08 septiembre 2006

SACERDOTES EN KAZAJSTAN

Don Carlos Lahoz es uno de los seis sacerdotes españoles que respondió a la llamada del Papa Juan Pablo II para ir a trabajar a Kazajstán. Llegó a Almaty a finales de 1997. En la actualidad es, entre otras cosas, el Canciller Secretario de esta diócesis kazaja. Ha tenido la amabilidad de contestar a las preguntas que le he formulado.


Kazajstán hasta hace pocos años formaba parte de la URSS, es decir, vivía dominada por una ideología atea y contraria a Dios. De todo el mundo son conocidas las promesas de la Virgen de Fátima en relación a la URSS. ¿Hay especial devoción a esta advocación mariana?

Por supuesto que sí. En muchísimas iglesias se encuentran imágenes de la Virgen de Fátima, y estamos bien convencidos de que sin Ella no se hubiera dado este cambio. Cuando uno está aquí, y ve cómo estaba todo milimétricamente organizado, muy bien organizado, ningún cabo suelto, yo diría, y ve la cantidad ingente de libros y bibliotecas de inspiración comunista, la historia reinventada, así como las artes y las humanidades, de verdad que piensa que el derrumbe de todo esto en tan poco tiempo y sin una revolución no puede explicarse si no es por causas sobrenaturales.

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En Kapchigai, ciudad a unos 60 kilómetros de la mía, el párroco se ocupa de unos 100 niños, que no tienen una familia que les pueda atender de forma normal. Recuerdo un 13 de mayo haber ido allí, y al entrar en la Iglesia encontrarme al sacerdote tocando el órgano, y los 100 niños, de edades de 1 a 14 años, cantando a pleno pulmón, en lengua rusa: “el 13 de mayo la Virgen María, bajo de los Cielos a Cova de Iría, Ave, Ave, Ave María, Ave, Ave, Ave María. A tres pastorcitos la Madre de Dios...”. Muchos de los niños seguramente no entendían muy bien el canto, pero a los adultos que estábamos presentes se nos ponía la carne de gallina.

¿Cuál es la situación actual de la Iglesia católica en Kazajstán?

En el país hay una archidiócesis, dos diócesis y una administración apostólica, regidas por dos Arzobispos, un Obispo y un Administrador apostólico. Trabajan además unos 65 sacerdotes, y unas 70 monjas, de ellos unos pocos de rito oriental. Es muy difícil precisar el número de católicos en el país, pero dudo que lleguen a 100.000. Como en el país viven unos 15 millones de personas, el porcentaje de católicos debe ser inferior al 1%. El país es mayoritariamente musulmán, sunitas, pero son muy poco practicantes. Bastaría con decir que las modas son igual de permisivas que en Occidente. Es decir, de musulmán hay muy poco. El segundo grupo son los ortodoxos, luego protestantes, budistas, etc.


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Seminario Mayor de Kazajstán

Hace 15 años no llegarían a 10 los sacerdotes católicos en el país, así que es fácil deducir que la Iglesia se está consolidando. Con la ayuda de católicos de otros países, especialmente de Alemania e Italia, se van construyendo Iglesias, organizando campamentos, cursos para catequistas, bibliotecas, etc.

¿Cuáles son los principales desafíos?

En mi opinión, hay muchas necesidades urgentes. Una de ellas es conseguir vocaciones de personas del país. Gracias a Dios hay un Seminario interdiocesano, en mayo pasado se ordenaron 2 sacerdotes, los primeros que acaban sus estudios en él. Hay 18 seminaristas, y cada año se incorpora alguno más. Se necesita seguir trabajando y pidiendo al Señor que envíe operarios a su mies.

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Juan Pablo II junto con el Presidente de la República de Kazajstán

También considero muy importante el acompañamiento a los sacerdotes, me refiero a los diocesanos especialmente. Kazajstán es un país muy grande, tanto como toda Europa sin Rusia: más de 2.5 millones de kilómetros cuadrados. Al ser pocos los sacerdotes y desear abarcarlo todo, muchos trabajan solos, y el sacerdote más cercano lo tienen a 400 kilómetros. Me parece muy necesario tener encuentros entre nosotros, de tal forma que después del duro trabajo realizado, a veces en circunstancias bastante extremas (en invierno en muchos sitios el frío llega a 40 grados bajo cero, las carreteras no son muy buenas, las comodidades domésticas son pocas), cada sacerdote sienta la alegría del encuentro con otro u otros sacerdotes, es decir, conseguir que cada sacerdote vea en otros –tanto por la amabilidad con que le tratan, como por la frecuencia con que se ven, y porque comparten sus alegrías y sus penas- una verdadera familia.

