dificultades. Después de tres años, de una fase inicial lentamente progresiva de la enfermedad, se agravaron los síntomas, se acentuaron los temblores, la rigidez, los dolores y el insomnio.

Desde el 2 de abril de 2005, comencé a empeorar de semana en semana, me debilitaba de día en día, no conseguía escribir -soy zurda- y, si intentaba hacerlo, lo que escribía era difícilmente legible. No conseguía conducir el coche, salvo en trayectos muy breves, porque mi pierna izquierda se bloqueaba a veces durante mucho rato y la rigidez no me permitía conducir. Para desarrollar mi trabajo en el ámbito hospitalario necesitaba además siempre mucho tiempo. Estaba totalmente exhausta. Después del diagnóstico, me era difícil ver a Juan Pablo II en televisión; pero me sentía muy cercana a él en la oración, y sabía que podía entender lo que yo vivía. Admiraba su fuerza y su coraje, que me estimulaban a no rendirme y a amar este sufrimiento. Sólo el amor habría dado sentido a todo ello. Era una lucha cotidiana, pero mi único deseo era vivirla en la fe, y de aceptar con amor la voluntad del Padre.



Era la Pascua de 2005, y deseaba ver a nuestro Santo Padre en televisión, porque en mi interior sabía que sería la última vez que iba a poder hacerlo. Durante toda la mañana me preparé para aquel encuentro (él me mostraba lo que yo sería al cabo de algunos años). Era muy duro para mí, que era tan joven... Pero un imprevisto no me permitió verlo.

La tarde del 2 de abril de 2005, estaba reunida toda la comunidad para participar en la vigilia de oración en la plaza de San Pedro, transmitida en directo por la televisión francesa de la diócesis de Paría (KTO), cuando fue anunciada la muerte de Juan Pablo II se me vino el mundo encima. Había perdido al amigo que me entendía y que me daba la fuerza de seguir adelante.



Notaba en aquellos días la sensación de un gran vacío, pero sentía la certeza de su presencia viva. El 13 de mayo, fiesta de Nuestra Señora de Fátima, el Papa Benedicto XVI anunció oficialmente el comienzo de la Causa de beatificación y canonización del Siervo de Dios Juan Pablo II. A partir del 14 de mayo, las hermanas de todas las comunidades francesas y africanas pidieron la intercesión de Juan Pablo II para mi curación. Rezaron incansablemente, hasta que llegó la noticia de la curación. Yo estaba de vacaciones en aquellos días. El 26 de mayo, concluido el tiempo de descanso, volví a la comunidad, totalmente exhausta a causa de la enfermedad. Si crees, verás la gloria de Dios: éste es el fragmento del evangelio de San Juan que me acompaña desde el 14 de mayo. Y el 1 de junio: «¡No puedo más! Debo luchar para mantenerme en pie y andar». El 2 de junio, por la tarde, fui a hablar con mi Superiora, para pedirle que me dispensara de toda actividad laboral. Me pidió que resistiese todavía un poco, hasta el regreso de Lourdes, en agosto, y añadió: «Juan Pablo II no ha dicho todavía la última palabra».



Seguramente, él estaba presente en aquel encuentro, que se desarrolló en la paz y en la serenidad. Luego, la Superiora me dio una estilográfica y me pidió que escribiera «Juan Pablo II». Eran las 17 horas. A duras penas, escribí «Juan Pablo II». Ante la caligrafía ilegible, permanecimos largo rato en silencio... Y la jornada prosiguió como de costumbre. Tras la oración de la tarde, a las 21 horas, pasé por mi oficina para volver después a mi habitación. Sentí el deseo de coger una estilográfica y escribir, como si alguien me dijera: «Coge tu estilográfica y escribe…». Eran las 21:30/45. La caligrafía era claramente legible, ¡sorprendente! Me tendí sobre la cama, estupefacta. Habían pasado exactamente dos meses desde el regreso de Juan Pablo II a la Casa del Padre... Me desperté a las 4:30, sorprendida de haber podido dormir. Me levanté de la cama. Mi cuerpo ya no estaba dolorido, había desaparecido la rigidez e interiormente ya no era la misma. Luego sentí una llamada interior y un fuerte impulso a caminar para ir a rezar ante el Santísimo Sacramento. Bajé a la capilla y permanecí en oración. Sentí una profunda paz y una sensación de bienestar, una experiencia demasiado grande, como un misterio, difícil de explicar con palabras.

