27 septiembre 2011

Natasha: un desafío en San Petersburgo

Natasha vive en San Petersburgo. Tras descubrir el catolicismo, ha cambiado su trabajo para dedicarse a sacar adelante una editorial que difunde libros espirituales. Éste es su testimonio.

26 de septiembre de 2011




Natasha es cooperadora del Opus Dei.


Natasha Zubova. Es editora de libros y vive en San Petersburgo (Rusia). "Nací en las afueras de San Petersburgo. Mis padres eran profesores, gente buena y honrada pero, como la mayoría de los que crecieron en la Unión Soviética, no hablaban de Dios a sus hijos.

En mi primer contacto con la fe, lo que más me atrajo fue la confianza que me producía el testimonio de personas que confesaban a Jesucristo, pero mi mundo interior cambiaba poco. Para mí, Dios era una cosa más, del que solamente me acordaba en momentos de dificultad.

Todo cambió en 2007, cuando la chica que cuidaba a mi hijo empezó a llevarlo a la iglesia católica de San Juan Bautista de Pushkin; yo, movida por la curiosidad, no tardé en ir también. La Santa Misa me devolvió una felicidad que solo había experimentado en la infancia.

A partir de 2008, algunas personas del Centro de la Obra en Moscú comenzaron a organizar un retiro en nuestra parroquia. En los retiros mensuales, y leyendo las obras de san Josemaría, entendí que ser cristiana no significa solo visitar al Señor una hora cada domingo, sino vivir constantemente en presencia de Dios.

Este año dejé mi puesto en una empresa prestigiosa de mi ciudad y comencé a trabajar en la editorial Biely Kamen: Piedra blanca, que surgió como iniciativa de dos sacerdotes y que publica y difunde libros de espiritualidad en ruso.

Mi nueva empresa es más pequeña, pero el desafío es mucho más bonito. Aunque puedan surgir dificultades, tengo la convicción de que Dios es más fuerte que las circunstancias".


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Añado este otro artículo complementario con el anterior, publicado en la página de san Josemaría


Dios es más fuerte que las circunstancias


Natasha nació en Leningrado. Dios le parecía como un objeto más en el Universo y así reflexionaba: "Existe el planeta Marte y existe también Dios". La vida le cambió gracias a la persona que cuidaba a su hijo y a su curiosidad: Dios era Alguien que le quería como ningún ser es capaz de querer.

Nací hacia las afueras de Leningrado, en una familia de profesores. Eran gente buena y honrada, pero que -como la mayoría de los soviéticos-, no hablaban nunca de Dios a sus hijos. Los dos, mi padre y mi madre, se quedaron huérfanos en su primera infancia, siendo sus padres víctimas de la represión en el año 1937.

Al recordar mi primer contacto con la fe, lo primero que me atrajo fue la confianza que me producía el testimonio de personas que confesaban a Jesucristo. Ya no tenía dudas de que Dios existiera, pero mi mundo interior cambiaba poco. Sólo me acordaba de Él en momentos de dolor o de dificultad.

Pero todo cambió en el año 2007, cuando la chica que cuidaba a mi hijo empezó a llevarle a la iglesia católica de San Juan Bautista de Pushkin, donde no tardé en ir yo también, empujada por la curiosidad. El párroco de la iglesia católica de San Juan Bautista de Pushkin -que llegó de España a Rusia en el 2002 junto con otro sacerdote-, resultó ser del Opus Dei, miembro de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

Conocí a san Josemaría, y sus enseñanzas me empujaron a buscar la perfección en el servicio a los demás y en el cumplimiento de los deberes familiares. La participación en la Santa Misa y en los demás sacramentos devolvieron a mi alma un estado de felicidad tal, que sólo recuerdo haber experimentado en mi lejana infancia. Era un sentimiento de alegría especial, de saber que existe un Ser superior, un Alguien que, a pesar de mis debilidades y defectos, me quiere como ningún ser es capaz de querer.

Dos costumbres indispensables

La asistencia cotidiana a la Santa Misa y la oración son ahora para mí indispensables. Ha merecido la pena acoger la Verdad: Dios es el dueño de mi vida, la paz se ha establecido en mi alma, he descubierto alrededor de mí misma el sentido, la armonía y la belleza de la existencia. Los escritos de San Josemaría me han ayudado a entender que el hecho de saber que Cristo está siempre a nuestro lado, da una fuerza que transfigura a la persona.

A partir de 2008, un grupo de personas del Opus Dei del Centro de la Obra en Moscú, comenzaron a venir con frecuencia para dirigir reuniones en nuestra parroquia, donde me invitó una vez una amiga. Al participar en los Retiros mensuales y en Cursos de retiro del Opus Dei, y al leer las obras de san Josemaría, entendí que ser cristiana no significa sólo visitar a Dios los domingos, por una hora, sino vivir constantemente en la presencia de Dios.

Un nuevo negocio

Me dedico a los negocios. Durante años trabajé en una empresa de prestigio en mi ciudad. Tenía reconocimiento y un buen puesto. Este año, comencé a trabajar en la editorial “Piedra blanca”. Esta iniciativa nació gracias a los sacerdotes de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz que trabajan en mi ciudad, Pushkin.

La editorial tiene como fin promover y publicar libros de espiritualidad en ruso. Así procuramos cubrir el vacío interior que se creó después de los años en que resultaba difícil difundir este tipo de literatura en mi país. Aunque mi nueva “empresa” es más pequeña, el desafío es mucho más bonito; claro que me causó un poco de expectación dejar mi trabajo de años por esta aventura, pero desde un principio me atrajo la posibilidad de que otros conozcan la alegría que yo encontré. Además, la difusión de la buena literatura es un negocio que en Rusia tiene todas las de ganar.

Las dificultades pueden surgir, pero la fe da la fuerza para actuar, aunque las circunstancias parezcan estar en contra de nosotros. Tengo la convicción de que Dios es más fuerte que las circunstancias.

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