Hace unos días Mons. Mumbiela explicó el significado de su escudo a unos feligreses. Pongo a continuación lo que nos dijo.
Escudo Episcopal de Mons. José Luis Mumbiela, Obispo de Almaty, Kazajstán.
En la parte central, ocupando el mayor espacio, está el buen pastor con una oveja sobre sus hombros: es Jesús, el buen Jesús, que nos lleva a nosotros sobre los hombros, nos cura si hemos enfermado, nos defiende con su callado contra el lobo y demás animales feroces. Es de color dorado, porque el buen pastor es el verdadero золотой человек, orgullo de Kazasjtán.
La flor de la izquierda es de un lirio. Con ella se representa en la iconografía religiosa a San José, y se resalta su pureza.
La flor de la derecha es una rosa azul. Representa a la Virgen María. La rosa azul es el sueño de los alquimistas y de muchos sabios de la antigüedad. Un sueño, un deseo que nunca han conseguido hacer realidad. Los japoneses han anunciado que algún día conseguirán producir una rosa azul, pero es imposible: la rosa carece del pigmento que se necesita para obtener el color azul. Hay rosas rojas, rosas rosas, rosas blancas, pero no rosas azules.
En la literatura china, y también de Grecia y del antiguo Egipto hay relatos fantásticos relacionados con la rosa azul, con su belleza inigualable. Se la califica como la más hermosa de todas las flores, como el sueño dorado de los príncipes, como una belleza tan sublime que nos hace participar del cielo ya en la tierra… Pero siempre se recalca que esa belleza, que esa perfección desgraciadamente es inalcanzable. Por eso la rosa azul es el símbolo de lo inalcanzable, de lo que es tan hermoso que queda fuera de nuestro ámbito.
Cuenta una antigua leyenda que el rey de Persia quería dar a su hija en matrimonio a alguno de los príncipes de su país. Pero la princesa no amaba a ninguno de ellos, y ante la insistencia del padre, puso una condición: “me casaré con aquel que me traiga una rosa azul”. Todos los príncipes se pusieron a buscar la rosa azul, preguntaron a los alquimistas, ofrecieron dinero a los sabios del país, viajaron a países remotos, pero todo fue en vano: nadie pudo encontrar la rosa azul. Sin embargo había un joven que se había enamorado de la princesa, pero no tenía ningún título nobiliario que ofrecer al rey, ni tampoco fortuna. Solamente tocaba la guitarra y cantaba. La princesa escuchó sus cantos, vio que era un joven de buen corazón, y se enamoró de él. Cuando le dijo a su padre que quería casarse con ese joven, el rey se opuso: “sólo se lo concederé si cumple la condición que tú misma pusiste, si te trae una rosa azul”. El joven fue al jardín, cortó una rosa sencilla y la presentó a la princesa. “Esta es la rosa azul que yo deseaba, padre”, dijo la princesa, “este es el amor puro con que yo soñaba”.
Otra leyenda narra que una dama estaba enamorada de un joven, pero este joven se sentía indigno de casarse con ella, así que decidió hacerse soldado, ir a la guerra, y convertirse en una persona importante. “Me iré a la guerra, llegaré a ser general, y regresaré. Espérame, volveré, y nos casaremos”, le pidió. Pasó el tiempo, y no regresaba. El padre de esta dama supo que el soldado se había quedado a vivir en tierras lejanas, se había casado, y había olvidado a su hija. Para no aumentar su dolor, le dijo que tenía noticias de que el joven había muerto heroicamente en una batalla. La joven lloraba y lloraba. Lloraba y lloraba. Nadie podía consolarla. Tanto lloraba, que ni siquiera comía, y enfermó. La muerte estaba ya cercana. El padre muy preocupado, buscaba la forma de consolar a su hija. Oyó decir que en Грузии есть один старец había un santo y sabio, que podría dar el consejo necesario para salvar a su hija. Recorrió los montes, atravesó los ríos y llegó a donde vivía este sabio starez (anciano, maestro espiritual ). Le explicó que su hija tenía la más extraña enfermedad, que se moría de amor, que se había enamorado de una persona que no le correspondía. “Ven conmigo al jardín”, dijo el starez. “Aquí crece esta flor única, esta rosa azul. Llévasela, que la vea: al contemplar su belleza, todos los otros amores le parecerán nada, los olvidará”. Con mucho cuidado el padre llevó la flor a su hija, y cuando ésta la vio, se quedó prendada por su belleza. El aroma que emanaba era divino; ante la rosa azul, la belleza del joven le parecía insignificante, y efectivamente lo olvidó, recuperó la alegría y volvió a comer. Aquella rosa azul sí era una verdadera belleza, y además no se marchitaba ni envejecía: había encontrado el gran amor de su vida.
