13 mayo 2010

El Papa asegura que la profecía de Fátima no ha acabado y sigue siendo válida


Fátima (Portugal), 13 may (EFE).- Benedicto XVI dijo hoy en Fátima que "se equivocan" quienes piensan que el mensaje de la Virgen de Fátima "ha terminado", ya que aquí -aseguró- "permanece el proyecto de Dios para el hombre y aunque éste ha intentado desencadenar un ciclo de muertes y terror no lo ha conseguido".

Ante medio millón de personas, según fuentes de la policía, miles de ellas españolas, que abarrotaron la explanada del santuario de Fátima, Benedicto XVI ofició hoy la misa solemne en el día en que la Iglesia conmemora la primera de las seis apariciones de la Virgen en 1917 a los tres niños pastores videntes Lucía, Jacinta y Francisco.



Benedicto XVI regaló este Rosario a la Virgen de Fátima.


El Obispo de Roma dijo que ya en las Sagradas Escrituras aparece que Dios busca justos para salvar "la ciudad de los hombres" y que lo mismo hizo aquí, en Fátima, donde la Virgen preguntó a los niños que "si querían ofrecerse a Dios para soportar todos los sufrimientos que les mandase para reparar los pecados con los que se ofende a su Hijo".

María, añadió el Papa, bajó a este lugar del centro de Portugal, a la llamada Cova di Iria, para cambiar el corazón de aquellas personas "que están dispuestas a sacrificar sus vínculos más sagrados en el altar de los egoísmos de las naciones, razas e ideologías".


Los tres niños videntes: Jacinta, Francisco y Lucia.



Benedicto XVI afirmó que ha venido a Fátima porque aquí converge la Iglesia peregrina querida por Cristo como instrumento de evangelización y para pedir a la Virgen por la humanidad "afligida de miserias y sufrimientos".

"He venido para disfrutar de la presencia de María y para poner bajo su protección a los sacerdotes", afirmó el Obispo de Roma, que ya ayer, al consagrar a los curas a María, les pidió "fidelidad y lealtad" a la vez que imploró a la Virgen "que no cedamos a nuestros egoísmos, a las lisonjas del mundo y a la sugestión del diablo".

Benedicto XVI manifestó hoy que trae a Fátima un mensaje de esperanza, especialmente para aquellos que sufren o viven abandonados.

A este respecto aseguró que Cristo es la gran esperanza, el único que no desilusiona y que la fe en Dios abre un horizonte de esperanzas, indica una sólida base en la que apoyar, sin miedo, la propia vida.

Tras participar anoche en la sugestiva procesión de las velas con varios cientos de miles de fieles, Benedicto XVI regresó hoy a la explanada de Fátima en el "papamóvil", en medio de los aplausos y viva de los presentes, que ondeaban de banderas de numerosos países, entre ellas numerosas españolas. Antes de su llegada comenzó la procesión con la imagen de la Virgen, a la que el Papa se incorporó, siguiéndola desde el vehículo.

La estatua de la Virgen fue colocada en el altar mayor, levantado delante de la fachada principal del santuario, y en el mismo también fue colocada la Rosa de Oro que ayer donó el Papa a la Virgen.



Rosa de Oro que ayer donó el Papa a la Virgen.



Benedicto XVI señaló que este año se cumple el décimo aniversario de la beatificación de Jacinta y Francisco, dos de los tres niños videntes; el quinto de la muerte de Lucía, la otra niña vidente y que transmitió el llamado "Secreto de Fátima; y el centenario del nacimiento de Jacinta.

El Papa Ratzinger visitó sus tumbas y esta tarde se reúne con las asociaciones católicas comprometidas con la asistencia social y con los obispos portugueses, ante los que se espera pronuncie un discurso de marcado carácter social.

La profecía de Fátima está dividida en tres partes y fue revelada por la Virgen a Lucía, Jacinta y Francisco en 1917 durante las apariciones del 13 de mayo, 13 de julio y 13 de octubre.

Lucía se encargó de redactarlos y decidió revelar sólo las dos primeras partes.
La primera vaticinaba la muerte prematura de Jacinta y Francisco (que eran hermanos y primos de Lucía) y la segunda se refería a la visión aterradora del infierno, al final de la Primera Guerra Mundial y al estallido de la Segunda y predecía la conversión de Rusia y el fin del comunismo.

La tercera fue desvelada en el año 2000 y, según el Vaticano, se refería al atentado que sufrió Juan Pablo II en 1981 y a la lucha del comunismo ateo contra la Iglesia.

Benedicto XVI dijo el pasado día 11, cuando venía hacia aquí, que la "novedad" que se puede descubrir ahora, diez años después de su publicación, es que el mensaje es para todo el mundo, para todos los papas, tiene una validez eterna y se refiere a los sufrimientos de la Iglesia en todos los tiempos.

"El mensaje llama a la conversión permanente, a la penitencia y a las virtudes teologales fe, esperanza y caridad", indicó el Papa.




13 de mayo, 2010. Medio millón de personas participan en Fátima en la misa de Benedicto XVI

Benedicto XVI en Fátima: “Aún no se ha realizado completamente la profecía de la Virgen”



La hermana Lucía escribió en 1944 lo que la Virgen le reveló en 1917; la Iglesia lo hizo público en el año 2000





Juan Pablo II y la hermana Lucia en Fátima.




«Tercera parte del secreto revelado el 13 de julio de 1917 en la Cueva de Iria-Fátima:

Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima, el Señor Obispo de Leiria, y de la Santísima Madre vuestra y mía. Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más en lo alto, a un ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando, emitía llamas que parecía que iban a incendiar el mundo, pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él. El Ángel, señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!” Y vimos en una inmensa luz, que es Dios, “algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él”, a un obispo vestido de blanco. Hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre. También a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque, con la corteza. El Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas, y medio tembloroso, con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino. Llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos ángeles, cada uno con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios. Tuy, 3-1-1944.»

1 comentario:

Angeles dijo...

Muy completa la información sobre el tema; dos de mis seis hijas estuvieron allí ese día.