Otra prioridad sería fortalecer las familias, empezando por las familias católicas. Y conseguir para ellas un ambiente en el que los hijos puedan crecer fuertes en la fe.

Me parece que uno de los principales logros ha sido editar literatura católica. Esto lo han tomado muy en serio en Rusia, y aquí nos hemos beneficiado enormemente. En todo Kazajstán no tenemos ni una librería donde se pueda comprar una Biblia católica, o el Catecismo de la Iglesia, ni por supuesto, ningún otro libro. Debido al pequeño número de compradores, no sería rentable. Esta falta de libros la vamos solucionando con algunos viajes a Rusia, donde compramos libros, para que a su vez los revendan los párrocos.

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Catedral de Almaty

¿Cómo son las relaciones entre las distintas religiones?

Nos llevamos bien, tanto con los ortodoxos, como con los musulmanes. Nos falta dar un paso más: trabajar juntos en iniciativas de tipo social. Con cierta frecuencia hay reuniones a las que asisten representantes de las distintas religiones para tratar temas comunes: defensa de la familia, educación de la juventud, fanatismo religioso, etc.

Los kazajos y, en general, los orientales, tienen fama de ser muy hospitalarios…

Así es. Recuerdo una vez, al poco de llegar, en que regalamos a unos vecinos un bizcocho, por un favor muy grande que nos habían hecho: tuvimos una urgencia médica, estábamos recién llegados y no sabíamos muy bien cómo actuar: ellos nos ayudaron en todo. Pues bien, les regalamos unos días más tarde un bizcocho casero, y se lo pasamos en una bandeja. Cuando fuimos a recoger la bandeja, estaba llena de pastelitos, y nos dijo la vecina: “aquí no tenemos la costumbre de devolver bandejas vacías”.

Con mucha frecuencia los vecinos y amigos te invitan a ir a sus casas, y entonces es seguro, independientemente de la hora del día, que sobre la mesa estarán todos los platos tradicionales de la cocina kazaja. Conviene ir preparado para esto. El ojo del carnero, que se considera un manjar, lo reservan para el invitado principal, lo cual para un occidental no deja de ser una verdadera prueba.

¿Hay algunos momentos especialmente difíciles para un sacerdote?

Yo más bien diría que no, que en todas partes –en Kazajstán o en España- lo que se requiere es lo mismo: buen humor y santidad. Y mucha paciencia: saber que las cosas van despacio, aunque nos gustaría tenerlo todo muy rápido.

Un ejemplo. Symkent es una ciudad del sur, de medio millón de habitantes, donde hasta hace 8 años no había ninguna parroquia, ni nunca había vivido un sacerdote. Allí, en una pequeña habitación de unos 15 metros cuadrados del apartamento que ocupaban dos sacerdotes españoles en la cuarta planta de un edificio, pusieron la “Parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús”. Pocos meses después de llegar, cuando todavía su trabajo pastoral era muy incipiente, vivieron su primera Navidad en Kazajstán. Comentaban que les había recordado de una manera muy especial aquella otra Navidad, cuando en la soledad de Belén nacía nuestro Señor, pues también ellos pasaron esa noche en soledad, sin feligreses, poniendo en la patena ese sacrificio de sentirse solos.

U otra ocasión en que asistían a la Misa 2 personas, una anciana ucraniana y una chica joven. El sacerdote había preparado con mucho cariño la homilía, pero al poco de comenzarla la señora mayor se sintió mal y tuvo que salir, y la chica joven fue a atenderla. El sacerdote con buen humor decía: “así me sirve para el próximo domingo”

¿Y momentos de especial alegría?

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Muchos. Por ejemplo cuando vino Juan Pablo II, en septiembre del 2001. Viajamos en tren toda la noche a Astaná, para verle. De Almaty, organizamos un tren, con unas 800 personas. Hay que tener presente que los mayores tienen asociada la idea del tren a las deportaciones, pues muchos de ellos fueron brutalmente deportados a Kazajstán en tiempos de Stalin. Al llegar a la estación de Astaná nos habían preparado autobuses, de distintos tamaños y colores, y abrían paso varios coches de policía, pero esta vez no era para llevarlos a un campo de concentración, sino a la Plaza de la Madre Patria, donde iba a ser la Misa. Como se ve, las cosas han cambiado.

