15 diciembre 2009

Bielorrusia: una iglesia en crecimiento tras el fin de la guerra fría

Finaliza hoy la visita Ad limina



CIUDAD DEL VATICANO, lunes 14 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- Antes del fin de la guerra fría la Iglesia en Bielorrusia no tenía ningún tipo de jerarquía. Había sacerdotes, uno que otro templo católico abierto pero sin diócesis que los congregara y obispos que las orientara.



Benedicto XVI.


Hoy, esta nación de la ex Unión Soviética de cerca de 10 millones de habitantes y de mayoría ortodoxa cuenta con un 14 % de católicos. Tiene una archidiócesis, tres diócesis y unas 450 parroquias.

Sus obispos están de visita ad Limina en Roma, la cual finaliza hoy lunes. Es la tercera desde que esta nación fue reconocida como tal en agosto de 1991 y la primera bajo el pontificado de Benedicto XVI.

Para Monseñor Tadeuz Kondrusiewicz, arzobispo de Minsk-Mohilev, (territorio que incluye la capital de este país), esta visita, que se realiza cada cinco años, representa “una especie de examen de conciencia para cada obispo”.



Monseñor Tadeuz Kondrusiewicz, arzobispo de Minsk-Mohilev.


Monseñor Kondrusiewicz, quien también es miembro de la Congregación para el Clero, fue el primer obispo de este país nombrado después de 60 años, en los cuales la Iglesia vivió sin jerarquía debido al régimen comunista.

Crecen los católicos

Tras la independencia de esta nación, reconoce el prelado, la Iglesia volvió a nacer. En 1991 había 220 parroquias. Hoy son más de 450. En todo el territorio nacional había sólo 60 sacerdotes nacidos en Bielorrusia, unos 60 más extranjeros y hoy son 440, de los cuales 270 han nacido allí.

En 1990 fue abierto el primer seminario en Grodno y en 2001 el segundo en Minsk. Cerca de 90 seminaristas están formándose y unos 60 más asisten a los seminarios religiosos.

Tienen actualmente un sitio web www.Catholic.by que publica noticias sobre la vida de la Iglesia universal y de Bielorrusia en varias lenguas como la bielorrusa el alemán, el ruso y el polaco.

Cerca de 14 mil fieles visitan diariamente esta página, que “para nosotros es como una grandísima parroquia”, subraya Monseñor Kondrusiewicz.

También se han traducido al bielorruso el misal, los documentos del Concilio Vaticano II así como los textos litúrgicos de todos los sacramentos: “Hoy tenemos un buen equipo de traductores que prepara muy bien la traducción en bielorruso. También tradujeron la última encíclica del Santo Padre”.

Jóvenes

Las nuevas iniciativas pastorales que se desarrollan en esta nación han atraído una gran cantidad de jóvenes, según lo constata el arzobispo de Minsk-Mohilev: “hemos organizado dos Jornadas de la Juventud que han tenido una gran participación”. El prelado señaló también que periódicamente dirige reuniones privadas con estos jóvenes, en las que se discuten temas más en profundidad.

Asimismo se refirió al diálogo que la iglesia realiza con el mundo académico: “en estos últimos dos años me han invitado en diferentes ocasiones las universidades estatales y otras universidades a dictar conferencias o a participar de encuentros con estudiantes y profesores”.



Episcopado de Bielorrusia.


En los medios de comunicación la Iglesia también ha encontrado un canal de participación. Tienen cuatro editoriales católicas. La radio y la televisión transmiten la misa dominical de la catedral de Minsk, “algo muy bueno, sobre todo para los enfermos y los niños del campo”, agrega monseñor Kondrusiewicz.

Desafíos

Pese al crecimiento del catolicismo y de los agentes pastorales en esta nación, monseñor Kondrusiewicz ha comentado que los sacerdotes extranjeros se enfrentan con algunas dificultades como la obtención de visas para vivir allí para desarrollar su servicio evangelizador.

También asegura que, a veces, los fieles necesitan más lugares para congregarse: “Hasta ahora para los 300 mil católicos de Minsk sólo hay cuatro iglesias, aunque las autoridades locales autorizaron hace poco la construcción de otras seis. El único problema hoy es dónde encontrar el dinero”, dice el arzobispo.

