22 julio 2006

KAZAJSTÁN.


Historia y situacion actual de la Iglesia Catolica en Kazajstan*



Os estoy agradecido por darme la oportunidad de reunirme con vosotros para compartir algunos pensamientos sobre la experiencia de la Iglesia en Kazajstán, un país que comprende un considerable territorio de este gran continente asiático, madre de religiones mundiales y lugar de nacimiento de nuestro señor y salvador Jesucristo, hace dos mil años.



En primer lugar, me gustaría decir algunas palabras acerca de Kazajstán, que se convirtió en un Estado Independiente con motivo del colapso de la Unión soviética en 1991 y que, gradualmente, emerge en la escena internacional política y económica.


Este país tiene 500.000 km. cuadrados más que Europa Occidental y sus gigantescas dimensiones se extienden desde el Volga Basin en el Oeste, hasta las montañosas regiones de Altai por el Este, en la frontera con China.

Los dos mayores grupos étnicos son los Kazajos, la raza original de oriente, y los rusos, quienes más tarde ocuparon el territorio. Sin embargo, un rasgo específico de este país es el elevado número de sus minorías étnicas: más de 130 en una población de poco más de 17 millones. Esta diversidad enriquece la cultura nacional.

En cuanto a la adhesión religiosa en Kazajstán actualmente hay cerca de 8 millones de musulmanes sunitas y 6.187.000 cristianos ortodoxos rusos.




Cerca de 360.000 católicos del rito latino viven en Kazajstán y hay una significativa comunidad de católicos de rito oriental. Afortunadamente, las diversas confesiones religiosas cohabitan pacíficamente mostrándose mutua tolerancia, ya que todas ellas han sufrido las persecuciones de los comunistas. En realidad casi todos los grupos étnicos nacieron como consecuencia de las deportaciones bajo el régimen de Stalin. Bajo su régimen fueron una fuente muy barata de mano de obra para los centros mineros e industriales. Los deportados católicos estuvieron bajo constante persecución pero mantuvieron siempre una fe viva, y muchos de ellos murieron mártires, siempre leales a su fe católica. Se puede decir que una gran parte de la actual población de Kazajstán está formada por los descendientes de los que sobrevivieron a aquella cruel persecución.



Los primeros cristianos aparecieron en el Asia Central alrededor del siglo tercero, a lo largo de la Ruta de la Seda. Los Nestorianos realizaron una importante contribución a la evangelización del Asia Central. Según fuentes oficiales, organizaron rápidamente dos Patriarcados, durante el reinado del Emperador Taí Tsung de la dinastía Tang, en el año 635.

Sin embargo, no fue sino en el siglo XIII cuando los cristianos del Asia Central alcanzaron su apogeo con la llegada de misioneros franciscanos y dominicos, quienes construyeron monasterios en aquellos ilimitados espacios a lo largo de la Ruta de la Seda. Al mismo tiempo, los primeros obispos aparecen en escena. Se establecen relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el Gran Khan y otros gobernantes de los estados del Asia Central.



Un evento de gran importancia fue la constitución en 1217, de una provincia Franciscana de la Tierra Santa, lo que impulsó la misión franciscana. Como resultado de esta orientación misionera, Khans, reyes, muchos nobles de alto rango y una gran parte de la nación fueron bautizados y se hicieron cristianos. El príncipe tártaro mongol Satar, hijo del Khan Batia es un ejemplo típico de esa conversión. Abrazó el cristianismo hacia el 1254. El Papa Nicolás III intentó organizar la joven iglesia y le dio una estructura diocesana. Dicha misión se la confió al franciscano Gerard de Prato, en el año 1278.


Desdichadamente, los progresivos avances de los islámicos detuvieron la cristianización por completo en el Asia Central. Los gobernantes favorables a la cristiandad fueron destronados y se instaló una dinastía hostil a los cristianos.

