18 octubre 2011

Historia de la Iglesia católica en Mongolia





Mongolia (mongol: Монгол Улс, romanización: Mongol Uls) es un extenso país, sin acceso al mar, se localiza entre las regiones de Asia Oriental y Asia Central. Limita con Rusia al Norte y China al Sur. Su capital es Ulán Bator, en donde radica un tercio de la población total.



Bandera.



Esta nación es el remanente del antiguo Imperio mongol que dominó gran parte de Asia durante el siglo XIII, pero que posteriormente perdió su independencia y fue asimilado por Manchuria durante el final del siglo XVII hasta 1911, pero su independencia fue breve, ya que en 1919 las tropas chinas ocuparon la capital de Mongolia, y en 1921 se pudo independizar con la ayuda de Rusia.

La República Popular de Mongolia (en mongol Бугд Найрамдах Монгол Ард Улс) fue un estado socialista en Asia Central, el cual existió entre 1924 y 1992, dando paso a la actual República de Mongolia. A través de su historia, el estado permaneció como aliado de la URSS y el Pacto de Varsovia.


Escudo Nacional.



Es el decimonoveno país más grande del mundo, con 1.565.000 kilómetros cuadrados; no obstante, el país está dominado por estepas y montañas al norte y oeste, y el Desierto de Gobi al sur. De los 2,8 millones de habitantes, existe una alta tasa de nómadas y seminómadas, que ronda un 30%. Un 90% de los habitantes son de la etnia mongol, con una minoría de etnias túrquicas como el kazajo.

El budismo tibetano es la religión mayoritaria del país, siendo junto con Bután las únicas naciones independientes donde esta religión es predominante.



El catolicismo fue introducido por primera vez en el siglo XIII, durante el Imperio mongol, pero desapareció con el final de la dinastía Yuan en 1368. Sólo hubo nueva actividad misionera tras la Guerra del Opio, a mediados del siglo XIX. Se fundó una misión en Mongolia Exterior, lo que dio a Mongolia su primera jurisdicción católica, pero todo el trabajo evangelizador cesó en un año con la llegada al poder del régimen comunista.

Con la introducción de la democracia en 1991, los misioneros católicos volvieron al país y reconstruyeron la iglesia desde cero, reanudándose las relaciones diplomáticas entre Mongolia y el Vaticano en 1992. En 2006, había en Mongolia una Prefectura Apostólica, un obispo y tres iglesias. El papa Juan Pablo II planeó una visita apostólica a Mongolia que no pudo realizarse y se espera que sea Benedicto XVI quien la lleve a término.



Catedral en Ulán Bator.



La Iglesia católica en Mongolia tiene raíces antiguas, la mayoría de ellas a través de China. Misioneros como William Rubruck y Giovanni da Pian del Carpine llegaron a la región entre los siglos XIII y XIV gracias a la tolerancia religiosa de los mongoles. Es probable que Giovanni da Montecorvino, quien fundó la primera misión católica en Pekín y se convirtió en el primer obispo de Khanbaliq (Pekín), tradujera el Nuevo Testamento y los Salmos.

Técnicamente, Mongolia perteneció a la diócesis de Pekín entre 1690 y 1838, año en que la diócesis de Liaotung -que incluía a Manchuria y Mongolia- fue separada de la de Pekín. El 28 de agosto de 1840, el nuevo Vicariato fue dividido a su vez en tres Vicariatos Apostólicos, Liaotung y Manchuria, Gansu y Mongolia. En 1883 se creó un vicariato para Mongolia Interior y en 1922 se creó una misión para Mongolia Exterior.

La misión sui iuris

La nueva constitución de Mongolia de 1992 garantizaba la libertad religiosa y se enviaron misioneros para reconstituir la Iglesia católica en el país asiático en la misión sui iuris. La Congregación del Corazón Inmaculado de María fue la encargada de la evangelización y la creación de la estructura de la Iglesia en Mongolia. Así, la congregación envió tres sacerdotes, los padres Wenceslao Padilla y Gilbert Sales procedentes de Filipinas, y Robert Goessens, de Bélgica, para llevar a cabo esta misión una vez que el Vaticano hubo entablado relaciones diplomáticas con el gobierno de Ulán Bator.

Previo a su llegada, los expatriados habían atendido a servicios protestantes. Al principio, ninguno de los misioneros hablaba mongol y no había textos litúrgicos católicos escritos en mongol.

El 27 de mayo de 1996 fue inaugurada la primera iglesia católica en la historia de Mongolia. El acto fue celebrado por el nuncio apostólico del Vaticano en Asia, el obispo Bulaitis, junto con el padre Padilla, los otros dos misioneros, tres monjes de África y 150 parroquianos. El acto fue celebrado en inglés y traducido al mongol por un intérprete.

En 1997, el arzobispo Giovanni Battista Morandini fue nombrado primer nuncio del Vaticano en Mongolia. La catedral de San Pedro y San Pablo de Ulán Bator fue construida con la forma de un tradicional ger, con su forma de carpa circular y gruesas paredes de fieltro.

Prefectura Apostólica


El cardenal Sepe, en la consagración de la catedral de Ulán Bator y toma de posesión de monseñor Padilla, a quien se ve postrado.


