17 octubre 2007

«¡María espera la respuesta de todos sus hijos!», recuerda el cardenal Bertone en Fátima

En el 90º aniversario de las apariciones marianas

FÁTIMA, miércoles, 17 octubre 2007.- María pide conversión, penitencia, corazones sencillos que acepten orar por la conversión de los demás, subrayó el domingo el cardenal Tarcisio Bertone, legado pontificio en Fátima por el 90º aniversario de las apariciones marianas.

Del 13 de mayo al 13 de octubre de 1917 la Virgen se apareció a los tres pastorcillos Jacinta, Francisco y Lucia en Cova de Iría.



El secretario de Estado del Papa presidió en nombre de éste las celebraciones conclusivas del mencionado aniversario en el Santuario de la Santísima Trinidad –que había consagrado dos días antes-.

En conexión televisiva Benedicto XVI se unió espiritualmente -el domingo, en el rezo del Angelus- a los presentes en Fátima, en una oración, por intercesión de María, por «el don de una conversión de todos los cristianos, para que se anuncie y testimonie con coherencia y fidelidad el perenne mensaje evangélico, que indica a la humanidad el camino de la auténtica paz».

«A los noventa años de las apariciones, Fátima sigue siendo un consolador faro de esperanza, pero también una fuerte llamada a la conversión», reconoció en su homilía el cardenal Bertone.

La Virgen, que «ha sido preservada de la lepra del pecado, vivió en perenne acción de gracias a Dios y se transformó en icono de la salvación»; «se presenta a los pastorcillos resplandeciente de luz, pero en sus palabras y a veces también en su rostro, velado por momentos de tristeza, existe constante referencia a la realidad del pecado», recordó.



Les muestra «su Corazón Inmaculado coronado de espinas, y explica que es necesaria su oración y sacrificio para reparar los muchos males que ofenden a Dios, para hacer que cese la guerra y obtener para el mundo la paz»; el lenguaje de María es «sencillo, adaptado a los niños» -apuntó el purpurado italiano-, pero «en términos muy realistas les introduce en el drama de la vida».

«Les pide su colaboración», encuentra su disponibilidad y les revela: «Tendréis que sufrir mucho, pero la gracia será vuestro consuelo» -prosiguió-; «la Virgen elige a niños inocente como sus colaboradores privilegiados para combatir, con las armas de la oración y la penitencia, del sacrificio y del sufrimiento, la terrible lepra del pecado que corrompe a la humanidad».

«¿Por qué lo hace? ¿No es tal vez porque esto responde al método de Dios, quien "ha elegido aquello que en el mundo es débil para confundir a los fuertes"?», planteó el legado pontificio.



Entonces subrayó el ejemplo de tantos niños, «pequeños apóstoles de Cristo», «que han afrontado, y siguen haciéndolo, el sufrimiento y la enfermedad con serenidad, dando ellos consuelo a sus padres en momentos de tan grande prueba», como es el caso de Silvio Dissegna, «un chaval piamontés muerto de cáncer a los doce años, del que ya se ha introducido la causa de beatificación».

«La luz que María hizo resplandecer a los ojos de los pastorcillos, y manifestarse a tanta gente en el milagro del sol el 13 de octubre, indica que la gracia de Dios es más fuerte que el pecado y que la muerte», recalcó el purpurado.



«Pero María pide a todos conversión y penitencia; quiere corazones sencillos que acepten generosamente orar y sufrir por la reparación de los pecados, por la conversión de los pecadores y por la salvación de las almas -sintetizó-. ¡María espera la respuesta de todos sus hijos!»; «acojamos su invitación y permanezcamos fieles a nuestra vocación cristiana».

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