El trabajo misionero de los franciscanos acabó repentinamente en 1342, cuando Khan Ali destruyó el monasterio episcopal de la ciudad de Almalik y sentenció a muerte al Obispo franciscano, Richard de Burgandy, a sus cinco hermanos franciscanos y a un mercader latino, por negarse a abjurar de su fe cristiana. Los nuevos obispos del Asia Central enviaron continuas peticiones al Papado en Avignon y más tarde a Roma, aunque infructuosamente por las difíciles condiciones de aquellos tiempos. La cristiandad de Asia Central fue condenada a morir, pero la muerte de esos mártires se volvió fértil semilla del crecimiento de la futura iglesia en Kazajstán, a pesar que su renacimiento no se produciría hasta 6 siglos y medio más tarde.








Cuando Kazajstán fue anexionada a Rusia en el siglo XVIII, la Emperatriz Catalina la Grande se mostró enormemente afectada por la condición espiritual de los emigrantes alemanes y holandeses, quienes en ese tiempo estaban abriendo los más remotos territorios del Imperio Ruso. La Emperatriz fundó la Diócesis de Magilev, que se transformó en el refugio espiritual de todos los católicos del Imperio, lo cual fue bastante meritorio, si se tiene en cuenta que la religión oficial en todo el país era la Ortodoxa Rusa.



En 1847, cuando se estableció la Archidiócesis de Tiraspalskaya - con su centro en Saratav - los católicos del norte de Kazajstán se incorporaron a ella. El Arzobispo Metropolitano Eduard Baron von Rapp fue un activo defensor de la posición y libertad de la Iglesia Católica en aquel territorio.

Tras la revolución Socialista de Octubre de 1917, la Iglesia Católica experimentó la más horrorosa persecución bajo la cruenta y sangrienta maquinaria comunista. Multitud de católicos fueron cruelmente deportados hacia las estepas del Asia Central. Cientos de creyentes encontraron la muerte, cruzando el mismo camino de martirio, confesando y defendiendo la misma fe que sus santos predecesores confesaron y defendieron en el Asia Central durante la Edad Media.



La Iglesia de Kazajstán siempre recordará y venerará como santos, al Obispo Aleksander Jira, a los Padres Wladyslaw Bukowski y Aleksander Schtaub, a la Hermana Gertrude y a tantísimos otros que valerosamente sufrieron y entregaron gozosamente sus vidas por Cristo.

En nuestros tiempos, todo está cambiando en la vida del estado de Kazajstán y en la vida de nuestra iglesia. Tras la caída del imperio soviético, los católicos se esforzaron apasionadamente por regenerar la Iglesia que los comunistas tan duramente trataron de destruir. El 25 de octubre de 1990, la Corte Suprema de la República proclamó la declaración de independencia de la república socialista Soviética de Kazajstán de la Unión Soviética. Y el 10 de diciembre de 1991 las palabras "Socialista Soviética" desaparecieron del nombre oficial de la República. Un nuevo capítulo de la historia de la Nación empezaba así.



Ahora todo comienza a cambiar, incluso la capital, que hace dos años se trasladó de Almati (en el sur) a Akmalá (en el norte), cambiándose poco después el nombre por el de Astaná, que en Kazajo significa Capital. Hoy, en la nueva capital se está llevando a cabo un programa de edificaciones a gran escala para establecer un espléndido marco para el Gobierno.

En la primavera de 1991, nuestro Santo Padre el Papa Juan Pablo II dio estructura jurídica a la Iglesia local y para ello creó la Administración Apostólica de Kazajstán y Asia Central, que abarcaba Kazajstán y otras cuatro repúblicas del sur: Uzbekistán, Tadjikistán, Kirguistán y Turkmenistán, cubriendo así una vasta área de 4 millones de km. cuadrados. Más tarde, el 13 de abril el Santo Padre me nombró Obispo Administrador Apostólico de Kazajstán y Asia Central. De este modo, 649 años más tarde, me convertí en el primer sucesor del Santo Obispo mártir Richard de Burgandy.



La ciudad de Karaganda está considerada como el centro espiritual de Kazajstán, porque allí multitudes de cristianos sufrieron persecución y martirio par la Fe durante la era soviética. Así y todo, en los difíciles tiempos del poder comunista, dio a la Iglesia 10 nuevos sacerdotes. Por este motivo de honor, se convirtió en la Sede de la nueva Administración Apostólica. Incluso la liturgia Ortodoxa local habla de nuestra ciudad como "la ciudad santa de Karaganda". Poco después de la organización de la Admón. apostólica, la República de Kazajstán estableció relaciones diplomáticas con la Santa Sede. En 1994, Su Excelencia el Arzobispo Marian Olés fue nombrado Nuncio Apostólico en Almaty, que por entonces era la capital.

