04 octubre 2007

En el 90 aniversario de las apariciones de la Virgen

Benedicto XVI y Fátima


No sólo el Papa Juan Pablo II estuvo especialmente vinculado a la Virgen de Fátima. También Benedicto XVI lo está. No sólo fue el encargado por su predecesor para desvelar el tercer secreto revelado a los tres pequeños pastores portugueses, sino que él mismo tomó, tras ser elegido como nuevo Papa, el nombre de Benedicto, en honor de san Benito y del Papa Benedicto XV, bajo cuyo pontificado tuvieron lugar las apariciones.


«Quiero referirme -explicaba en la primera de sus Audiencias de los miércoles- al nombre elegido como Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal. He querido llamarme Benedicto XVI en relación con el Papa Benedicto XV, que guió la Iglesia en un período difícil a causa del primer conflicto mundial. Fue un profeta de paz valiente y auténtico, e hizo lo posible para evitar la guerra y limitar sus consecuencias nefastas. Como él, deseo poner mi ministerio al servicio de la reconciliación y armonía entre los hombres y los pueblos, con el profundo convencimiento de que el gran bien de la paz es sobre todo un don de Dios, frágil y precioso, que hemos de invocar, defender y construir entre todos».





Benedicto XV fue el Papa que guió a la Iglesia durante la Primera Guerra Mundial. Hizo numerosas llamadas a la reconciliación entre las naciones y pidió en muchas ocasiones que se rezase por la paz, principalmente a los niños. Una de sus intervenciones ha adquirido con el tiempo un tono profético; el 5 de mayo de 1917, Su Santidad envió una carta al cardenal Gasparri en la que pide: «Haga conocer a todos los obispos del mundo que es nuestro ferviente deseo que la Humanidad se dirija al Sagrado Corazón de Jesús -Trono de Gracia- y que acudan a este Trono por medio de María. Por lo tanto, ordenamos que, comenzando con el primer día de junio este año, se ponga en la Letanía de la Santísima Virgen la invocación: ¡Reina de la Paz, ruega por nosotros! ¡Que los tiempos venideros recuerden la eficacia de la intercesión de María y la grandeza de sus bendiciones para quienes le suplican!»

La respuesta de la Virgen

Ocho días después, la Virgen se apareció en Fátima a los niños Jacinta, Francisco y Lucía, ofreciendo a la Humanidad el remedio mejor para asegurar la paz: «Rezad el Rosario todos los días, a fin de obtener la paz para el mundo».

El contexto histórico de la apariciones era difícil para la supervivencia de la fe. En Rusia -tan vinculada a los secretos de Fátima- fermentaba ya la revolución comunista, y en Portugal se había producido otra revolución unos años antes, que había traído consigo la persecución religiosa. Alfonso Costa, uno de sus líderes, afirmó en 1911 que la religión quedaría suprimida en una o dos generaciones. La respuesta a todo ello la dio la Virgen a unos niños de una aldea perdida de Portugal. Tan es así que el arzobispo de Moscú, monseñor Kondrusiewicz, afirmó en una entrevista reciente que, «hace quince años, durante el domingo sólo había dos misas: en San Luis de los Franceses y en la embajada estadounidense. Hoy, hay 27 misas en 12 idiomas. Muchos de los que participan en ellas son jóvenes, algunos rusos y otros extranjeros. Los jóvenes son muy dinámicos. Es fácil organizar actividades y se ofrecen sin problemas como voluntarios».

Sobre Fátima, el arzobispo de Moscú afirma: «Tras la muerte de sor Lucía, celebramos una misa especial. Me encontré tres veces con ella. La primera vez, en 1991. Ella no podía creer que en Moscú hubiera un arzobispo. Esto era para ella el signo de que la promesa de Fátima se estaba realizando. Estaba evidentemente emocionada. El 13 de cada mes, en Rusia, se hace una procesión con las antorchas y se reza. Para nosotros los católicos, el mensaje de Fátima, en tiempos soviéticos, era una esperanza. Todo era oscuro, pero la Virgen dijo: Mi corazón inmaculado triunfará y Rusia se convertirá. Quizá los jefes que firmaron el final de la Unión Soviética, el 8 de diciembre de 1991, no sabían bien el significado de ese día: la fiesta de la Inmaculada».

El 13 de mayo pasado, 90 aniversario de las apariciones, Benedicto XVI presidió la misa de inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Allí se refirió a la Virgen de Fátima afirmando que, «con su vehemente llamada a la conversión y a la penitencia, es, sin duda, la más profética de las apariciones modernas. Pidámosle a la Madre de la Iglesia, a ella que conoce los sufrimientos y las esperanzas de la Humanidad, que proteja nuestros hogares y nuestras comunidades. De modo especial confiémosle aquellos pueblos y naciones que tienen particular necesidad, y lo hacemos con la certeza de que no dejará de atender las súplicas que le dirigimos».

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

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