Después, siempre ante el Santísimo Sacramento, medité los misterios de la luz, de Juan Pablo II. A las 6 de la mañana, salí para unirme a mis hermanas en la capilla, para un momento de oración, seguido de la celebración eucarística. Tenía que recorrer unos 50 metros y, en aquel instante, al caminar, me di cuenta de que mi brazo izquierdo se balanceaba, ya no estaba inmóvil a lo largo del cuerpo. Noté también una ligereza y una agilidad física desconocidas para mí desde hace mucho tiempo.

Durante la celebración eucarística, me sentí colmada de alegría y de paz. Era el 3 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Al salir de Misa, estaba segura de que estaba curada... «Mi mano ya no tiembla. Me voy de nuevo a escribir». A mediodía dejé de tomar las medicinas.

El 7 de junio, como estaba previsto, fui al neurólogo que me atendía desde hacía 4 años. Se quedó sorprendido, también él, al constatar la imprevista desaparición de todos los síntomas de la enfermedad, a pesar de que había interrumpido el tratamiento cinco días antes de la visita. Al día siguiente, la Superiora General confió a todas nuestras comunidades la acción de gracias, y toda la Congregación inició una novena de gratitud a Juan Pablo II.

He interrumpido todo tipo de tratamiento. He reanudado el trabajo con normalidad, no tengo dificultad alguna para escribir, y conduzco incluso larguísimas distancias. Me parece haber renacido; es una vida nueva, porque nada es como antes. Hoy puedo decir que el amigo que dejó nuestra tierra está ahora muy cercano a mi corazón. Ha hecho crecer en mí el deseo de la adoración del Santísimo Sacramento y el amor por la Eucaristía, que tienen un lugar de privilegio en mi vida de cada día.

Esto que el Señor me ha concedido vivir por intercesión de Juan Pablo II es un gran misterio, difícil de explicar con palabras... Pero nada es imposible para Dios. Realmente es cierto: «Si crees, verás la gloria de Dios».



«He sido curada»: Habla la religiosa que atribuye un milagro a la intercesión de Juan Pablo II, en una rueda de prensa concedida a periodistas

AIX-EN-PROVENCE, viernes, 30 marzo 2007.- Con una sonrisa en los labios, sor Marie-Simon-Pierre, la religiosa de 46 años, aseguró este viernes ante la prensa que ha sido curada de Parkinson de manera inexplicable gracias a la intercesión de Juan Pablo II.



«Todo lo que puedo deciros es que yo estaba enferma y que ahora estoy curada. Ahora le corresponde a la Iglesia pronunciarse y reconocer si es un milagro», afirmó ante unos sesenta periodistas en una rueda de prensa concedida en la casa diocesana de la ciudad francesa de Aix-en-Provence.

Acompañada por el obispo de esa diócesis, monseñor Claude Feidt, sin esconder su emoción, reconoció que para ella no hay dudas: «He sido curada, es la obra de Dios por intercesión de Juan Pablo II».

«Es algo muy fuerte, difícil de explicar con palabras», aclaró la religiosa que pertenece a la congregación de las Hermanitas de las Maternidades Católicas.

Al recordar el efecto del Parkinson, la misma enfermedad que padeció Karol Wojtyla, recordó: «mi cuerpo ya no era el mismo y yo no era la misma».

«A partir del fallecimiento de nuestro Santo Padre Juan Pablo II, los síntomas de la enfermedad se acentuaron y agravaron», explicó, recordando dos meses durísimos, hasta el 2 de junio de 2005, cuando pidió dejar de trabajar en la Maternidad de la Estrella (Maternité de l’Etoile), en Puyricard cerca de Aix-en-Provence.

