23 octubre 2006

MADRE ANGELICA

Vida de fe y alma sacerdotal



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Madre Angélica, otra forma de hablar de Dios

Madre Angélica, religiosa franciscana nacida el 20 de abril de 1923, es la fundadora de Eternal Word Television Network (EWTN), la mayor cadena de televisión por cable, de contenido religioso, de Estados Unidos. Hoy se pueden ver sus programas de TV, Radio e internet, vía satélite, en todo el mundo.
Hija de padres divorciados, de origen italiano, nació en Canton (Ohio) en un ambiente de absoluta pobreza. A los 18 años ingresa en la orden franciscana.

Acostumbrada al sufrimiento y a las dificultades de todo tipo, pero con un enorme amor hacia sus semejantes y sobre todo a Dios, inicia, en 1981, su actuación a través de TV con la idea de propagar "la buena nueva». En esta entrevista, realizada en 1997 por Elica Brajnovic, cuenta su vida, su descubrimiento de Dios a través del sufrimiento, su aventura televisiva y sus proyectos actuales. Un personaje insólito, en el mundo de la comunicación y del lenguaje audiovisual.

Duración: 35 minutos




Agradezco al Servicio de Medios Audiovisuales de la Clinica Universitaria de Navarra (España), la gentileza que han tenido por dejarme publicar este vídeo.
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El periodista Peter Seewald pregunta al cardenal Ratzinger, y éste le responde*:

"¿SON REALES LOS MILAGROS?

La fe siempre considera posibles los milagros, y ya en vida de los apóstoles se les ofreció mucho dinero por revelar el secreto de su poder milagrero.
Existen numerosos testimonios provocativos de lo inexplicable, que mueven a la burla a unos y a la veneración a otros. En la gran basílica de Padua, por ejemplo, se puede ver en un relicario la lengua de san Antonio, que fue un gran predicador. En Lourdes está el cuerpo de Bernadette, y en Lisieux, el de santa Teresa, ambos incorruptos. Y sin tratamientos químicos, como hicieron los comunistas con su santo Lenin. ¿Cómo es posible eso? Si ahora mismo pudiéramos preguntarle a Dios, ¿qué diría Él sobre esos milagros?


Como es natural, no me atrevo a expresar lo que diría Dios. Pero la cuestión del milagro se plantea y, de hecho, la fe cristiana afirma que Dios ejerce poder sobre el mundo y verdaderamente puede hacer algo.

La pregunta primaria no es hasta qué punto deben transgredirse para ello las leyes naturales o si éstas llevan implícitas en su seno las variantes que Dios puede aprovechar. En efecto, hoy vemos cada vez con más claridad que sólo conocemos las leyes de la naturaleza como reglas de aplicación. En última instancia, no podemos definir qué es la naturaleza misma, ni cuál es la envergadura de las leyes naturales. Es importante considerar que, después de haber terminado la creación, Dios no se retiró. No se retiró en el sentido de: «Bueno, ahora la maquinaria funcionará tal como ha sido ajustada para siempre». No, Dios puede obrar aún. Sigue siendo el Creador y, en consecuencia, siempre tiene la posibilidad de intervenir.

¿Acaso cualquier intervención es, de por sí, un milagro?

No debemos convertir esto en una idea supersticiosa y prodigiosa, como si los milagros pudieran provocarse. No cabe extraer recetas baratas de ello. Pero tampoco se debe ser un sabiondo racionalista y pretender prescribir a Dios lo que puede hacer.

He leído un comentario muy interesante sobre esta cuestión. Es de un libro sobre el teólogo evangélico Adolf Schlatter, que era un hombre muy creyente. Schlatter fue llamado a Berlín cuando impartía clases allí Adolf von Harnack, el gran teólogo liberal. De ese modo, la Iglesia evangélica pretendía compensar un poco el liberalismo de Harnack.

Harnack era un hombre realmente noble. Pese a que la llegada de Schlatter suponía un golpe contra él, lo acogió muy positivamente y, bueno, dijo que también había que aceptar esas cosas y que ya se entenderían. Y la verdad es que su colaboración fue buena. En cierta ocasión, en una reunión, cuando alguien aludió a las diferencias de opinión entre ambos teólogos, Harnack replicó: «A nosotros dos, al señor Schlatter y a mí, en realidad sólo nos separa la cuestión de los milagros». A lo que Schlatter le interrumpió de inmediato exclamando: «¡No, la cuestión divina!». Porque la cuestión de los milagros plantea la cuestión divina. Quien no reconoce los milagros tiene otra imagen de Dios.

Yo creo que eso es dar en el clavo. No se trata de si se puede reconocer como milagro este o aquel suceso extraordinario. Se trata de que Dios sigue siendo Dios. Y de que, de la forma que quiera y sea buena para el mundo, cuando Él desee, puede seguir manifestándose en el mundo como Creador y Señor".


*En Dios y el Mundo, pp 52-53, Ed. Debolsillo, 2005

Si se entiende lo anterior, se comprende mejor el contenido de los vídeos de ésta página.


Es cuesrión de fe (29:52)



El eco de unas campanas (23:50)



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