DESHIELO CATÓLICO-ORTODOXO EN RUSIA
Algo se mueve en Moscú
Por José Luis Restán
La noticia ha quedado confinada en el ámbito de los especialistas, pero si se analiza en el contexto de otros indicios recientes, bien merece una atención más esmerada. El pasado 21 de septiembre, la Santa Sede hacía público el nombramiento del sacerdote italiano Paolo Pezzi, como Arzobispo Metropolita de la Archidiócesis de la Madre de Dios, en Moscú. ¿Por qué colocar a un italiano al frente de la principal comunidad católica de la inmensa Rusia?
Recordemos primero que durante quince años, la sede católica moscovita ha sido guiada por Tadeusz Kondrusiewicz, nacido en Bielorrusia y de raíces polacas. A este hombre de recio carácter le ha tocado construir en el desierto; primero porque a su llegada la Iglesia católica había desparecido prácticamente de Rusia tras setenta años de comunismo, y segundo porque en todo momento ha respirado la hostilidad del Patriarcado Ortodoxo de Moscú. Razones históricas y teológicas, pero también biográficas, han amasado ese clima verdaderamente gélido. Para el Patriarcado, Kondrusiewicz ha sido siempre "un polaco" (como lo era, evidentemente, Juan Pablo II) trasladado a Rusia por decisión de Roma: eso despertaba los peores fantasmas de la historia religiosa y política de aquellas latitudes.
La reconstrucción de las estructuras católicas en Rusia, con la creación de cuatro diócesis en 2002, señaló el clímax del enfrentamiento, trufado de acusaciones al supuesto proselitismo católico. Para la Iglesia Ortodoxa los territorios de la Madre Rusia están confiados a su cuidado pastoral, y la presencia católica debía reducirse al mínimo. Por su parte, la Santa Sede recordaba la presencia secular de comunidades católicas latinas de diverso origen, tanto en la región de Moscú como en Siberia y en los márgenes del Volga, e invocaba el derecho de estas comunidades a gozar de la guía de sus obispos y a comunicar libremente su experiencia en un ambiente fuertemente marcado por la huella del ateísmo soviético. Por otra parte, es preciso recordar que en ese clima de dificultad y aspereza, nunca han faltado espacios de encuentro, colaboración y reconocimiento entre católicos y ortodoxos, como por ejemplo la Biblioteca del Espíritu, una iniciativa del Centro Rusia Cristiana en la que ha participado activamente el sacerdote Paolo Pezzi.
El pontificado de Benedicto XVI parece haber abierto un nuevo periodo. No nos precipitemos a denominarlo primavera, pero al menos es el final del invierno, y eso en Rusia siempre es motivo de esperanza. Todo indica que la decisión de enviar a Moscú a Don Pezzi tiene la finalidad de afianzar esta nueva estación con una persona que suscitará menos controversia con el Patriarcado. Este sacerdote italiano de 47 años pertenece a la Fraternidad Misionera de San Carlos Borromeo, injertada en el árbol eclesial de Comunión y Liberación. Durante más de diez años ha desarrollado su ministerio en Rusia, primero en Novosibirsk, después en Moscú y por último en San Petersburgo, donde actualmente era rector del seminario. Durante este periodo el nuevo obispo ha desarrollado una intensa actividad misionera, siempre acompañada de un cálido diálogo con los hermanos ortodoxos.
Por supuesto, el Patriarca Alexis II no comenta estos hechos, pero es significativo que en vísperas de su viaje a París, invitado por el arzobispo André Vingt-Trois, haya abierto por primera vez la puerta a un próximo encuentro con Benedicto XVI. También se ha hecho notar la estima del Patriarcado hacia la obra teológica del Papa Ratzinger, cuyo libro Introducción al cristianismo ha sido editado recientemente en ruso, con un elogioso prólogo del Metropolita Kirill, responsable del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado. Son pequeños signos que tejen una estela de confianza.
Mientras tanto, el esforzado arzobispo Kondrusiewicz retorna a su tierra natal para relevar en la sede de Minsk al heroico cardenal Swiatek, testigo de la fe en el gulag soviético. La pequeña pero dinámica comunidad católica de Moscú recordará siempre a su primer obispo con enorme gratitud, mientras contempla con esperanza una nueva etapa que estará marcada por la misión y el diálogo. Entre ambos no puede haber contradicción.
Santa Teresita del Niño Jesús. Documental en el Centenario de su muerte (33:37)
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