Su superiora le pidió que escribiera el nombre de Juan Pablo II, tarea casi imposible dado su estado. Tras escribir unos caracteres casi irreconocibles, se fue a su habitación a descansar.

«Y allí, cuando entré en mi habitación, tuve ganas de escribir, a pesar de que para mí era difícil. Tuve la impresión de escuchar una voz que me decía: "toma el bolígrafo y escribe". Escribí un poco». Tras pocas palabras, se durmió para despertarse a las 4.30 de la mañana.

«Me levanté de un salto de mi cama, a pesar de que alzarme se había convertido en algo verdaderamente duro y pesado», siguió recordando.

«Me sentí totalmente transformada, ya no era la misma interiormente», afirmó este viernes. «Algo que me resulta difícil explicar con palabras». «Era demasiado fuerte, demasiado grande. Un misterio».

«Desde ese día he dejado de someterme a todo tratamiento». «Para mí es como un segundo nacimiento, tuve la impresión de redescubrir mi cuerpo, de redescubrir mis miembros», confía.

Aquel día, el 3 de junio de 2005, comenzó la jornada con una inolvidable Eucaristía de accion de gracias.

En estos momentos la religiosa desempeña sus servicios en una maternidad de París. «Trabajo como enfermera con mamás y bebés de la maternidad Saint-Félicité. Y cumplo con todas las exigencias».

Esta curación sin explicación científica será presentada por el postulador de la causa de beatificación, monseñor Slawomir Oder, en la fase romana, que tiene lugar en la Congregación para las Causas de los Santos.

Comenzará después de que se clausure el proceso diocesano, el 2 de abril en la basílica vaticana. La religiosa participará en esta celebración.

En declaraciones recientes, monseñor Oder había constatado dos elementos de este caso: la religiosa ha sido curada de Parkinson, la enfermedad de Juan Pablo II, y como él ha entregado su vida a la causa de la vida.



No tengáis miedo (21:42). Documental sobre Juan Pablo II

Católicos y ortodoxos celebran este año la Pascua el mismo día

Motivo de gran alegría para los católicos griegos

SIROS (GRECIA), domingo, 1 abril 2007.- Este año, católicos y ortodoxos celebrarán la Pascua el mismo día, es decir, el 8 de abril. Esta coincidencia se convierte en motivo de gran alegría para muchos cristianos, como testimonia a Zenit el presidente de la Conferencia Episcopal Católica de Grecia.

Normalmente los católicos griegos, minoría en un país ortodoxo, celebran -por motivos pastorales- la Pascua el mismo día en que lo hace la Iglesia ortodoxa.

«Es una gran alegría para nosotros, aunque el próximo año se dará de nuevo una diferencia de cinco semanas. La Iglesia católica universal celebrará la Pascua el 23 de marzo, mientras que la Iglesia ortodoxa -con la cual nosotros los católicos griegos celebramos la Pascua- lo hará el 27 de abril», informa monseñor Francesco Papamanolis, de la orden de los Frailes Menores Capuchinos, y obispo de Siros, Santorini y Creta.

«Para nosotros es un sufrimiento celebrar la Pascua en una fecha separada de Roma, pero el sufrimiento es todavía más grande al no poder celebrar la Pascua todos juntos en Grecia, ya que muchas familias son mixtas, los matrimonios mixtos entre católicos y ortodoxos son más o menos el 75%» entre los católicos, añade monseñor Papamanolis.

«Celebrar la Pascua en días distintos crea problemas sociales y, para nosotros, también crea problemas pastorales: lo bonito sería que se llegara a un acuerdo para que todos los cristianos celebrarán la Pascua juntos», reconoce haciéndose eco del llamamiento que lanzó Juan Pablo II.

Calcular la fecha de Pascua fue un problema durante siglos que involucró a astrónomos y matemáticos.