O cada año la Vigilia Pascual. Esa noche reciben el bautismo cada año en Almaty unos 25 adultos. Los niños se bautizan en otros momentos del año. En otros días tienen lugar la profesión de fe para aquellos que se incorporan a la completa comunión con la Iglesia católica. Otras personas adultas, que ya estaban bautizadas, se preparan para la primera confesión y primera comunión.

En fin, momento de gran alegría es cuando ves que las personas con quienes trabajas apostólicamente van madurando en su fe.


Juan Pablo II en Kazajstán. Duración: (01:01:01). (Documental, que aunque esté en ruso, merece la pena ver por las imágenes sorprendentes y bellas).

¿Alguna cosa más sobre la Visita del Papa?

La Misa del domingo 24 de septiembre era el acto más multitudinario de los programados. Se calcula que asistieron unas cinco mil personas, una parte de ellas no católicas: ciudadanos de Astaná, que sentían deseos de estar con una persona que gozaba de fama de santo. La Misa empezaba a las 11, y desde las 10 ya estábamos casi todos sentados, esperando. Hacía un tiempo muy desapacible, frío y viento, y amenazaba lluvia. Tanto es así que se pusieron unos plásticos sobre los copones, para preservarlos de una posible lluvia. El Papa hizo su aparición poco antes de las 11, y de una manera sorprendente, con el Papa llegó el sol, forcejeó un poco con las nubes, hasta que estas desaparecieron en muy pocos minutos y se creó un clima completamente distinto: ya no hacía frío ni viento, al revés, se estaba muy a gusto. Los kazajos, que son muy dados a interpretar este tipo de signos, no dejaron de comentarlo con asombro y admiración, y los periodistas lo incluyeron en sus crónicas, como uno de los hechos destacados: con el Papa llegó el calor, que es uno de los bienes más deseados en estas tierras.

Al final de la Misa, cuando advirtieron que el Papa iba a dar la bendición a los asistentes y bendecir los Rosarios u otros objetos piadosos que llevaran los presentes, cada cual sacó lo que tenía. Oí contar que una señora musulmana había ido con la compra, y al terminar la Misa fue a ver a un pariente, enfermo. Le dio una manzana de las que llevó a la Misa, y ese pariente se curó.

Esto son un poco anécdotas, lo realmente importante fue el bien que a tantos católicos hizo el simple echo de poder estar con el Vicario de Cristo en la tierra, “nuestro Pontífice”, como les gusta llamarle aquí. Además después de esta visita las autoridades locales tratan a los católicos con más consideración, sin hacernos favores especiales, que ni deseamos ni sería bueno, pero sí nos tratan con justicia.

En Occidente a veces se piensa que con la caída del comunismo puede haberse despertado en los países excomunistas un gran deseo de Dios. ¿Le parece que ha ocurrido eso en Kazajstán?

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Uno de los mejores hoteles de Almaty

Yo diría que no. Con la caída del comunismo, que era una ideología muy fuerte, con sus valores, algunos como la solidaridad de origen cristiano, ha quedado un agujero muy grande. Y este agujero ha sido rellenado inmediatamente por lo que había: la cultura occidental, la forma de vida de los países ricos, que ha llegado masivamente por el cine y la televisión. En este sentido, y más en estos tiempos de globalización, Occidente tiene una gran responsabilidad.

¿Qué le pediría a Occidente?

Que defienda la cultura de la vida, diga “no” al aborto y a la eutanasia, y “sí” a la vida. El humanismo de quien se hace más humano cuidando a un niño recién nacido o a un anciano totalmente necesitado. El humanismo de quien gasta su vida por un enfermo con el síndrome de “Down”, mejor que gastarla en hacer dinero, con el cual se malcrían los hijos. El fin de la pornografía y de todo aquello que destruye la dignidad del hombre. Modelos de conducta limpios en todos los órdenes de la vida. En resumen: que construyan un mundo más humano y, por eso, más cristiano.


No deje de ver el vídeo: Testigos de un renacer”. Lo tiene aquí

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