27 mayo 2011


La procesión del Corpus Christi de 1918 en San Petersburgo

Un momento histórico


La procesión del Corpus Christi de 1918 en San Petersburgo.


A principios de siglo XX, antes de la Revolución Comunista, los católicos que habitaban en San Petersburgo, entonces Petrogrado, era el 7% de la población total, porcentaje muy alto en relación con el total de la Rusia zarista. Estas fotografías históricas son únicas para comprender la necesidad de recuperar para la Iglesia esas antiguas familias católicas.

Teniendo en cuenta que una imagen vale mas que mil palabras, mostramos unas muy elocuentes de la procesión del Corpus que recorrió las calles de San Petersburgo el día 30 de Mayo de 1918. Pocos meses después empezaría la persecución leninista que acabó con el gran florecimiento católico de inicios del siglo pasado en la capital del Imperio Ruso.


7% de católicos había en Petrogrado antes de la revolución bolchevique.


En 1917 ya una procesión multitudinaria había recorrido las calles de San Petersburgo el 4 de Junio, pero parece que en esa ocasión no se llevó en procesión el Santísimo Sacramento. En esa primera manifestación pública de fervor cristiano participaron también miles de católicos. Llamaba la atención la participación de sacerdotes del rito latino y del rito bizantino y la presencia de muchos soldados católicos.

La procesión del Corpus de 1918 fue organizada también por el sacerdote decano de la ciudad, prelado Budkevich, hoy en proceso de beatificación ya que murió fusilado por los bolcheviques en marzo de 1923. En esta procesión participaron el Arzobispo Ropp, el siervo de Dios Obispo Jan Cieplak y el beato Exarca de rito católico bizantino Fedorov. La procesión arrancaba de dos diferentes lugares: la Iglesia de Santa Catalina, en la Avenida Nevskiy, centro neurálgico de la ciudad y la concatedral católica de la Asunción. Ambas columnas se unían para celebrar la Santa Misa en el cementerio católico junto a la Iglesia de la Visitación de María.


La procesión comenzaba en la Iglesia de Santa Catalina.


La participación fue impresionantemente numerosa: algunas fuentes hablan de 40.000 participantes, lo cual significaría un poco más de la mitad de los católicos residentes en aquel momento en Petrogrado.

El significado de esta procesión es también muy importante pues muestra el inmenso crecimiento del catolicismo en Rusia a principios del siglo XX, especialmente después de la Ley de Libertad Religiosa de Nicolas II promulgada en 1907. Algunos pensaban que por fin había llegado el momento de la libertad para los católicos en Rusia, pero se equivocaron.

La procesión fue el principio del fin. Por eso algunos denominan a esta procesión el Domingo de Ramos de la Iglesia Católica en Rusia. Fue un momento de gloria. Muy poco después, comenzó la pasión. En 1938 solo quedaría en San Petersburgo una iglesia católica abierta a la que acudirían unas pocas decenas de católicos.

Transcribo a continuación el testimonio del sacerdote Francisk Rutkovskiy que participó en la procesión. El testimonio está tomado de una biografía que este sacerdote escribió sobre el obispo Cepliak y por eso se refiere especialmente a él:


La procesión iba por las Avenidas Nevskiy y Lineyniy.


«Antes de que el mal comenzase a imponerse, los católicos de Petersburgo vivieron todavía un momento solemne y alegre para la Iglesia. El 30 de Mayo de 1918 por primera vez en la historia de esta ciudad, la procesión del Corpus Christi recorrió sus calles. Cristo, bajo la especie del pan, en el esplendor de su majestad, como Vencedor, daba su bendición al mundo. La procesión comenzaba en la Iglesia de Santa Catalina e iba por las Avenidas Nevskiy y Lineyniy hasta la iglesia del cementerio Viborgskiy.


1918: Petrogrado (San Petersburgo).


Salieron el clero de ambos ritos, los profesores de la Academia de Teología con el rector a la cabeza, muy despacio desfilaban las diversas Ordenes vestidas con sus hábitos, seguía la corriente de la multitud de la gente, desfilaban las hermandades, las diversas asociaciones civiles, las agrupaciones sociales, se oía el rumor de los estandartes, por doquier se derramaban las flores. Desfilaban en mayor número los polacos, y con ellos los bielorrusos, los lituanos, los letones, los rusos catolicos: allí estaba todo el Petersburgo católico, y el cielo inundado por la luz del sol fue golpeado por el majestuoso himno “Para Ti la gloria”.

Cantaban acompañados de la orquesta de la parroquia de Santa Catalina. Y, junto con la procesión y los cantos, todo era traspasado por la profunda corriente de un hondo y aquietado silencio, como un soplo ondulado y Crístico de paz y amor. Y tan grande era la majestad de esta marcha que todos los concurrentes cayeron de rodillas, se quitaron los sombreros y con admiración contemplaron la escena incomprensible y jamás vista que tenían ante sí: la unión de los ritos y de las nacionalidades bajo un solo pastor y un solo orden. Ni uno solo de los participantes se atrevía a resollar, al contemplar a tantos como caminaban en estas filas, ni uno solo de ellos, movido por el odio, se tapó la mirada ante el resplandor que emanaba de esta luminosa muchedumbre.


Allí estaba todo el Petersburgo católico.


Presidia la muchedumbre el nuevo ordinario de la Diócesis de Moguilev, metropolita Ropp. El Obispo Cepliak caminaba cerca del baldaquino, silencioso y recogido en oración. Se cumplian sus sueños, veía los ejercitos de Cristo, extendidos más allá de las murallas de los templos...

La procesión terminó. La solemne Santa Misa se celebró bajo el cielo abierto. Ante el altar del cementerio Viborgskiy estuvo mucho tiempo de rodillas un anciano canoso, con la cabeza agachada, en silencio derramando lágrimas, dando gracias al Dios Escondido y triunfante.

El anciano regreso triste y pensativo. Puede ser que en la hora de las muchedumbres triunfales y de los alegres Hosanna el ya preveia su Vía Crucis, por el cual dentro de poco iba a caminar. Él ya no hace cabeza en la Archidiocesis, pero debe, como sufragáneo y ayudante del Ordinario, soportar el peso de los acontecimientos que inexorablemente iran sucediendose”.

O. Aleksandr Burgos


La procesión del Corpus Christi de 2011 en San Petersburgo.


Procesión Eucarística por las calles de Nueva York.

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