El Concilio de Nicea estableció que el día de Pascua debía caer en el domingo posterior al primer plenilunio siguiente al equinoccio de primavera.

Hoy día, la fecha se individua en virtud del equinoccio de primavera (21 de marzo) y de la luna llena (lo que hace que la fecha sea «móvil»).

La diferencia de fechas la establecen los diferentes criterios adoptados por los calendarios vigentes.

La Iglesia católica sigue el calendario gregoriano (reformado por Gregorio XIII en 1582); la ortodoxa el juliano (establecido por Julio César en el año 46 a. C.).

La próxima vez que coincidirá la Pascua para católicos y ortodoxos será el 4 de abril de 2010.

Los creyentes rusos ven en la Semana Santa una época de recogimiento y oración más que unos días de vacaciones

También en Rusia los templos se han llenado de feligreses para celebrar la Pascua de Resurrección. Resulta que este año el calendario de Semana Santa ha sido el mismo tanto para católicos como para ortodoxos. Esta coincidencia tiene lugar solamente cuando el primer plenilunio del equinoccio de primavera coincide en los calendarios juliano y gregoriano. La última vez sucedió en 2004 y se repetirá en 2010, 2011, 2014 y 2017. Después, no volverán a coincidir hasta 2034.

Al igual que los católicos, los ortodoxos celebran cada uno de los días 'santos' de la semana, especialmente el jueves y el viernes.

La liturgia y el ritual son parecidos, aunque las diferencias son patentes. En la última misa del Jueves Santo, todos los fieles van provistos de cirios, que cada cual lleva después a su casa para iluminar los iconos. Las velas deben estar encendidas hasta el Domingo de Resurrección.

El Viernes Santo no se oficia misa. Se celebra sólo una oración, al final del día, en presencia del sudario con el que fue envuelto el cuerpo de Cristo, tras ser bajado de la cruz, y del icono con su imagen en el sepulcro. Los vía crucis forman también parte del ritual aunque no son tan vistosos, como en España. En Rusia, estas procesiones, por lo general no muy numerosas en participantes, discurren alrededor de las iglesias.

Las misas sí suelen tener más solemnidad que en el mundo católico. Multitudinarios coros de voces masculinas y femeninas ayudan a crear el fervor necesario para las commemoraciones de estos días. A juzgar por lo que he visto en los templos ortodoxos, creo que los creyentes rusos son los cristianos más devotos y fervorosos, sobre todo las mujeres. Arrodilladas, se inclinan hasta el punto de dar con la cabeza en el suelo. Y no se ven sólo ancianas, como en la época soviética; cada vez es mayor la presencia de jóvenes de ambos sexos en las iglesias rusas.

Influencia creciente

El ateísmo imperante en Rusia durante mucho tiempo erradicó las religiones. Pero, tras recuperar su implantación y la mayor parte de su patrimonio, la Iglesia rusa fue aumentando paulatinamente su influencia entre una población necesitada de asistencia espiritual.

La Iglesia ortodoxa de hoy intenta compaginar su profundo conservadurismo con las necesidades de una evangelización moderna, favorecida por la tendencia de los rusos a recuperar sus antiguas tradiciones y valores espirituales. El porcentaje de creyentes ortodoxos declarados pasó del 20% de la población rusa, en 1989, al 68% aproximadamente en la actualidad.

Hay más devoción en la Rusia profunda y en las áreas rurales que en Moscú, donde la gente piensa más en cómo hacerse rico.

Ya antes de la desintegración de la URSS, a los cristianos rusos les fueron devueltas las catedrales del Kremlin y la iglesia de San Basilio, en la plaza Roja. La restitución de bienes se intensificó durante la década de los 90 y continúa hasta hoy día. Ya nadie se acuerda de cuando al Santo Sínodo de la Iglesia rusa (constituido por los metropolitas o arzobispos) le llamaban 'metropolitburó', en referencia al Buró Político del Partido Comunista de la URSS.

