Cartas desde Pushkin
Estamos en el otoño del año 2004. Sigo transcribiendo párrafos de algunas de sus cartas para que los lectores se sitúen.
"En Pushkin la parroquia va creciendo poco a poco. Tenemos unos 125 parroquianos conocidos, y últimamente suelen venir a Misa los domingos unas 40 personas. Hay que tener en cuenta que casi todos deben tomar el autobús o el tren para llegar a la iglesia. Seguimos con la catequesis. Hemos comenzado con un grupo de voluntarios para ayudar a ancianos necesitados. Hace poco nos dimos cuenta de que una de nuestras bábushkas no se tenía en pie pues hacía tres días que no comía.
Una de las señoras que hace unos meses ingresó en el catecumenado, vino al poco tiempo a misa un día de diario. Venía llorando porque había perdido la pequeña cruz que le había entregado como símbolo de que era catecúmena. Como no tenía cruces le di un rosario y le dije que el domingo le daría otra cruz igual que la que había perdido. Pero cuando el domingo fui a hacerlo me dijo que la había encontrado. Y que al encontrarla también lloró de alegría. Así que se pasó la semana llorando por la cruz. Primero por haberla perdido, luego por haberla encontrado. Y yo pensé: Señor, cómo nos acostumbramos a las cosas los que ya llevamos mucho tiempo en la Iglesia y cómo esta catecúmena llora y da valor a la pequeña cruz, que no es más que el inicio de lo que recibirá dentro de unos meses...
En la pasada Navidad, los niños hicieron una representación navideña. Luego hicimos una pequeña fiesta y la gente lo pasó muy bien. Una mujer –una sefardí rusa convertida meditando en torno a las profecías sobre el Mesías- le decía a D. Kiko que había sido la mejor Navidad de su vida.
Nosotros en la cena del 31 por la noche leímos el pasaje del Génesis donde Dios le promete a Abraham después de casi haber sacrificado a su hijo Isaac, que su descendencia sería como las estrellas del cielo y las arenas de la playa. Eso es lo que le hemos pedido a Dios. Que en el 2004 tengamos muchos hijos e hijas del espíritu.
Hemos predicado -y ha sido una gran gracia de Dios- los ejercicios espirituales de inicio de curso a los seminaristas rusos, unos 30, desde los de primer curso, recién llegados y estrenando vida, a los ya ordenados de diáconos. Una gran esperanza. Rezad por ellos."
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