31 diciembre 2007

Ordenado diácono el primer kazajo

Ruslán, un joven de 24 años, recibió la ordenación diaconal en Karaganda el 5 de agosto de 2007. Es el primer kazajo que recibe las órdenes sagradas. Su padre se hizo católico el año pasado y su madre es ortodoxa. Recogemos su pequeño testimonio.




Antes de pensar en el sacerdocio, ¿quién querías ser?


Desde el inicio de mi vida cristiana yo quería ser santo. La verdad es que ahora, después de los años del seminario, de muchos problemas y dificultades, después de los estudios, de la oración y meditación, me doy cuenta de que entonces no comprendía bien en qué consistía la santidad. De hecho, yo pensaba ser “santurrón”. Ahora deseo ser santo a través de sencillas cualidades humanas como la bondad, la audacia, lo fortaleza. Las virtudes… y pido a Dios que me haga tal como Él quiere que sea.


¿Cuándo pensaste por primera vez en ser sacerdote?

Se podría contar mucho… Todo empezó cuando tenía 12 ó 13 años. Yo era un chico como todos mis amigos, y empezamos a ir a la iglesia, sobre todo para conocer a las chicas. Después empecé poco a poco a visitar el templo y entré en contacto con el grupo de jóvenes de la parroquia, participando en sus encuentros y catequesis.

En cierta ocasión, un joven con inquietud vocacional planteó esta pregunta: “¿Tú no querrías ser sacerdote?” Hasta ese momento yo no pensaba en esta posibilidad, pero fue el inicio. Llegué a casa y le pregunté a mi madre: “Qué dirías si yo llegara a ser sacerdote? Ella, de fe ortodoxa, lo tomó con mucha paz.

Desde entonces fui hablando con una religiosa de la parroquia, que siempre me ha ayudado con sus consejos y oraciones. Ella me presentó al rector del Seminario. Fui visitando de vez en cuando el Seminario, y noté que cada vez me atraía más la idea de ser sacerdote, hasta que, por fin, me decidí.

¿Hubo momentos de dudas? ¿Pensaste alguna vez en dejar el seminario?

Sí. Tuve dos momentos de crisis. Pero ahora veo que me hicieron mucho bien, me ayudaron a aprender algo más, y a mirar las cosas con más madurez, con más prudencia.
En las parroquias vemos mucha gente joven ante la cual se alza la pregunta por la elección en el camino para su vida.

¿Qué les podrías recomendar?

Es difícil responder, pero te diré lo que me dicta el corazón… Tal vez no una respuesta, sino mi sencillo testimonio. En mi vida también he dudado mucho, y he tenido miedo de abrirme a Dios y dejarle guiar mi vida. En esos momentos siempre recordaba las palabras de Juan Pablo II “¡No tengáis miedo! ¡Abrid la puertas a Cristo!”

Esas palabras “¡No tengáis miedo!” son muy frecuentes en la Biblia; y me gustaría invitar a los jóvenes a que no tengan miedo de recibir a Cristo como Maestro, y sobre todo, como Amigo cercano, que aunque es invisible, sin embargo está siempre presente y cercano.

Durante la homilía de la ordenación, el arzobispo de Karaganda, Jan Pavel Lenga, recordó que “en Dios nadie pierde nada, y ese tesoro celestial se queda para siempre”. Es lo que le deseamos a Ruslán.

1 comentario:

Dimas dijo...

Demos gracias a Dios