Confidentes políticos

Después de varios años de persecución y tras llevar a cabo una purga entre los sacerdotes más beligerantes con el nuevo sistema comunista, los bolcheviques decidieron tender una mano a la Iglesia ortodoxa.

En 1920, el patriarca Serguii firmó un acuerdo con el Kremlin en el que se comprometía a ser obediente. En los archivos soviéticos se pueden encontrar centenares de referencias sobre las relaciones existentes entre la jerarquía eclesiástica y la Quinta Dirección del contraespionaje político del KGB. De los 13 miembros que componían el Sínodo, al menos dos eran confidentes de los servicios secretos soviéticos. Alexis II, el actual patriarca, tuvo que arrepentirse de sus antiguos «compromisos con la ideología comunista» el día de su entronización, hace 17 años. Alexis II, nacido en Estonia, es miembro del Santo Sínodo desde 1964. En 1986 se convirtió en metropolita de San Petersburgo y Nóvgorod. Tuvo además un escaño en el Congreso de los Diputados Populares de la desaparecida URSS.

El patriarca ruso se opuso siempre con todas sus fuerzas a que Juan Pablo II pudiera viajar a Rusia y, aunque las relaciones con el Vaticano han mejorado, tampoco desea ahora la visita de Benedicto XVI. Sus detractores le acusan de ser demasiado permisivo con la clase dirigente del país y de no condenar la política del Kremlin, que favorece el enriquecimiento de unos pocos y mantiene en la pobreza a la mayoría de los rusos.



La tierra de Jesús (01:00:36) . Documental sobre Tierra Santa

El «concierto de la unidad»

ROMA, lunes, 2 abril 2007.- «La Pasión según san Mateo», el concierto compuesto por el obispo ortodoxo ruso Hilarion Alfeyev de Viena y Austria, ha unido en la contemplación y en los aplausos a católicos y ortodoxos antes de comenzar esta Semana Santa, que en este año celebran en la misma fecha.




El «concierto de la unidad», como ha sido conocido en Roma, celebrado en el Auditorio de la Vía de la Conciliación junto al Vaticano, el pasado 29 de marzo, recibió una larguísima ovación del público, en buena parte representantes de la Curia Romana y de las comunidades religiosas de Roma.



Entre los presentes, se encontraba el cardenal Paul Poupard, presidente de los Consejos Pontificios para la Cultura y para el Diálogo Interreligioso, el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, el embajador de Rusia ante la Santa Sede, Nikolay Sadchikov, y el compositor Arvo Pärt.



Al inicio, se leyó un mensaje escrito por el patriarca Alejo II de Moscú y de todas las Rusias, en el que consideraba que el concierto «es para todos nosotros una buena preparación para los grandes y salvíficos días de la Semana de la Pasión y nos ayudará a comprender la grande obra expiatoria de nuestro Señor y Salvador Jesucristo».

«Sólo si somos conscientes de esta expiatoria proeza, seremos dignos de la especial alegría de encontrar al Señor resucitado en el luminoso día de la Pascua de Cristo», añadía el mensaje del patriarca, que fue leído por el cardenal Poupard.



El purpurado francés consideró que «La Pasión según san Mateo» no es simplemente «un acontecimiento único cultural, sino también y diría sobre todo un momento de reflexión y preparación para la gran Fiesta de la Pascua».

El concierto, añadió el purpurado, ofrece la oportunidad «de participar en primera persona en ese camino de conocimiento recíproco, de estima y de comunión deseada entre las dos Iglesias que continúa cada vez con mayor intensidad y fecundidad» para respirar «a pleno pulmón»

Es decir, aclaró, esta pieza artística permite respirar la riqueza del «patrimonio espiritual y cultural de oriente y de occidente, acogido y vivido en su unidad sustancial y en su creativa complementariedad cultural», afirmó el cardenal.

La «Pasión» fue dirigida por el maestro Vladimir Fedoseev (primer director de los Wiener Filarmoniker de 1997 a 2005), e interpretada por la orquesta sinfónica más grande de Rusia, la Gran Orquesta Sinfónica «Petr Chajkovskij», y por el Coro Tretjakovskij, el más famoso de Rusia, constituido en la capilla de San Nicolás de las Galería Tretjakov.