En cuanto al trabajo social la Cáritas desarrolla programas que congregan no sólo a católicos sino ortodoxos, protestantes, musulmanes y judíos, incluso personas no creyentes.

El trabajo social se focaliza en programas para ancianos, niños, limitados físicos y enfermos de cáncer y en la de prevención del SIDA. Con los ortodoxos realizaron una comisión para defender los valores de los medios de comunicación.

En Bielorrusia existe también una pequeña comunidad greco – católica, con quienes tienen una muy buena relación según señaló el arzobispo. También son muchas las familias mixtas de católicos casados con ortodoxos.

Una fe en crecimiento en esta joven nación de la Europa Oriental conocida también como la Rusia Blanca, compuesta por hombres y mujeres que han entendido, como dijo el año pasado el cardenal Tarcisio Bertone al visitar este país que “para ser libres no basta con derrumbar muros. Es necesario ser libres dentro y esto es posible sólo encontrando en la persona de Jesús la verdad de Dios”.


El Papa recibe a los obispos de Bielorrusia




Benedicto XVI: “Intensificar el camino común” con la Iglesia ortodoxa

Discurso a los obispos de Bielorrusia en visita “Ad limina”

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 17 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso del Papa a los obispos de la Conferencia Episcopal de Bielorrusia, presentes en Roma estos días para la visita “Ad limina Apostolorum”.


Señor cardenal,

venerados hermanos,

estoy contento de dirigiros a cada uno de vosotros mi cordial bienvenida a la casa del Sucesor de Pedro, a quien Cristo ha confiado la tarea de apacentar a su rebaño (cfr Jn 21,15-19), confirmar a los hermanos en la fe (cfr Lc 22,31), custodiar y promover la unidad eclesial (cfrLumen gentium, 22). Agradezco a monseñor Aleksander Kaskiewicz las palabras con las que ha querido presentar el camino de la Iglesia en Bielorussia, poniendo de manifiesto también los desafíos que la esperan.

En los encuentros que he tenido con vosotros, he apreciado el celo pastoral con el que lleváis a cabo vuestro ministerio, en el deseo y en el compromiso de que crezca cada vez más entre vosotros la corresponsabilidad, la comunión y la toma en común de las decisiones, para que vuestro servicio sea cada vez más fructífero. Es particularmente importante, de hecho, anunciar con renovado entusiasmo e incisividad el perenne mensaje del Evangelio en una sociedad que no es inmune a las tentaciones de la secularización, del hedonismo y del relativismo: los problemas de la falta de natalidad, de la fragilidad de las familias y de la ilusión de encontrar fortuna fuera de la propia tierra son un signo de ello.

Frente a tales desafíos, es tarea urgente de los Pastores manifestar la fuerza de la fe, una fe enraizada en una sólida tradición, para contribuir a preservar la profunda identidad cristiana de la Nación, en el diálogo respetuoso con las demás culturas y religiones. Para alcanzar este objetivo es necesario que, acogiendo la invitación del Salmo: “” (Sal 133,1), tened gran cuidado en formular programas y en promover métodos pastorales cada vez más adecuados, como también al llevar a cabo las decisiones de la Conferencia Episcopal. Este renovado testimonio de unidad, además de contribuir al anuncio del Evangelio, favorecerá la relación con la Autoridad civil y, particularmente, las relaciones ecuménicas.

Otro elemento que deseo subrayar es la especial atención que hay que poner, en la acción pastoral, a la dimensión educativa. Como he afirmado muchas veces, hoy vivimos en una especie de “emergencia” en este sector delicado y esencial, y es necesario multiplicar los esfuerzos para ofrecer, en primer lugar a las nuevas generaciones, una formación válida. Os animo, por tanto, a proseguir en vuestro compromiso, cuidando de que una catequesis adecuada marque el camino de fe en todas las etapas de la vida, y de que se den ocasiones, intra y extra eclesiales, para hacer llegar, bajo vuestra guía, el Mensaje de Cristo en cada ámbito del rebaño a vosotros confiado.