El 23 de agosto de 2003, el cardenal Crescenzio Sepe, cabeza de la Congregación Vaticana para la Evangelización de los Pueblos, llegó a Mongolia para consagrar al padre Padilla como primer obispo de Mongolia y dedicar una catedral en la capital. El papa Juan Pablo II se disculpó por no haber podido viajar él mismo a Mongolia para consagrar al obispo, ya que había planeado una visita a Mongolia, la primera que habría hecho un Papa a este país.

Juan Pablo II había sido invitado por el Presidente de Mongolia durante su visita al Vaticano en 2000, pero su precario estado de salud impidió que realizara este viaje. El 17 de junio de 2004, el papa Juan Pablo II nombró a monseñor Emil Paul Tscherrig nuevo Nuncio Apostólico en Mongolia y Corea.

El 20 de diciembre de 2004, monseñor Paul Tscherrig realizó su primera visita a Mongolia, donde presidió una celebración en la catedral de San Pedro y San Pablo de Ulán Bator. A las exequias de Juan Pablo II asistieron representando a Mongolia Radnaabazaryn Altangerel, secretario de Estado de Asuntos exteriores, y dos acompañantes.



Vista Panorámica de la Capital de Mongolia, Ulán Bator.


Desde 1992 la afluencia de misioneros cristianos ha sido notable. En la actualidad son más de 60 de varios países ayudando a la construcción de la Iglesia, con cuatro parroquias en funcionamiento. A mediados de 2004 se publicaron un libro de oraciones y un catecismo en mongol, escrito de forma vertical, la forma de escritura tradicional en Mongolia. También se demanda la creación de un calendario católico en Mongolia. El crecimiento de la comunidad católica ha sido enorme, no habiendo fieles reconocidos en 1991 y siendo 415 en febrero de 2008, 345 en abril de 2006 y 216 en mayo de 2004. Hoy son unos 760 católicos.

La caída del régimen comunista mongol, especialmente sanguinario en la represión de toda expresión religiosa, marcó el inicio de una nueva época. «Al principio –explica el cardenal Sepe–, los fieles que participaban en la Eucaristía eran exclusivamente ciudadanos extranjeros; más tarde, se unieron a ellos las primeras personas de la población local». De hecho, el cardenal constata un creciente interés hacia el catolicismo.

Se forman grupos de catecúmenos y muchas personas acuden a misa por curiosidad sobre aquellos a los que apodan Ven y verás. El nuevo obispo, monseñor Padilla, explicaba hace unos meses a la agencia Fides que la misión en Mongolia se planteó desde la perspectiva de «simplemente testimoniar la fe, viviendo los valores del Evangelio», como modo de salvar las barreras idiomáticas y culturales. Muchos, entonces, quisieron saber «de qué se trataba todo aquello».

La misión cuenta con un parvulario, clases de inglés, una escuela técnica, comedores, dos granjas y un centro de atención para 120 niños sin hogar. También se ofrece un curso educativo para reducir la violencia contra las mujeres y enseñar a las mismas a manejarse en situaciones de agresión.

El testimonio que más fácilmente llega es el de la acción social. El país atraviesa serias dificultades económicas desde el desmoronamiento del anterior régimen, y miles de personas viven en la miseria absoluta. Pero, además, la crisis tiene una clara dimensión moral, sintomática de una sociedad que ha quedado desvertebrada.

Ésta se manifiesta en frecuentes maltratos en el hogar y en el abandono de niños (que se buscan en la calle el sustento en el robo o la prostitución), así como en el alcoholismo, enfermedad que va camino de convertirse en una plaga (Mongolia es uno de los primeros productores mundiales de alcohol, pero produce sólo para el consumo interno).

La Navidad no es fiesta en el país ya que el número de cristianos en Mongolia es muy reducido. En 2007 se fundó una cuarta parroquia en Darhan, la segunda ciudad más poblada del país y situada a unos 200 kilómetros de la capital.



El Papa recibe al presidente de Mongolia




El Papa Benedicto XVI y el Presidente de la República de Mongolia, Tsakhiagiin Elbegdorj.


VATICANO, 17 Oct. 11 / 11:01 am (ACI/EWTN Noticias)



El Papa recibe al presidente de Mongolia


El Papa Benedicto XVI recibió esta mañana en audiencia al Presidente de la República de Mongolia, Tsakhiagiin Elbegdorj, con quien conversó sobre el aporte de la Iglesia a esta nación y sobre el diálogo intercultural e interreligioso.

El Papa Benedicto XVI con el Presidente de la República de Mongolia y su séquito.

El comunicado de prensa del Vaticano que da cuenta del encuentro señala que "en el curso de los cordiales coloquios se han evocado las buenas relaciones existentes entre Mongolia y la Santa Sede, además del compromiso y la cooperación entre la Iglesia y el Estado en el campo educativo y social".

El Papa Benedicto XVI saluda al Representante de la iglesia budista en Mongolia.


"Además se ha pasado revista a la situación política del Continente asiático, con particular referencia a la importancia del diálogo intercultural e interreligioso para la promoción de la paz y la justicia", concluye el texto.


El Papa Benedicto XVI y el Presidente de la República de Mongolia.


Luego de reunirse con el Papa, el presidente de Mongolia se encontró con el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado Vaticano, quien estuvo acompañado del Secretario para las Relaciones con los Estados, Arzobispo Dominique Mamberti.





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