La transmisión del concierto fue realizada por el Centro Televisivo Vaticano. Entre los canales que mandaron en onda la composición musical se encontraban EWTN, la red televisiva católica mundial, y Telepace.



La Pasión según San Mateo (46:26)

Católicos rusos recuerdan a Juan Pablo II y oran por su beatificación

«Se fue pero no se ha apartado de nosotros»

MOSCÚ, miércoles, 4 abril 2007.- Unidos en oración junto a millones de personas en el mundo, los fieles católicos en Rusia no sólo conmemoran este lunes el segundo aniversario luctuoso de Juan Pablo II, sino que elevaron una plegaria especial por su pronta beatificación.



Reunidos en la catedral metropolitana de la «Inmaculada Concepción de la Virgen María», los creyentes se dieron cita para implorar en una misa solemne y a través de la oración, que el fallecido pontífice sea beatificado lo más pronto posible.

«Hace dos años muchos lloraron y sufrieron. Se dijo que se había ido un profeta del siglo XX- XXI. Un profeta que le había enseñado al mundo a vivir con Dios. No obstante, muchos albergaron la esperanza de que él, aunque se fue, no se había apartado de nosotros; de que se había quedado vivo en muchos corazones», explicó en la homilía monseñor Andzhei Stetskevich, vicario general de la archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú.

Explicó que a pesar de que muchos medios de comunicación se preguntaban cómo era posible que un hombre enfermo y anciano pudiera seguir al frente de la Iglesia, Juan Pablo II demostró que su camino era el mismo que tomó Jesús: «estar hasta el final en la cruz».



Monseñor Stetskevich señaló también que nuestro tiempo tenía en la figura de Juan Pablo II, de la madre Teresa y de tantos santos a grandes testigos de la cruz, de la elección del camino del Señor y que aún antes de su muerte, el fallecido pontífice había realizado ya muchos milagros:

«Cuánta gente regresó a la fe, cuánta gente optó por la vida religiosa, cuánta gente repensó el camino. Y fue después de su muerte que muchos empezaron a rezarle como a un intermediario de Dios».

Así mismo monseñor Stetskevich expresó que tras la noticia del milagro perpetrado en sor Marie-Simon-Pierre y luego de las explicaciones que diera hace un par de semanas en Moscú el padre Slawomir Oder, postulador de la causa para la beatificación de Juan Pablo II, entorno a que los milagros han sido muchos y que constantemente llegan cartas al Vaticano de gente que asegura ser testigo de ellos, los creyentes podíamos decirle hoy a Dios:

«Señor, te pido que a través de la intercesión de Juan Pablo II, realices en mí el más grande milagro de mi vida: que regrese a Tú camino para que sea digno de cargar mi cruz. Como Juan Pablo II quiero ir en dirección a Tí, quiero estar en Tú casa, en la casa de los Santos. Te pido que esa casa, la casa del Padre, sea el hogar de cada uno de nosotros».



En una catedral donde las imágenes religiosas estaban cubiertas por una túnica morada como indica el tiempo de Semana Santa, sobresalían los dos murales expuestos con fotografías del pontificado de Juan Pablo II y en medio uno de sus pensamientos: «Debemos buscar la unidad sin ceder ante las dificultades».

De igual forma, destacaba una pequeña exposición de dibujos hechos por niños y jóvenes polacos donde se veía a Juan Pablo II haciendo la señal de la cruz, sonriendo o bien con uno de sus gestos que le caracterizaba: pensativo con las dos manos juntas al frente de la boca.



Momentos emotivos se vivieron después de la celebración eucarística cuando en la catedral se proyectó la película «Credo, la fe de Juan Pablo II», del director Alberto Michellini y en la cual al compás de diversas arias famosas, todos los asistentes revivieron los momentos del funeral del Santo Padre pero también la larga trayectoria de su pontificado.