15 septiembre 2006

VOCACIONES SACERDOTALES

Unos párrafos del discurso de Benedicto XVI a los sacerdotes y seminaristas, en la Basílica de Santa Ana de Altötting, el 11 de septiembre de 2006. Desde Alemania, el Papa hace referencia a las vastas regiones de Rusia que hay que evangelizar.

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Sabemos que el Señor busca obreros para su viña. Él mismo lo ha dicho: "La mies es abundante, pero son pocos los obreros, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies". (Mt 9:37-38). Por eso estamos reunidos aquí: para hacer este urgente pedido al Señor de la mies. La mies de Dios es grande y necesita obreros: en el llamado Tercer Mundo: en América Latina, en África y Asia la gente espera nuestros heraldos para llevarles el Evangelio de la paz, la Buena Nueva de Dios que se hizo hombre. Pero en el también llamado Occidente, aquí entre nosotros en Alemania, y en las vastas regiones de Rusia es cierto que hay una gran mies que cosechar. Pero hace falta gente con voluntad para trabajar la mies de Dios. Hoy es como entonces, cuando el Señor se compadeció de las multitudes que parecían ovejas sin pastor: personas que probablemente sabían cómo hacer muchas cosas, pero no podían darle sentido a sus vidas. ¡Señor, mira nuestros tiempos difíciles, necesitados de predicadores del Evangelio, testigos de ti, personas que puedan señalar hacia la 'vida en abundancia'!. ¡Mira nuestro mundo y compadécete una vez más! ¡Mira nuestro mundo y envíanos obreros! Con este pedido tocamos a la puerta de Dios y con el mismo pedido el Señor está tocando las puertas de nuestro propio corazón. ¿Señor, me quieres? ¿No es tal vez demasiado grande para mí? ¿Soy muy pequeño para esto? 'No tengas miedo', le dijo el ángel a María. 'No temas: Te he llamado por tu nombre', dice Dios a través del profeta Isaías (43, 1) a nosotros, a cada uno de nosotros.

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¿Adónde vamos, si respondemos 'sí' al llamado de Dios? La más breve descripción de la misión sacerdotal -y esto es cierto en su manera particular para los hombres y mujeres religiosos también- nos la ha dado el evangelista Marcos. En su relato sobre el llamado de los Doce, dice "Jesús llamó a doce para que estén con él y para ser enviados". Estar con Jesús y ser enviado, salir a conocer personas: estas dos cosas se corresponden y juntas son el corazón de la vocación, del sacerdocio. Estar 'con Él' significa llegar a conocerlo y darlo a conocer. Cualquiera que haya estado con Él no puede retener para sí lo que ha encontrado, al contrario, tiene que comunicarlo a otros. Tal es el caso de Andrés, que le dijo a su hermano Simón: 'Hemos encontrado al Mesías' (Jn 1:41) y el evangelista agrega: 'Llevó a Simón ante Jesús' (Jn 1:42). San Gregorio Magno, en una de sus homilías, dijo una vez que los ángeles, sin importar que tan lejos deban ir en su misión, siempre se mueven en Dios. Siempre permanecen con Él. De esta reflexión de los ángeles, San Gregorio explica que los obispos y los sacerdotes: sin importar adonde vayan, siempre están 'con él'. Sabemos esto por experiencia. Cuando los sacerdotes, debido a sus múltiples deberes, tienen menos tiempo para estar con el Señor, eventualmente pierden, por toda su actividad con frecuencia heroica, la fuerza interior que los sostiene. Su actividad se convierte en un activismo vacío. Estar con Cristo ¿Cómo se hace esto? Bueno, lo primero y los más importante para el sacerdote es la Misa diaria, siempre celebrada con una participación interior y profunda. Si celebramos la Misa como verdaderos hombres de oración, si unimos nuestras palabras y nuestras actividades a la Palabra que nos precede y si nos dejamos conformar por la Celebración Eucarística , si en la Comunión nos dejamos abrazar por Él y le recibimos; entonces estamos con Él.

Puede leer el discurso completo pinchando AQUÍ

Vídeo “Todos los caminos”
Imágenes del trabajo sacerdotal de 5 sacerdotes, antiguos becarios de CENTRO ACADÉMICO ROMANO FUNDACIÓN, en sus países de origen.
Duración: 28 minutos.




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