Singular relieve adquiere la preocupación por el discernimiento y el acompañamiento de las distintas vocaciones, en particular de las sacerdotales y religiosas, como también el empeño por favorecer programas destinados al crecimiento humano y cristiano de la juventud. Al respecto, os invito a vigilar atentamente para que los candidatos al sacerdocio reciban una sólida y rigurosa formación espiritual y teológica y sean debidamente guiados en la realización de una seria y profunda verificación de la llamada divina. La situación actual de nuestra sociedad requiere un discernimiento particularmente atento. Es importante, entonces, para el futuro de vuestra Iglesia que en Grodno y en Pinsk se siga ofreciendo a los jóvenes seminaristas un itinerario formativo completo y cualificado, y sea una preciosa oportunidad para promover una acción pastoral unitaria también el hecho de que ambas instituciones compartan el camino hacia el sacerdocio los candidatos al clero diocesano y al religioso.

Esta situación producirá frutos cada vez más prometedores si la propuesta educativa siga siendo el resultado de una intensa colaboración entre el obispo y los respectivos superiores religiosos, y será capaz de dar vida también a iniciativas para la formación permanente. Sed cercanos con cada vez mayor solicitud a vuestros sacerdotes, especialmente a los que comienzan si ministerio pastoral.. El ejercicio atento y cordial de la paternidad del obispo constituye un elemento fundamental para el éxito de una vida sacerdotal. Es necesario además tener siempre presente que el Señor os llama, como Pastores de la Iglesia, a saber discernir cada ministerio destinado a la edificación del cuerpo eclesial, también de carácter laical, cultural y civil, para que todos contribuyan a hacer crecer el Reino de Dios en Bielorussia, en el espíritu de una verdadera y real comunión para reclamar esos valores cristianos que han contribuido de modo determinante a la construcción de la civilización europea.

Queridos hermanos, sabed valorar cada justa aportación para anunciar y difundir el Reino de Dios, testimoniando con gestos concretos la fraternidad que genera la paz; la mansedumbre que acompaña a la justicia; el espíritu de comunión que huye de los personalismos; la caridad que es paciente y benigna, no es envidiosa, no se luce, no se vanagloria, nunca falta el respeto, no busca su propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal recibido, se alegra de la verdad y cree todo, espera todo, soporta todo por amor de Cristo (cfr 1 Cor 13,4-7). En este contexto se plantea la colaboración fraterna con la Iglesia Ortodoxa de Bielorussia, cuyos pastores comparten con vosotros la búsqueda y el empeño en el bien de los fieles.

También las Iglesias ortodoxas, como la Iglesia católica, están fuertemente empeñadas en reflexionar sobre cómo responder a los desafíos de nuestro tiempo para transmitir con fidelidad el Mensaje de Cristo. Acogiendo la invitación del reciente encuentro católico-ortodoxo de Chipre, es necesario intensificar el camino común en esta dirección. Una aportación significativa podrá ser ofrecido por la pequeña pero ferviente comunidad greco-católica presente en el país. Ésta constituye un testimonio importante para la Iglesia y un don del Señor.

Hace algunos meses recibí al señor Presidente de la República de Bielorussia. En el encuentro, cordial y respetuoso, se reafirmó la voluntad de las partes de estipular un Acuerdo, cuya elaboración está en curso. Además traté sobre la particular atención con la que esta Sede Apostolica, como también la Conferencia Episcopal, siguen las circunstancias del país y el compromiso de una colaboración de hecho sobre materias de interés común, con el fin de promover, en el respeto de las competencias de cada ámbito, el bien de los ciudadanos.

Venerados hermanos, renovando mi gratitud, invoco a la Madre de Dios, tan amada en vuestra Tierra, para que os sostenga y os guíe con su protección. Con estos deseos y con particular afecto os imparto a vosotros, a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas y a todos los fieles una especial Bendición Apostólica, mientras os aseguro mi recuerdo en la oración por todo el Pueblo bielorusso.




El Papa recibe al Primer Ministro de Montenegro, Milo Djukanovic
14/12/2009
El Papa Benedicto XVI recibió a Milo Djukanović, Primer Ministro de Montenegro.Durante los coloquios hubo un fructífero intercambio de opiniones sobre temas de actualidad y la situación de la región, como también sobre los desafíos principales que le esperan. A continuación, se subrayó la contribución positiva que la significativa minoría católica aporta a la sociedad montenegrina. Para finalizar, se detuvieron sobre el esfuerzo del gobierno para promover la paz y el equilibrio entre los pueblos y las confesiones religiosas presentes en el país.

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