Esta es la historia de la rosa azul: el sueño inalcanzable de los hombres. Aquello ante lo cual, todo lo demás se vuelve insignificante. Pues bien, lo que el hombre no puede hacer, lo que es imposible, lo que es un deseo inalcanzable, conseguir una rosa azul, Dios lo hace dos veces: la Inmaculada Concepción de María, y ser Virgen y Madre. Por eso la rosa azul en este escudo representa a la Virgen María.
En el escudo el lirio sale al encuentro de la rosa azul, y viceversa: San José sale al encuentro de Santa María, y Santa María de San José. Y ese amor humano, ese amor limpio y noble, es bendecido por el Espíritu Santo, que es la paloma que aparece en el escudo y está en medio de ellos y por encima. (Aquí Mons. Mumbiela explicó que él le tiene gran devoción a San Josemaría Escrivá de Balaguer, quien unió en su nombre a María y a José, por el gran amor que les tenía). Y fruto de ese amor entre María y José es Jesús, el buen pastor, aunque sabemos que Jesús nació de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo da el calor de hogar, la atmósfera de familia, en los hogares cristianos.
Encima de la paloma, tenemos la cruz, y por tanto a Dios Hijo. El Espíritu Santo es fruto de la cruz, viene después de la cruz. Y sobre la cruz está el sombrero, que representa a Dios Padre. Así pues si miramos en vertical tenemos a la Santísima Trinidad, a la Trinidad del Cielo: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y si miramos en el plano horizontal nos encontramos con Jesús, Santa María y San José, que son como la “trinidad” de la tierra.
El Espíritu Santo, la paloma, se sale del marco. No cabe dentro de nuestros limitados horizontes, su acción sobrepasa nuestro entendimiento. El Espíritu Santo hace lo que El quiere, no se sujeta a nuestros pobres planes. Si no fuera así, ya no sería algo divino, sino algo sólo humano.
El color rojo simboliza lo humano, el azul lo divino. El buen pastor tiene mitad en cada lado, porque Jesús es Dios y hombre. Y cada buen pastor, cada persona que intente alcanzar la santidad, debe imitarle en esto: ser muy humano y muy divino a la vez. Tener corazón humano, amar a las personas, para entenderlas, como hizo Jesús, y a la vez tener el corazón lleno de Dios.
El color amarillo representa la inmensa estepa de Kazajstán, que se va llenando de gracia de Dios.
Las palabras del escudo “Abrid completamente las puertas a Cristo” las pronunció Juan Pablo II el día en que fue elegido Papa, y las ha repetido Benedicto XVI el día de la Beatificación y en la Misa de funeral de Juan Pablo II. No dice abrid un poco, sino completamente, sin miedo, totalmente.
Рукоположение в сан священника в Казахстане. Ordenaciones sacerdotales en Astaná, Kazajstán.
31 мая, в праздник Посещения Девой Марией Елизаветы в кафедральном соборе Божьей Матери Неустанной Помощи города Астаны, двоим дьяконам -- Роману Заможневичу и Вадиму Белокопытову -- было уделено таинство рукоположения в священники. Обряд рукоположения совершил архиепископ Томаш Пэта. На торжественной Святой Мессе присутствовало множество священников, а также приглашенные гости, родные и близкие.
Отцы являются гражданами Республики Казахстан, и можно сказать, что Церковь этой страны растет и развивается не только благодаря миссионерам из-за рубежа, но и благодаря местным призваниям. Отец Вадим Белокопытов родом из села Тонкошуровки, а отец Роман Заможневич из Озерного «национального святилища Казахстана», как назвал это место Папа Иоанн Павел II, будучи в Казахстане в 2001 году. И именно здесь, в родном селе, отец Роман возглавил свою первую Святую Мессу.
Himno Nacional de Kazajstán.
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