En 1997 a las otras 4 repúblicas del sur de la Administración se les concedió el status de Misiones sui iuris. Actualmente cerca de 250 lugares de reunión han sido abiertos y se han construido alrededor de 20 nuevas iglesias.

El año 1998 será recordado en la historia de la Iglesia en Kazajstán como el año del establecimiento en Karaganda del primer seminario mayor bajo el titulo de María, Madre de la Iglesia.




Los comienzos de este Seminario, corazón de la diócesis, no fueron fáciles, especialmente por lo que se refiere al aspecto material. Actualmente 16 nuevos seminaristas estudian en él.



El 24 de septiembre de 1998 es también una fecha histórica, el día en que el Presidente de la República, Nursultán Nazarvaev firmó un acuerdo de colaboración recíproca con la Santa Sede. Con él, nuestra joven Iglesia recibe un respaldo para su crecimiento futuro. Kazajstán es el primer Estado de la ex Unión Soviética que da tan significativo paso político.

Según crecía el número de parroquias en la Admón. Apostólica, hubo necesidad de nuevas estructuras eclesiásticas. Así el 6 de agosto de 1999, la Santa Sede dividió la Admón. Apostólica de Kazajstán en la Diócesis de Karaganda -confiándome su administración como Obispo de Karaganda- y otras tres Administraciones Apostólicas:
Astaná en el Norte, Atyrau en el Oeste y Almaty en el Sur.



Es motivo de alabanza a Dios ver el crecimiento de la Iglesia en Kazajstán, no siempre bajo circunstancias fáciles, ya que nuestros sacerdotes deben dedicar gran parte de su precioso tiempo a las preocupaciones administrativas y materiales y frecuentemente nadie más les puede sustituir o asistir, cuando deben comenzar la organización de parroquias y la construcción de iglesias desde cero.


Hoy ya no tenemos al comunismo y los fundamentalistas islámicos aún no aparecen, aunque puedo sentir la progresiva islamización de nuestro país desde el Sur.

Las 50 religiosas y los 55 sacerdotes de Kazajstán tienen una tremenda tarea por delante, para mantener la presencia católica y construir la Iglesia en todo el país, que se presenta como un campo cada vez más duro para la cosecha.



Entre los sacerdotes (muchos de ellos religiosos) que trabajan en Kazajstán se encuentran 28 polacos, 7 italianos, 5 alemanes, 3 españoles, un coreano, un mexicano y un estadounidense. Hay también 9 congregaciones de religiosas y recientemente se estableció un monasterio de Carmelitas descalzas en Karaganda.

Durante la época de la persecución y tras la caída del comunismo, nuestro gran consuelo ha sido y seguirá siendo el hecho de que no hemos estado solos. Primeramente, por la profunda unión con Dios en la oración. Y en segundo lugar, por nuestra unión espiritual con todos vosotros, nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Ya que siempre tenemos presente que nuestro Santo Padre en Roma y los cristianos de Asia no nos olvidan ya sea en el sufrimiento o en la dicha, sino que rezan por nosotros. Estamos agradecidos especialmente por vuestra ayuda espiritual, por el poder de vuestras oraciones que fue nuestro mayor apoyo en los momentos de nuestra gran prueba. Que Dios os bendiga y recompense.



P.D. Henry Teofilus Howaniec, O.F.M. Administrador Apostólico de Almaty fue consagrado Obispo en esta ciudad el 26 de noviembre del 2000. Era la primera vez en la historia de Kazajstán en que se consagraba un Obispo católico en este País.


Tomas Peta, Administrador Apostólico de Astaná fue consagrado Obispo en Roma, el 19 de marzo de 2001.


*(Discurso de J.P. Lenga, Obispo católico de Karaganda en la Conferencia de Obispos asiáticos que tuvo lugar en Bangkok en enero de 2000)


No deje de ver el vídeo: Testigos de un renacer”. Lo tiene aquí

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